Janet Finch (Chair) / Accessibility, sustainability, excellence: how to expand access to research publications: Report of the Working Group on Expanding Access to Published: Research Findings: Report of the Working Group on Expanding Access to Published Research Findings // 2012
http://apo.org.au/sites/default/files/Finch-Group-report-FINAL-VERSION.pdf
resum executiu a:
http://www.researchinfonet.org/wp-content/uploads/2012/06/Finch-Group-report-executive-summary-FINAL-VERSION.pdf
Parafraseando Rayuela de Julio Cortázar, podemos decir que el ideal de la OA ha sido llevado "en alas de la fantasia hasta el borde mismo del horizonte".
El informe del comité de expertos presidido por Janet Finch sobre cómo expandir el acceso a los resultados publicados de la investigación considera que la OA es el horizonte cercano en el que se situará la comunicación científica.
Desde junio de este año que se publicó el Informe Finch -seguramente como Rayuela- ha sido más citado que leído, y -también como la novela de Cortázar- puede leerse de principio a fin o trazándose un recorrido personal hecho de los diferentes capítulos. Puede leerse se también el resumen ejecutivo que ha sido publicado independientemente del informe, resumen incluido también en la versión completa del informe.
El informa trata de 'cómo conseguir que cualquier persona que quiera acceder a las publicaciones resultados de la investigación pueda hacerlo de la mejor manera posible y de la forma más rápida que se pueda'. Destacamos de entrada que la preocupación de los redactores no es sólo el acceso a la información científica por parte de los científicos sino por parte de toda persona que quiera. El punto de partida (que no se argumenta) es que la innovación produce beneficios económicos y mejoras sociales, y que, una de las maneras de fomentar la innovación es facilitar el acceso (o eliminar las barreras al acceso) a los resultados que produce la investigación.
El primer capítulo hace un breve resumen de los principios en los que se mueve la comunicación científica y destaca que en los últimos años las mejoras en accesibilidad a la información de investigación han sido muy altas. Sin embargo, las mejoras no han sido para todos ni tampoco han dado respuesta a las necesidades de uso de la información que la tecnología hoy permite y los científicos necesitan. El OA es la solución que el informe asume como lógica en el contexto tecnológico y social actuales y de ahí que el objetivo del grupo de trabajo sea hacer recomendaciones "que aceleren el proceso de transición a un acceso amplio [a la información de búsqueda] tomando medidas que permitan lograrlo de forma sostenible". El 2º (y muy breve capítulo) explica el alcance del informe y justifica que se centre en los artículos de revistas y se dejen un poco de lado las monografías y la literatura gris.
El capítulo 3 analiza los grandes cambios que se han producido en los últimos 20 años en la forma como 'los resultados de la investigación se producen, difunden, gestionan, consumen y preservan'. Se repasan los principales factores económicos que ha influido (el gran crecimiento cuantitativo de la investigación y su internacionalización), los tecnológicos (la revolución digital y la nueva forma de comprar a través de consorcios) y los sociales y políticos. Entre estos últimos, el informe destaca la tendencia a querer tener la información en flujo libre ('information wants to be free'), la desintermediación los roles tradicionales y el cambio fundamental ocurrido en las expectativas (la información es abundante y ya no escasa). Este contexto ha generado el movimiento del Acceso Abierto, movimiento que se expresa a través de repositorios, revistas, políticas de entidades financiadoras y de instituciones y que afecta a los editores y a las sociedades científicas.
El capítulo 4 hace un análisis de cuál es la situación actual de la accesibilidad a la información científica en el Reino Unido. El informe hace el interesante ejercicio de cuantificar la investigación que se hace y el coste que tienen las suscripciones hechas a revistas. Se describen las características y debilidades de los mecanismos por los que los investigadores ingleses acceden a la información: los acuerdos consorciados de suscripción, el pago por visionado, los repositorios, las revistas OA y las monografías. Finalmente se analizan las barreras de acceso por parte de los diferentes sectores (educación superior, sanidad, centros gubernamentales, empresas, asociaciones y público en general).
