El N2 líquido y el hielo seco se deben manipular con guantes térmicos para evitar quemaduras en la piel y almacenarles en un recipiente sin tapa hermética para evitar el peligro de explosión por la expansión del gas formado, y evitar su uso en lugares no ventilados por la liberación de gases asfixiantes (N2 y CO2).
El contacto del líquido o el vapor frío puede producir quemaduras por congelación en la piel y en tejidos delicados como los ojos o los bronquios. Además cuando el líquido criogénico pasa a gas, este es muy frío y normalmente más denso que el aire, no se dispersa muy bien y puede acumularse en la habitación desplazando el oxígeno.