En la región del Istmo de Tehuantepec, prevalece un sistema de clasificación de géneros que es anterior a la colonización española y se escapa del binarismo occidental. Así, de acuerdo con Luanna Barbosa, se identifican las siguientes categorías de género en la cultura zapoteca: nguiu (hombre), gunaa (mujer), muxe’ (hombre-mujer), y nguiu’ (mujer masculina) (21).

Jack Halberstam proposa el concepte trans* al seu llibre Trans*: a quick and quirky account of gender variability (2018) en resposta a les limitacions i problemàtiques vinculades amb la categorització de les subjectivitats trans*.

El término juifemme («judimujer» en su traducción al castellano), acuñado por Hélène Cixous en La llegada a la escritura (2006) es un neologismo que combina las voces francesas juif (judío) y femme (mujer). En su sentido más literal, viene a asemejarse a la contracción coloquial francesa je suis femme (soy mujer). Pero la brillantez de este concepto reside en la doble lectura que permite.

La mujer helada es aquella que habita un cuerpo leído por el patriarcado como útil para limpiar, alimentar, gestar y cuidar. Así es la protagonista de La mujer helada (2015), una autosociobiografía de Annie Ernaux. Su soledad, cansancio, aburrimiento y marginalidad encajada en los confines del hogar, junto a la idealización maternal de tal exclusión, la convertirán en una paria petrificada, una paria en proceso de devenir consciente de haberse tragado el cuento feliz y engañoso especial para mujeres: casarse es realizarse.

A Vidas desperdiciadas. La modernidad y sus parias (2005), el sociòleg Zygmunt Bauman elabora el concepte residuos humanos en referència a les poblacions supèrflues d’emigrants, refugiats i altres paries com a conseqüència inevitable de la modernització i del progrés econòmic que aquesta comporta. Bauman remet a un règim de deixalles fins aleshores inèdit, resultat d’un procés històric que du el progrés per bandera (Talens).

El término outsider pesa sobre las cuerpas de toda identidad paria, término que  —a fuerza de uso reiterado de exclusión— ha sido reapropiado como espacio discursivo fundador de identidades hasta el momento no institucionalizadas. Hace referencia, a la vez, a todo lo que ha sido constituido como “lo otro”, “lo ajeno”, “lo extranjero”, siendo empleado para hacer referencia a toda aquella que no se ajusta a lo que ha sido establecido arbitrariamente como norma imperante y pretendidamente hegemónica. Esta normatividad es lo que la autora denomina “norma mítica” (Lorde 123).

Audre Lorde defensa que la ràbia i l'enuig són respostes licites cap a actituds racistes. En el seu text principal, on parla dels possibles usos d’aquesta ràbia, posa exemples d’actituds racistes dins el feminisme. Ens explica com algunes dones blanques, que es consideren feministes, es posen incòmodes davant d’ella quan els recorda que la seva actitud és racista, o que el seu feminisme no la té en compte.

La colonització per part dels imperis europeus d'Amèrica del Nord o Turtle Island (nom indígena del territori) va suposar l'aniquilació i substitució d'uns modes de vida i organització social ancestrals dels natius en favor de la nova moral judeocristiana promulgada per l'home blanc. Entre els nombrosos fets socioculturals esborrats s'inclourà el sistema de classificació del gènere que aquestes nacions havien vingut desenvolupant històricament.

Monique Wittig, tal y como constata en El pensamiento heterosexual y otros ensayos (Egales 2006), tiene una visión materialista del feminismo (teorizada, por primera vez, por Christine Delphy). La dominación de los hombres sobre las mujeres (el patriarcado), es analizado como una lucha de clases entre las categorías de sexo ‘mujer’ y ‘hombre’, que, para la autora, no son más que “categorías políticas y económicas” (Wittig 40) que toman sentido únicamente bajo el sistema político, económico e ideológico de la heterosexualidad.

Lejos de remitir a un estado indeseable o pasivo, el fracaso que propone Jack Halberstam representa un proceso, un verbo, una manera de vivir y de resistir a la estricta hegemonía que marca el éxito. Para definir el fracaso, defiende el autor, es necesario comprender el éxito, alineado con el discurso heterocentrado, occidental, (re)productivo y capitalista. Así, el fracaso supone no sólo una ruptura con dicho discurso, sino también una amenaza para su reproducción.