Xavier Agenjo Bullón
del Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos
Director de Proyectos de la Fundación Ignacio Larramendi
Al igual que parece existir un desconocimiento generalizado de que todo papel fabricado a partir, digamos, del segundo tercio del siglo XIX posee un pH ácido que va produciendo su degradación espontánea y que hará que muy pocos libros, documentos, etc., sobrevivan al siglo XXI y a pesar de que existe una norma para fabricar papel no ácido conforme a la norma ISO 9706:1994, parece existir un desconocimiento absoluto sobre los problemas que pueden darse para volver a utilizar información digital pasado ya algún tiempo. Alguna noticia aislada sobre determinados archivos de la NASA de los años 60 que no han podido recuperarse; problemas en Inglaterra sobre la ilegibilidad de ciertos CDs e incluso DVDs; en resumen, nada.
Sin embargo, y al igual que para combatir los problemas del papel ácido existe una normativa ISO, la 14721:2003 que corresponde al modelo desarrollado por el Consultative Committee for Space Data Systems (CCSDS) Reference Model for an Open Archival Information System (en fase de revisión, por cierto) que permitiría, siguiendo determinados procedimientos y protocolos, asegurar la consulta y reutilización de esa gigantesca cantidad de información digital que no para de crecer. El autor de esta reseña estuvo recientemente en las XI Jornadas sobre Tecnologías de la Información para la Modernización de las Administraciones Públicas y no dejó de admirarse que dentro del am plio conjunto de aplicaciones para llevar a cabo transacciones entre el ciudadano y la Administración en todos los niveles de la Administración Pública (estatal, autonómica y municipal) estuviera prevista ninguna medida de preservación digital a largo plazo. Desde luego, en la documentación que se ofrecía al visitante no había la menor referencia y cuando consulté directamente a quiénes mostraban sus proyectos que por su volumen podrían presentar en un futuro problemas de recuperación, lo más que obtuve fueron algunas consideraciones sobre archivos de salvaguardia o sobre la ubicación de copias en diferentes lugares, presuntamente seguros.
Por el contrario, la Guide to Distributed Digital Preservation, editada por Katherine Skinner y Matt Schultz, supone toda una estrategia perfectamente definida sobre como llevar a cabo el proceso de preservación digital. Quizá la palabra clave sea la palabra distribuido que en el gráfico de la portada y usando una técnica que recuerda a las nubes de etiquetas o a las tripletas RDF, la palabra preservation tiene el mismo tamaño que distributed. No puedo dejar de recordar aquí determinada intervención en las I Jornadas de Preservación del Patrimonio Digital (primeras y últimas), que se celebraron en el Ministerio de Cultura del 14 al 16 de marzo de 2006, en las que la ponente norteamericana Laura E. Campbell (Associate Librarian for Strategic Initia tives. Library of Congress) dejó muy claro que en su opinión una tarea tan importante como la de la preservación sólo podía llevarse a cabo de forma cooperativa. Por cierto, que en esas Jornadas tuvo lugar la presentación del repositorio que hoy recibe el nombre de Hispana y que recoge 2,381,605 objetos digitales de 128 repositorios (a fecha 16 de julio de 2010)…, sin ningún tipo de política de preservación digital, a pesar de que buena parte de ellos cuentan con metadatos PREMIS (Preservation Metadata Implementation Strategies) que, sin duda, constituyen un primer paso en la dirección correcta hacia un repositorio OAIS.
En la buena práctica anglosajona A Guide to Distributed Digital Preservation contiene un roadmap a modo de resumen ejecutivo en el que se describen el contenido de los ocho capítulos. Hay una salvedad que los editores hacen desde un primer momento. Afirman que se trata de personas que tratan, que se ocupan de los problemas de preservación en la práctica y que por lo tanto las soluciones que ofrecen no son las únicas que pudieran existir, sino las que ellos aplican y conocen en detalle. Y es una advertencia muy oportuna porque hay que tener en cuenta que la mayoría, por no decir la totalidad de la guía gira en torno al software LOCKSS (Lots of Copies Keep Staff Save) desarrollado por las bibliotecas de la Universida d de Stanford.
Ya en el capítulo 2 se cita al hablar de la arquitectura de los sistemas distribuidos de preservación del modelo de referencia para un Open Archival Information System (OAIS) que ya he citado más arriba. Cómo se ajusta el software LOCKSS dentro de ese modelo es el contenido del capítulo. También en buena práctica anglosajona hay todo un capítulo, el cuarto, dedicado a las consideraciones organizativas. Me temo que a la hora de aplicar este modelo tan eficaz y tan práctico no serían los problemas derivados de la organización el menor de los escollos que habría de sufrir un proceso similar en el estado español. La soluciones que ofrecen son sencillas y cargadas de sentido común.
Buena parte del resto del documento está dedicado a las características técnicas de LOCKSS y me temo que ni siquiera su lectura, sino su aplicación al menos en modo de prototipo pueden dar una idea clara para conocer con suficiente detalle el software.
Existe, por último, un capítulo, el octavo, dedicado a un problema que también existe a la hora del establecimiento de un proyecto de preservación digital distribuída, el copyright. El autor del capítulo, sabiamente, dice que si no es posible solventarlo de un modo perfecto, quizá lo sea de forma funcional. Cualquiera diría que tiene presente la famosa frase de Mark Twain de que solo hay una cosa imposible para Dios, hacer inteligibles las distintas leyes de propiedad intelectual que existen en el mundo.