El amoníaco líquido es un buen disolvente para muchos compuestos orgánicos con un amplio rango de polaridades, y también para metales como litio, sodio, potasio o calcio. Las disoluciones de estos metales en amoníaco líquido se utilizan en la reducción de grupos funcionales como sistemas aromáticos, sistemas conjugados, grupos carbonilo o grupos acetilénicos o en la escisión de éteres bencílicos, éteres alílicos o tioéteres.
Otra aplicación importante del amoníaco líquido es la formación de amiduros de los metales alcalinos (LiNH2, NaNH2 o KNH2). En estos casos se añade al amoníaco líquido Fe(III) como catalizador:
2Na + 2NH3 → 2NaNH2 + H2
Los iones amiduro son bases muy fuertes que pueden ser usados en la eliminación de halógenos de compuestos halogenados para obtener alquenos o alquinos, y en la generación de aniones reactivos a partir de acetilenos terminales o compuestos con átomos de hidrógeno en alfa a grupos carbonilo o nitrilo, entre otros. Los amiduros metálicos también se pueden utilizar en la formación de otras bases importantes como trifenilmetiluro de sodio a partir de amiduro de sodio y trifenilmetano.
Aunque los amiduros son frecuentemente utilizados como suspensiones en amoníaco líquido, se puede añadir un codisolvente como dietil éter o tetrahidrofurano para facilitar la disolución del sustrato orgánico.