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Las revistas en acceso abierto «diamante»: el viejo nuevo camino

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Miguel Navas-Fernández
Centre de Documentació
Museu de Ciències Naturals de Barcelona


Bosman, Jeroen; Frantsvåg, Jan Erik; Kramer, Bianca; Langlais, Pierre-Carl; Proudman, Vanessa (2021). The OA diamond journals study. Part 1: findings. [Strasbourg]: Coalition S. 128, [44], 31 p. Disponible en: <http://doi.org/10.5281/zenodo.4558704>. [Consulta: 30/06/2021].

Becerril, Arianna; Bosman, Jeroen; Bjørnshauge, Lars; Frantsvåg, Jan Erik; Kramer, Bianca; Langlais, Pierre-Carl; Torny, Didier (2021). The OA diamond journals study. Part 2: recommendations. [Strasbourg]: Coalition S. 36 p. Disponible en: <http://doi.org/10.5281/zenodo.4562790>. [Consulta: 30/06/2021]. 


Según las declaraciones BBB (Budapest, Bethesda y Berlín), una revista de acceso abierto es aquella por la que no se ha de pagar para leer, entre otras cosas. No obstante, en el mundo occidental y sobre todo anglosajón, la fuente de ingresos se ha desplazado de este modelo de pagar por leer, a pagar por publicar, de manera que el término «OA journal» o «gold OA journal»1 se aplica principalmente y por defecto a las revistas que cobran APC (article processing charges), aunque el 72 % de las revistas existentes en el mundo no lo hacen.2 Así las cosas, y a pesar de la opinión de la «periferia científica» (América Latina y países emergentes), había que buscar un término para identificar las revistas en abierto que no cobraban por publicar, y se acuñaron palabras como «diamond», «platinum» o incluso «subsidized», que vienen impregnadas de una connotación de valor inferior respecto a «gold». Esto ha dado pie a mucha controversia sobre la supuesta mayor calidad de una revista OA por el simple hecho de cobrar por publicar, pero no es intención de esta reseña entrar en berenjenales de esta envergadura. 

Una vez sabemos qué significa «OA diamond journal» (una revista que no cobra ni por leer ni por publicar), y entendemos el sentido del subtítulo del informe («modelos de publicación colaborativos impulsados por la comunidad»), podemos adentrarnos en este estudio publicado en dos partes (hallazgos y recomendaciones) con la colaboración de bibliotecarios, investigadores y expertos de Science Europe, Coalition S, DOAJ y otros.

La primera parte, con 128 larguísimas páginas, está dividida en cuatro apartados. El primero, «Landscape», analiza la variedad, alcance e impacto de este tipo de revistas, por disciplinas y regiones. Los autores, dos bibliotecarios de la Universidad de Utrecht, aseguran que en el mundo hay unas 29.000 revistas en acceso abierto «diamante»,3 pero solo una tercera parte están registradas en el DOAJ.4 En comparación con las revistas en abierto basadas en APC, publican menos artículos en total (356.000, mientras que aquellas llegan a 453.000), con una tendencia a disminuir todavía más desde 2018. En cuanto a la distribución regional, cerca de la mitad de los títulos (45 %) se publican en Europa (y de estos, más de la mitad proceden de países del Este), el 25 % en América Latina, el 16 % en Asia, y el restante 5 % en el norte de América (EEUU y Canadá). En cuanto a la distribución temática, el 60 % corresponden a ciencias sociales e historia, el 22 % a ciencias, y el 17 % a medicina. En general, la mayoría de las revistas «diamante» publican pocos artículos, cuentan con autores principalmente nacionales, aunque sus artículos tienen impacto internacional, son más multilingües (38 %) que las que cobran por publicar (14 %), y la gran mayoría son «diamante» desde que nacieron (significa que no han cambiado el modelo). Estos datos no son en absoluto reveladores, pero son actuales y exhaustivos, y están bien presentados.

El segundo apartado, «Compliance», analiza el grado de cumplimiento del Plan S. Solo el 4 % de los títulos cumplen los seis criterios analizados, y solo el 37 % cumplen más de la mitad. Entrando en aspectos específicos, poco más de la tercera parte (37 %) utilizan una licencia CC BY, solo la mitad (49 %) indican licencias en los metadatos, y poco más de la mitad (55 %) disponen de DOI (cuantos más artículos tiene la revista, más probable es que tenga estos identificadores). En cuanto a la preservación digital, dos terceras partes (68 %) no disponen de una política al respecto, y este es un dato aterrador. Sin embargo, de las que sí tienen, el 60 % utilizan un sistema de archivo estándar conforme a los requerimientos del Plan S. Otro dato preocupante es que el 75 % de las revistas no suministran los contenidos en XML o HTML, tan solo en PDF. Aun así, el autor concluye que las revistas en acceso abierto «diamante» no cumplen completamente los requisitos del mencionado plan, pero están en el buen camino.

