La identidad tailandesa kathoey –de orígenes confusos y evolución fluctuante– designa hoy en día a aquellas personas de sexo masculino que adoptan, de alguna forma u otra, una identidad o roles de género femeninos.
A l’expressió dona «sense fills», l’ús de cometes que fa Adrienne Rich és plenament significatiu.
La figura de la loca del desván, o madwoman in the attic en su original en inglés, representa a la mujer marginada y patologizada por el patriarcado al desviarse de la normatividad impuesta al género femenino. En contraposición a la imagen dócil, servicial, asexuada y pasiva, la loca del desván personifica la rabia, la monstruosidad, la rebeldía y, por supuesto, la locura.
El pària urbanx és un cos que apareix marginat en la ciutat moderna. Representa una vida apartada de l’espai i imaginari públics i, en conseqüència, una vida que és controlada i delimitada per un marc legal, social i econòmic.
En la región del Istmo de Tehuantepec, prevalece un sistema de clasificación de géneros que es anterior a la colonización española y se escapa del binarismo occidental. Así, de acuerdo con Luanna Barbosa, se identifican las siguientes categorías de género en la cultura zapoteca: nguiu (hombre), gunaa (mujer), muxe’ (hombre-mujer), y nguiu’ (mujer masculina) (21).
Jack Halberstam proposa el concepte trans* al seu llibre Trans*: a quick and quirky account of gender variability (2018) en resposta a les limitacions i problemàtiques vinculades amb la categorització de les subjectivitats trans*.
El término juifemme («judimujer» en su traducción al castellano), acuñado por Hélène Cixous en La llegada a la escritura (2006) es un neologismo que combina las voces francesas juif (judío) y femme (mujer). En su sentido más literal, viene a asemejarse a la contracción coloquial francesa je suis femme (soy mujer). Pero la brillantez de este concepto reside en la doble lectura que permite.
La mujer helada es aquella que habita un cuerpo leído por el patriarcado como útil para limpiar, alimentar, gestar y cuidar. Así es la protagonista de La mujer helada (2015), una autosociobiografía de Annie Ernaux. Su soledad, cansancio, aburrimiento y marginalidad encajada en los confines del hogar, junto a la idealización maternal de tal exclusión, la convertirán en una paria petrificada, una paria en proceso de devenir consciente de haberse tragado el cuento feliz y engañoso especial para mujeres: casarse es realizarse.
A Vidas desperdiciadas. La modernidad y sus parias (2005), el sociòleg Zygmunt Bauman elabora el concepte residuos humanos en referència a les poblacions supèrflues d’emigrants, refugiats i altres paries com a conseqüència inevitable de la modernització i del progrés econòmic que aquesta comporta. Bauman remet a un règim de deixalles fins aleshores inèdit, resultat d’un procés històric que du el progrés per bandera (Talens).
El término outsider pesa sobre las cuerpas de toda identidad paria, término que —a fuerza de uso reiterado de exclusión— ha sido reapropiado como espacio discursivo fundador de identidades hasta el momento no institucionalizadas. Hace referencia, a la vez, a todo lo que ha sido constituido como “lo otro”, “lo ajeno”, “lo extranjero”, siendo empleado para hacer referencia a toda aquella que no se ajusta a lo que ha sido establecido arbitrariamente como norma imperante y pretendidamente hegemónica. Esta normatividad es lo que la autora denomina “norma mítica” (Lorde 123).