Daniel Gil Solés
Biblioteca Pública Episcopal del Seminari Conciliar de Barcelona
Rosa, Kathy S. (ed.) (2018). «The State of America’s libraries 2018: a report from the American Library Association». American libraries, special report April. 25 p. Disponible en: <http://www.ala.org/news/state-americas-libraries-report-2018>. [Consulta: 05/05/2018].
El número de abril de 2018 de la revista American libraries, la revista de la ALA, la American Library Association, es un número monográfico dedicado exclusivamente al estado de las bibliotecas de los Estados Unidos en 2018, a hacer una fotografía de la situación en que se encuentran, y a detectar y poner encima de la mesa sus principales problemas y las tendencias actuales y futuras que se han detectado. Este año, este estudio lo ha editado Kathy S. Rosa. El monográfico se divide en las siguientes secciones: en primer lugar, se hace una introducción para, a continuación, analizar la situación de las bibliotecas universitarias, escolares y públicas. Finalmente, se analizan los problemas y las tendencias, tanto a nivel profesional como a nivel nacional de los Estados Unidos. Una situación social, cultural y económica que se enmarca en un contexto en que, tal y como se hace referencia en la presentación del informe, según el Pew Research Center, un porcentaje cada vez más elevado de la población cree que los bibliotecarios y las bibliotecarias pueden ayudarles a localizar y gestionar información de confianza y pertinente, al mismo tiempo que les proporciona un entorno seguro de trabajo y ocio.
En primer lugar, por lo que respecta a las bibliotecas universitarias, en el informe se hace referencia a los datos de 2016 que cada año elabora la ALA Association of College and Research Libraries (ACRL), y que se centran en aspectos de personal, colecciones, horas de servicio y acceso, gastos, operaciones e iniciativas. Por lo que se refiere a los gastos de personal, se destaca que en los últimos cinco años, es decir, desde 2013, un 21 % de las bibliotecas universitarias ha tenido aumentos de personal, mientras que un 19 % ha sufrido un descenso en su financiación. Destaca, además, que un 60 % de las bibliotecas universitarias norteamericanas ha sufrido un ajuste, a la baja, en sus presupuestos. En el informe se destaca que, a pesar de que dos de cada tres bibliotecas han visto recortados sus presupuestos, la creación e implantación de nuevos servicios no ha parado de crecer. Así, los principales servicios implantados estos años, y que nos pueden servir de guía, son el desarrollo web, la creación de repositorios institucionales en acceso abierto, los sistemas de aprendizaje, las humanidades digitales y la producción de medios de comunicación digital. También se hace referencia al desarrollo de servicios como la creación de MOOC (massive open online courses), los portafolios digitales, la confección de makerspaces o el diseño de Servicios de Información Geográfica. Otras cifras que merece la pena mencionar son las del acceso en que, de media, las bibliotecas universitarias abrieron 63 horas a la semana; y las del desarrollo de la colección donde destaca que, de media, estas bibliotecas gastan un 69,8 % del presupuesto destinado a adquisiciones a las suscripciones de revistas (una tendencia al encarecimiento que también apreciamos en las bibliotecas catalanas y españolas).
Por lo que se refiere a las bibliotecas escolares, se pone especial énfasis en su papel vital para la comunidad a las que sirven, y que representan una parte esencial para el aprendizaje a lo largo de la vida, tanto para alumnos como para profesores. De hecho, es justamente en las bibliotecas escolares donde los estudiantes empiezan a aprender y entienden conceptos como la privacidad, la confidencialidad, la libertad intelectual, el acceso abierto o el uso justo; conceptos todos ellos que les acompañarán durante toda su vida. Además, en el informe se destaca que desde 2015 hay en vigor la Every Student Succeeds Act (ESSA), donde por primera vez se preveía una «biblioteca escolar efectiva» en los programas y en los resultados del aprendizaje de los estudiantes. Es decir, que la biblioteca escolar se convierte en el centro proactivo en el éxito curricular, académico y de adquisición de conocimientos de los estudiantes. Por otra parte, cabe destacar que las asociaciones profesionales, en este caso la American Association of School Librarians se ha implicado de forma activa, liderando la implantación de esta ley en todos los estados del país.
En tercer lugar, por lo que respecta a las bibliotecas públicas, se destaca el servicio y su papel absolutamente fundamental en la vitalidad y expansión de las ciudades y pueblos donde se ubican; y destaca dos ámbitos: por una parte, en la reducción de la brecha digital por motivos económicos (resultando el principal proveedor de acceso a Internet y a ordenadores); y por otra, en la ampliación del acceso a la información, en este caso, a la información sanitaria. Por lo que se refiere al primer ámbito, en el informe se destaca la creación y el impulso del programa DigitalLearn.org, que quiere ayudar a estudiantes y familias con ingresos bajos a que puedan acceder y usar la tecnología en igualdad de condiciones, y que tengan niveles óptimos en alfabetización digital. Con la misma orientación hay que destacar la estrecha colaboración que mantienen con las bibliotecas escolares, como pieza clave en el desarrollo del programa Every Child Ready to Read, que tiene como objetivo el desarrollo de la lectoescritura en los niños. Por otra parte, en lo referente al segundo ámbito, la Public Library Association (PLA) y la National Network of Libraries of Medicine (NNLM) están llevando a cabo un programa de ámbito nacional que busca mejorar la información sanitaria y médica que tienen los habitantes de los Estados Unidos (una falta de información médica que había sido detectada como una grave carencia en el sistema médico norteamericano, y que se buscaba paliar con la ayuda de las bibliotecas públicas como primer centro de sus respectivas comunidades).
