Daniel Gil Solés
Biblioteca Pública Episcopal del Seminari Conciliar de Barcelona
Australian libraries: the digital economy within everyone’s reach (2017). Canberra: Australian Library and Information Association. 28 p. Disponible en: <https://www.alia.org.au/sites/default/files/Australian%20Libraries%20-%2.... [Consulta: 29/09/18].
Las bibliotecas (en todas sus diferentes tipologías) se han convertido, en la actualidad, en actores indispensables y críticos de la nueva economía digital. Y es que cada biblioteca, en su ámbito de actuación y en su comunidad correspondiente, es ya una vanguardia que integra y acoge en igualdad de condiciones a todo el mundo en esta economía que, lejos de ser una novedad, ya es una realidad plenamente consolidada. Y esta integración no se da tan solo en un ámbito estrictamente social, sino que, y esta sí que es la novedad, también hay una integración cada vez más evidente y necesaria en las dinámicas económicas de país y, más concretamente, en el sector de la economía de la información, haciendo que el peso económico de las bibliotecas, y de los procesos y acciones que se desarrollan en ellas, sea cada vez más importante.
Así lo entiende también la ALIA, la Australian Library and Information Association, en su informe Australian libraries: the digital economy within everyone’s reach donde destaca precisamente esto, que las bibliotecas australianas permiten que esta economía digital esté al alcance de todos, remarcando la necesidad que sea una acción coordinada, integradora y transversal de todo tipo de bibliotecas. Así lo expresa ya en la introducción del informe: «Aunque este informe es básicamente sobre las bibliotecas públicas y la economía digital, también es importante tener en cuenta la parte vital que tienen las bibliotecas escolares conduciendo niños y jóvenes en su viaje hacia al descubrimiento digital. Las bibliotecas estatales y territoriales juegan un papel vital a la hora de preservar y promover la peculiar historia de Australia. En las universidades, las bibliotecas han sido el banco de pruebas de innovación digital en apoyo de estudiantes, académicos e investigadores, y en la industria, el gobierno, la salud y el derecho, las bibliotecas especializadas han tomado recursos digitales para ofrecer información rápida en los mostradores de sus clientes» (p. 5). En efecto: aunque el informe se centra en el impacto económico y social de las bibliotecas, hay que tener siempre presente que todas las bibliotecas en todos los ámbitos generan también impacto económico y social, y que por lo tanto hay que establecer políticas conjuntas e integradoras para maximizar todavía más este impacto.
En este sentido, las asociaciones profesionales (en Cataluña el COBDC) juegan un papel destacado, han de ser líderes y han de ser capaces de implicar los gobiernos en forma de liderazgos y de políticas activas en esta dirección. En el informe, por ejemplo, se destaca el impacto del sector de la información en Australia: la ALIA tiene unos 5.000 asociados; hay 13.650 bibliotecas en todo el país; trabajan en ellas 27.500 personas; todas las bibliotecas han registrado 12,9 millones de usuarios. Y el dato estrella: se calcula que las bibliotecas y el mercado de la información en Australia representa 2,8 billones de dólares australianos, que al cambio son unos 1.743 millones de euros. Desconozco si hay datos parecidos referidos a Cataluña y España; en todo caso, sería muy interesante conocerlos y poder hacer comparaciones (que no siempre suelen ser odiosas...).
El informe se estructura alrededor de cinco grandes áreas: la inclusión digital a través del acceso igualitario y para todo el mundo que proporcionan las bibliotecas; la alfabetización digital e informacional; la neutralidad que representan las bibliotecas; el apoyo a la innovación en la industria y el gobierno; y la superación de barreras. En todas ellas podemos leer ejemplos reales prácticos de experiencias desarrolladas por toda Australia. Veremos brevemente cada una de estas grandes áreas.
