Repensando la metodología en el arte: del objeto original a los objetos digitales

Versió per a imprimirVersió per a imprimir
Josep M. Turiel
CRAI Biblioteca de Lletres
Universitat de Barcelona
 

Matthew Long and, Roger C. Schonfeld (2014). Supporting the changing research practices of art historians. Disponible a: http://www.sr.ithaka.org/sites/default/files/reports/SR_Support-Changing... [Consulta: 26/09/2014]

Escribe Johanna Drucker, una de las grandes especialistas en la investigación en el ámbito de las humanidades en el entorno digital: "El diseño de recursos digitales para la investigación académica en las Humanidades no es una tarea técnica, sino una responsabilidad intelectual"i. Entendemos el reto. Quizás podemos empezar por mirarnos con lupa las diferencias reales en los métodos de trabajo de los historiadores del arte y qué apoyos les estamos ofreciendo desde nuestras bibliotecas, por ejemplo. El arte, su historia, presenta retos diferentes y por tanto serán necesarios soluciones diferenciadas.

Comentaba en un encuentro con investigadores hace unos días que siempre que pensamos en las humanidades, en general, nos viene a la cabeza la idea del investigador como un ser solitario, casi aislado, al descubrimiento de su parcela de conocimiento escondida, única, particular, para descubrir. No es del todo cierto, pero se acerca. Yo mismo he insistido en este cliché más de una vez en otras reseñas. El arte, y más concretamente su vertiente histórica, no se escapa de esta idea. En un entorno cada vez más digital y globalizado, ¿cómo lo tienen que hacer los profesionales de la información para acercarse a los investigadores de este campo, para detectar necesidades? ¿Son tantos y tan diferentes los métodos de trabajo de los investigadores? ¿Hay tantas historias del arte como historiadores y críticos?

Un ejemplo un poco tonto: le basta al estudioso con la mejor de las reproducciones digitales de su objeto artístico de estudio y no necesita verlo de cerca, casi tocarlo. Una propuesta de estudio a tener muy presente es la que nos ofrece el informe que presentamos: "Supporting the changing research practices of arte Historians". El trabajo es otro intento de aproximación a la realidad de la investigación en diferentes ámbitos científicos y en las metodologías de investigación empleadas. Sale de la lista de proyectos financiados por Ithaka S + R con el apoyo económico de dos organizaciones del ámbito del arte, el mecenazgo y la investigación privadas suficientemente conocidas: Getty Foundation y Samuel H. Kress Foundation. El informe ha sido elaborado por dos reconocidos especialistas en la materia: Matthew Long y Roger C. Schonfeld y fue publicado el 14 de abril de 2014.

Ya habíamos hablado de otro trabajo anterior avalado por Ithaka S + R (Research Support Services Program). De hecho este es el tercer informe que se presenta. Los anteriores se centraron en la química y en la historia. Se podía pensar que con el anterior estudio centrado en la historia y su metodología, la historia del arte podía 'darse' incluida, pero en nuestra opinión dos motivos obligan a separar la historia del arte de la historia en general: las particularidades metodológicas de la investigación en el ámbito artístico y el objeto artístico en sí mismo, la obra de arte, como eje de trabajo de los historiadores y los críticos del arte.

El informe y sus conclusiones parten de las entrevistas realizadas a más de 70 destacados críticos, conservadores de museos, bibliotecarios y especialmente historiadores del arte. Quede claro que la selección de los especialistas parte única y exclusivamente del entorno estadounidense. Y no es del todo circunstancial, como explican los propios autores.

El objetivo es elemental: hacer una radiografía de cómo y dónde se mueven los investigadores, como han variado los métodos de trabajo con internet. Este examen debería hacer reflexionar a bibliotecarios, productores y/o editores visuales, si estamos dando respuesta a las necesidades reales y si somos conscientes de los límites con los que se encuentran los historiadores. Había que examinar los procesos de trabajo, y Long y Schonfeld lo han hecho, detectando problemas con el uso de las fuentes primarias pero también con las secundarias, en los propios hábitos de publicación, en la adaptación de los investigadores en el entorno digital (los autores insisten en que el impacto de la tecnología en este ámbito es a la vez el reto y la clave de las respuestas futuras).

¿A quién va destinado, pues?: Como ya habéis podido ver principalmente en los centros de investigación, académicos y universitarios pero también proyectos de arte en red, bibliotecas, galerías y museos. Los autores mencionan a menudo a los productores comerciales y editores (bases de datos bibliográficas, iconográficas, textuales, etc.) en el tamaño que deben dar respuesta a los requerimientos detectados.