A continuación, en el informe se habla de los ámbitos más relevantes que afectan a las bibliotecas norteamericanas, así como a las principales tendencias y retos a los que deberán hacer frente, siempre desde una perspectiva global a nivel macro, y siempre en un entorno estrictamente profesional. En primer lugar, el informe hace referencia a las restricciones en materia de libertad intelectual, de contenidos y de desarrollo de colecciones que está sufriendo el sector, siempre en «intentos formales de eliminar o restringir el acceso a materiales y servicios de la biblioteca». Concretamente, en el informe se habla de tres ámbitos donde se ha detectado censura: el de los libros (que es el más importante); el de otros materiales, como podrían ser las películas, las revistas, los programas, las exposiciones e incluso los recursos electrónicos y que el informe detecta que cada vez tiene más repercusión; y el tercer ámbito de pérdida de libertades hace referencia a los actos de vandalismo, como podrían ser pintadas, destrucción de mobiliario y destrucción de textos en función de la religión. En segundo lugar, se habla de la necesidad de ofrecer un servicio de calidad y personalizado tanto a jóvenes como a adolescentes (se detecta que es un público objetivo prioritario), poniendo especial énfasis en aspectos como la mentoría en medios multimedia, la diversidad y la inclusión, o el apoyo a los niños y a las familias con necesidades específicas. De todo ello se extraen los dos últimos retos: por una parte, la obligación de establecer programas específicos desde las bibliotecas para dar respuestas en todos los ámbitos posibles y, especialmente, en el de los jóvenes en tanto que futuros adultos usuarios de la biblioteca y de todos los servicios públicos en general; y por otra, hacerlo en un entorno sostenible y que permita su aplicación a lo largo del tiempo, es decir, que todo se planifique a largo plazo.
En el último apartado del informe se mencionan los principales retos que ha identificado la ALA en sus acciones a nivel político, como lobby que actúa en el ámbito nacional de los EEUU y que intenta influir en la agenda política. Es decir, que para la ALA el advocacy forma parte inseparable de su acción corporativa y de defensa y promoción de la profesión. Así, entre las tendencias futuras que de alguna u otra manera afectaran a las bibliotecas de los Estados Unidos, la ALA ha identificado las siguientes: un envejecimiento progresivo y constante de la población; un aumento de las desigualdades sociales; y una omnipresencia cada vez más importante del aprendizaje en línea. Para hacer frente a todos estos retos, se apunta la necesidad que los espacios, los edificios y los programas de las bibliotecas puedan ayudar a las personas a encontrar, conjuntamente, la ayuda necesaria para sus respectivas vidas y que, al mismo tiempo, permita un impulso del diálogo permanente que sirva para romper estas desigualdades sociales que cada vez están más presentes en nuestras sociedades. Sin duda, esta posición ofrece a las bibliotecas una posición privilegiada dentro de sus comunidades como importantes centros económicos y generadores de oportunidades para todo el mundo.
De la lectura del informe puede desprenderse la conclusión que el estado de las bibliotecas, los retos que deben afrontar, y las tendencias futuras en las que se verán inmersas no son muy distintas de la situación que podemos tener aquí en Cataluña o en el Estado español. Y por extensión en el mundo occidental. En el fondo, todos los profesionales estamos detectando, con matices locales, las mismas preocupaciones y necesidades casi idénticas respecto a nuestra profesión y a los equipamientos y servicios en los que trabajamos. En este sentido, nada nuevo a destacar. No obstante, sí que encuentro relevante el hecho de que las bibliotecas se están convirtiendo (si no lo han hecho ya) en instituciones en las que se puede confiar. En tiempos de la denominada posverdad, de pérdidas de libertades sociales, de las fake news y de la información en general poco o nada contrastada y trabajada, vemos cómo la sociedad está perdiendo referentes informativos y a los medios de comunicación cada vez se les cuestiona más su supuesta imparcialidad (que aparece, a ojos de la opinión pública, como parcialidad a favor de los poderes fácticos). En este contexto, hay que valorar que la sociedad vea las bibliotecas como instituciones en las que poder confiar, en las que se puede encontrar y buscar información fiable y contrastada, en un ambiente de libertad intelectual y de neutralidad política y cultural. Pienso que este es un elemento de un valor estratégico extraordinario, que debemos saber aprovechar para que signifique un punto de inflexión en positivo en la visión que ofrecemos a la sociedad y en la percepción que la misma tiene de nosotros. Hay que continuar fortaleciendo este sentimiento de confianza hacia las bibliotecas como un elemento crítico del éxito de la profesión.