El tercer apartado, «Dynamics», intenta describir cómo funcionan las revistas en abierto que no cobran por publicar, y los retos que afrontan. Par empezar, justo es decir que, si bien la mayoría de revistas pertenecen a instituciones de investigación y sociedades, la mitad de ellas no lo reflejan en un documento legal. En la misma línea, la mitad de las revistas no proporcionan estadísticas de consultas o descargas, ni de producción. Aunque el 67 % manifiestan que el sistema de revisión utilizado es el de mayor calidad (el de doble ciego), solo la mitad de ellas gestionan todo el proceso por correo electrónico y, en general, tienen muchos problemas para encontrar revisores. El 78 % declaran cumplir con directrices de buenas prácticas como COPE (Committee on Publication Ethics), pero solo el 55 % utilizan sistemas antiplagio. La mitad de las revistas externalizan algunas tareas editoriales, como el copy-editing (29 %) y el typesetting (28 %). En cuanto a sistemas de gestión, el 60 % utilizan OJS (Open Journal System), pero en plataformas y servidores de continuidad y fiabilidad incierta. Par terminar, el autor indica que uno de los aspectos más desafiante es la visibilidad en índices internacionales.

El cuarto y último apartado, «Sustainability», analiza las fuentes de financiación de las revistas «subvencionadas» y cómo pueden resultar sostenibles. Vanessa Proudman, de SPARC Europe, informa que el 40 % de las revistas solo consiguen cubrir gastos, y el 25 % reportan pérdidas. Una tercera parte asegura no conocer su estado financiero (y esto es sorprendente), cuando una tercera parte de estas revistas pertenece a universidades (y esto todavía es más sorprendente). El 60 % de las revistas dependen del trabajo voluntario, y llegamos al 86 % si la dependencia no es total, pero es mediana o alta. No obstante, al mismo tiempo las revistas cuentan con fuentes de financiación tales como ayudas económicas y no económicas, donaciones, plataformas colectivas de financiación, infraestructuras compartidas, aportaciones de socios y miembros, y otros, aunque estos recursos solo consiguen cubrir una pequeña parte del gasto global. Así, el 53 % de las revistas solo cuentan con 1 ETC (equivalente a tiempo completo) para su tarea operacional, y el 70 % declaran un gasto anual menor de 10.000 €. Para terminar, un dato seguramente poco sorprendente pero no por ello menos importante: las universidades y centros de investigación desarrollan un rol en la provisión de recursos mucho más importante que las agencias de financiación.

La segunda parte del estudio proporciona unas recomendaciones basadas en los resultados obtenidos en la primera. Cada recomendación está dentro de un eje (soporte técnico, cumplimiento con el Plan S, fortalecimiento, eficacia, y sostenibilidad) y se dirige a unos agentes determinados (agencias de financiación, universidades y centros de investigación, asociaciones y sociedades, y organizaciones que prestan servicios a las revistas). 

Las recomendaciones relacionadas con el servicio técnico recogen aspectos como la mejora de la coordinación editorial y la calidad, la formalización de la institución responsable y la gobernanza, y la mejora de la capacidad de la estructura para apoyar la «bibliodiversidad» (se refiere a incorporar nuevas revistas y formatos). En cuanto a la adecuación al Plan S, se recomienda la implementación de licencias abiertas, los DOI, la preservación, permitir el autoarchivo, y hacer posible que el contenido esté disponible en una variedad de formatos. El fortalecimiento (capacity building) sería posible gracias a la creación de un centro u oficina especial y un marketplace. La eficacia se conseguiría gracias al aumento de la financiación mediante el partnership y la diversificación de fondos, el uso de servicios y plataformas compartidas, gestión óptima del presupuesto, registro de la revista en el DOAJ, y otros. En cuanto a la sostenibilidad, las recomendaciones se dirigen básicamente a las agencias de financiación: colaborar en estrategias compartidas, financiar e invertir en revistas «diamante». 

Las recomendaciones acaban con la conclusión «hacia un nuevo camino común del acceso abierto». Coincido con la apreciación que hace el informe sobre la necesidad de mantener lo que ya aportan las revistas «diamante» (un servicio a una comunidad diversa, en una gran variedad de idiomas y temas, aunque las revistas de humanidades y ciencias sociales son mayoría) y, al mismo tiempo, mejorar los procesos y servicios editoriales. La visión expuesta sobre este «new OA commons» habla de la importancia y protagonismo de la propia comunidad, pero es solo eso, una visión, y la realidad es que no es una comunidad sino muchas, con una gran diversidad de identidades, naturaleza, intereses y objetivos, y será difícil o imposible obtener esta centralidad y trabajo conjunto al que el informe apela. 

También justo es decir que el Plan S genera mucha polémica y diversidad de opiniones, de manera que es inevitable que este informe no lo haga. 

Para finalizar, me permito realizar una recomendación personal, dirigida a los editores de revistas en abierto: ponga en su vida un bibliotecario/a especializado/a en revistas y publicación en abierto, porque sabrá cómo aplicar muchas de estas recomendaciones oficiales. De hecho, lo sabía antes de la publicación de este informe.


1 Según las definiciones oficiosas BBB, «gold» o vía dorada se refería a revistas, mientras que «green» o vía verde se refería a repositorios. Por lo tanto, decir «gold oa journal» es una redundancia.

2 El Directory of open access journals (consultado el 30.06.2021) muestra que hay registradas 16.553 revistas, 11.839 de las cuales, es decir, el 72 %, no cobran por publicar.

3 Para identificarlas, han utilizado fuentes como Microsoft Academic, EBSCO, Scopus, Web of Science, ROAD, DOAJ, Ulrichs y MIAR, un viejo conocido de nuestra Facultat d’Informació i Mitjans Audiovisuals.

4 Véase la nota 2. Las cifras parecen ser consistentes.