En cuanto a la inclusión digital, se destacan tres importantes hitos: por una parte, las bibliotecas son de facto una infraestructura digital nacional, con 1.630 bibliotecas públicas, que reciben cada año más de 114 millones de visitas, que disponen de más de 13.000 ordenadores con acceso a Internet y en las que un 70 % disponen de acceso Wi-Fi gratuito. Por otra parte, y como consecuencia del primer hito, las bibliotecas sirven para reducir la divisoria digital. Y, para terminar, sirven de apoyo para el impulso y el apoyo a las políticas digitales y de e-govern. Además, en este proceso de inclusión digital las bibliotecas potencian y ayudan a las personas a explorar todas las oportunidades que la economía digital proporciona, creando maker spaces, o impartiendo clases de programación o robótica para todas las edades.
La segunda gran área analiza aspectos referidos a la alfabetización digital e informacional, y el papel clave que suponen las bibliotecas. Lo hace poniendo énfasis en las diferencias regionales y geográficas en Australia, o si se tienen en cuenta los diferentes niveles socioeconómicos; y cómo las bibliotecas ayudan a impulsar la alfabetización, reduciendo y minimizando todos estas diferencias. Entre otras acciones que impulsan las bibliotecas, en el informe se habla del préstamo de libros digitales: en los últimos cinco años se ha experimentado un gran aumento de títulos disponibles, hasta llegar a los más de 1,1 millones; no obstante, este aumento no ha ido en paralelo a un aumento del préstamo, dado que representan tan solo el 2 % de los préstamos totales anuales. También se destacan las sesiones de formación en tecnología, aspecto que desarrollan 2/3 de las bibliotecas públicas australianas. Para terminar esta sección, se remarca la importancia de las bibliotecas escolares en la promoción y el impulso de la alfabetización digital, como parte integral de los currículums académicos.
La tercera área de la que habla el informe hace referencia a la neutralidad, a la confianza y al espacio seguro que representan las bibliotecas y los bibliotecarios y las bibliotecarias que las gestionan. No se trata de aplicar todo esto tan solo a las habilidades prácticas relacionadas con Internet y la alfabetización digital, sino que en conjunto todo va más allá: entran aspectos éticos, culturales y de buen uso de todo el mundo digital. Y se percibe muy claramente que los bibliotecarios podemos jugar un muy buen papel. En este sentido, se habla de dos proyectos desarrollados en Australia: el eSmart Libraries, con una dotación de ocho millones de dólares australianos y que implicó más de 1.000 bibliotecas públicas de todo el país; y del eSafe Spaces, un proyecto gubernamental desarrollado entre 2016 y 2017 en Canberra y Tasmania.
Posteriormente, la cuarta área habla del apoyo a la innovación en la industria y el gobierno que representan las bibliotecas, y lo hace con unos ejemplos: el de la Australian National University Library; la State Library of Queensland; la LINC Tasmania, Australian Bureau of Statistics; y el Cove Civic Centre, Hallett Cove. Finalmente, la información menciona cómo las bibliotecas pueden ayudar a superar las barreras, y lo ejemplifica la reforma de las leyes australianas de copyright, y de cómo esta reforma servirá para impulsar y facilitar todavía más la revolución y la transformación digital.
En las conclusiones, se destaca la situación privilegiada de las bibliotecas, que se encuentran entre las organizaciones más bien preparadas, más equipadas, con más reconocimiento social y comunitario y con más experiencias para afrontar con las máximas garantías de éxito los retos de innovación y adaptación que supone la nueva economía digital. Una situación privilegiada, además, que se desarrolla en un entorno que es muy bien valorado y necesario: el de la seguridad, la neutralidad y la confianza que proporcionan las bibliotecas y los excelentes profesionales que trabajan en ellas. Con el ejemplo australiano, se demuestra que las bibliotecas pueden y han de ser el elemento nuclear, el elemento crítico, de la nueva economía digital y de las políticas para su desarrollo y planificación; y deben serlo con una voluntad integradora, garantizando que todo el mundo tenga un acceso igualitario al mundo digital, sin que se vean limitadas sus oportunidades.