Pocos mundos como el de las bibliotecas y pocas profesiones como la de los bibliotecarios han vivido tan intensamente y desde tan pronto los cambios producidos por las novedades tecnológicas que nuestra sociedad es capaz de producir de forma continuada desde mediados del S. XIX. Hay que añadir a la anterior que las novedades tecnológicas van apareciendo a un ritmo que se acelera enormemente a partir de la irrupción de los ordenadores y aún más a partir de la combinación de los mismos con la capacidad de transmitir información a través de las redes telemáticas.
Hay dos motivos que han hecho que las bibliotecas hayan sido siempre receptoras tempranas de las innovaciones tecnológicas. Por un lado, muchas de las tareas que forman los servicios bibliotecarios (los préstamos, por ejemplo) son rutinarios y repetitivos, y, por tanto, candidatos ideales a ser mecanizados o automatizados. Por otra, muchas bibliotecas están en entornos como universidades o centros de investigación que tienen gran capacidad de aplicación de nuevas tecnologías y que encuentran en las bibliotecas unas organizaciones predispuestas para la innovación.
Sea lo que sea lo que haya pasado en las últimas décadas, hay que mirar adelante y detectar cómo las innovaciones tecnológicas influirán en las bibliotecas del futuro. Y eso es lo que hace la Office for Information Technology Policy (OITP) de ALA que en 2008 creó el programa America's Libraries for the 21st Century. Lo que motiva el informe que reseñamos es que, en el S. XXI, "por ser relevante, cualquier institución, incluso las que como las bibliotecas están bien establecidas, deben evaluar cuál es su lugar en un mundo que cada vez vive más en línea".