Del trabajo quisiera destacar cinco áreas clave, desde mi punto de vista básicas:
a/ comunidades académicas en la red e interconectadas
b/ la iminente aparición de una historia del arte 'digital' (no confundir con el arte nacido digitalmente, sino a las herramientas documentales surgidas o difundidas en internet);
c/ las limitaciones de los portales especializados en arte y la falta de relación entre los diferentes proyectos y las fuentes primarias (ya sean objetos de arte o material de archivo). Limitaciones constatables a otros ámbitos como la filología, la historia o la filosofía;
d/ los problemas derivados de la gestión de imágenes de arte que han de administrar los especialistas;
y/ finalmente, y como es habitual en estos trabajos de Ithaka los estudiantes de postgrado y su nivel de uso y de conocimiento de las herramientas a su alcance, bajo, como se constata en el trabajo.

La propia exposición del trabajo y su estructura hacen su lectura amena (no siempre es así, como ya sabemos). Os aconsejo de entrada echar un vistazo a los 'motivos' del estudio y la descripción de sus objetivos básicos: la diversidad de métodos de investigación detectados, la continuidad en los trabajos de investigación estudiados, el objeto artístico como fuente primaria de estudio, la gran variedad de materiales que configuran las bases de estudio (pensemos por ejemplo en materiales tales como los periódicos o las anotaciones de los artistas), la forma del objeto artístico, la relación del historiador de la arte o el crítico con sus fuentes de estudio necesarias, también la relación entre la metodología y la técnica artística, la importancia de las entrevistas con los creadores como fuentes de estudio y un largo etcétera de observaciones que acabamos con el impacto de la historia del arte nacido digital. Llama la atención en su presentación el reconocimiento de los autores a la limitación que impone en el arte contemporáneo las leyes de propiedad intelectuales y los derechos de autor. Es un escollo a salvar.

Seleccionamos algunas de las conclusiones del trabajo. Nótese que tal y como está estructurado el informe cada conclusión le corresponde una o más oportunidades de mejora y muchas recomendaciones específicas:
I. Los historiadores de arte ya están aplicando la tecnología para su investigación con muchas herramientas pero de formas poco normalizadas o más bien poco homogéneas. Miles de recursos que se multiplican por separado y que raramente interaccionan son una prueba.

II. La planificación a nivel institucional a veces pasa por alto las oportunidades de mejora y no otorga suficiente tomado los servicios de apoyo para los estudiosos.

III. Los historiadores del arte necesitan mejores herramientas para descubrir los objetos de arte y los artistas que en definitiva son el eje de su trabajo y su investigación.

IV. Los estudiosos necesitan mejores habilidades y herramientas de investigación especialmente en el trabajo de las imágenes y la fotografía digital.

V. Los estudiantes tienen un conocimiento limitado de los métodos de investigación y de las oportunidades que ofrece el trabajo en red.

Dentro de estas cinco áreas, el informe deja claro que las necesidades de los historiadores del arte se pueden satisfacer con éxito mediante el trabajo colaborativo de muchas organizaciones de apoyo. Las conclusiones sugieren varias oportunidades para que estas organizaciones desarrollen nuevos fondos, servicios, herramientas e iniciativas que tendrían repercusiones de gran alcance sobre la disciplina misma. Tenga en cuenta que de hecho es el mismo discurso que encontramos en otros trabajos anteriores: hay que sumar esfuerzos y normalizarlos para obtener beneficios comunes.

Dejadme acabar con una cita y una recomendación final. La cita es de Juan Antonio Ramírez y fue escrita en 1998ii: «Está por ver, en fin, lo que el colectivo profesional de los críticos e historiadores del arte hará en los próximos años si se cumplen las promesas de la galaxia Internet [...] Una interesante aventura intelectual y un gran desafío se abre ante las nuevas generaciones de analistas y estudiosos de las artes: demostrar las posibilidades de los nuevos recursos técnicos para desplegar un pensamiento no banal». La recomendación a todos aquellos que están interesados en las humanidades es el trabajo monográfico aparecido en la revista Janus este mismo año y que prueba de definir y contextualizar los entornos digitales en las humanidades y en nuestros centros de investigación. Se trata de: Humanidades Digitales: una aproximación transdisciplinariii, trabajo coordinado por Álvaro Baraibar.


i.«Blind Spots. The Humanist must plan their digital future», The Chronical Review, vol. 55is. 30, 2009 (en línia:
ii..Historia y Crítica de Arte: fallas y fallos, Lanzarote, Fundación César Manrique, 1998
iii.http://www.janusdigital.es/fa/4656756780959093003595388/anexo2janus_completo_pub.pdf