El amoníaco líquido tiene un punto de ebullición de –33°C y posee un elevado calor de vaporización, lo que evita que se evapore con rapidez. Estas propiedades permiten que se pueda utilizar como disolvente sin excesivos problemas con material de vidrio convencional si se enfría el matraz de reacción, por ejemplo, con un baño de nieve carbónica en acetona.