El capítulo 5 trata las políticas que habría que emprender de cara a tener un acceso generalizado a la información científica. La principal es que la comunicación y la difusión de los resultados de la investigación son una parte integrante de la misma y que hay que incluir los costes que resulten en los presupuestos de investigación.
El siguiente capítulo es de los más interesantes. Describe los puntos de partida del trabajo del grupo, el principal de los cuales es que incrementar el acceso a los resultado de la investigación controlados por un sistema de calidad conlleva beneficios económicos y sociales. Bajo este principio base, se desarrollan otros en el entorno del acceso, la calidad y el coste. La idea general de los primeros es que hay que incrementar el acceso de la investigación realizada en el Reino Unido desde todas partes y, al mismo tiempo, el acceso a las publicaciones científicas mundiales desde el Reino Unido. La idea clave sobre el segundo es que un sistema efectivo de comunicación científica debe garantizar la calidad de los resultados obtenidos y asegurar la innovación en los servicios de acceso. Las dos ideas clave para los principios económicos es que una edición científica de calidad tiene coste y que, por ejemplo tanto, los editores deben tener ingresos, y al mismo tiempo que los costes deben ser sostenibles para el sistema de enseñanza superior y de búsqueda.
El incremento del acceso a la información científica puede lograrse a través de tres mecanismos que son tratados en el capítulo 7. Son las revistas OA, la extensión de las licencias consorciadas y los repositorios. Las consideraciones hechas para cada mecanismo son interesantes. Respecto a las revistas OA el informe se centra en las dificultades del sistema actual para pagar las tasas para publicar en revistas OA. Respecto a la extensión de licencias yo destacaría la voluntad de los redactores de proponer medidas que extiendan el acceso a la totalidad de la sociedad, lo que les lleva a proponer que las revistas de editores comerciales y sociedades científicas puedan consultar libremente dentro de las paredes de las bibliotecas públicas. El apartado dedicado a los repositorios destaca varias debilidades: que el nivel de archivo a repositorios es bajo, que sus contenidos no están indexados en bases de datos y que los servicios de acceso que ofrecen no siempre tienen una calidad suficiente.
Las conclusiones y recomendaciones se encuentran en el cap. 8º. Si el horizonte de la comunicación científica es el OA, de lo que se trata es de acelerar la transición, una transición que -inevitablemente- tendrá costes asociados. De entre los mecanismos propuestos para lograrlo, el informe se decanta claramente (y esto lo ha hecho especialmente polémico) por el modelo de publicar en revistas OA financiadas por tasas de los autores. La extensión de las licencias se contempla como un mecanismo transitorio, y el archivo los repositorios como uno complementario. El capítulo concluye con un análisis de los costes de las medidas propuestas1 que no resumiremos aquí.
El capítulo final está dedicado a la estrategia de implementación que hace recomendaciones a los diferentes actores implicados en la transición hacia la OA: gobierno y agencias financiadoras, universidades, editores y sociedades académicas. Algunos de los anexos del informe son interesantes. Por ejemplo el D, que esquematiza los puntos fuertes y débiles de cada uno de los tres mecanismos para alcanzar el OA tratados en el informe, o el E, hecho por Cambridge Economic Policy Associates, que presenta diferentes modelos económicos de coste de la transición dependiendo de los valores que tomen algunas variables (como puede ser el importe de la tasa por publicar).
El informe Finch no es nada despreciable. Ha tenido un impacto mediático sorprendente, teniendo en cuenta que este tipo de informes difícilmente trascienden a la prensa. En mi opinión, tiene varios puntos fuertes y un par de debilidades.
El primer acierto es situar la OA como punto de destino y centrar los análisis en los caminos para llegar y los costes asociados. El acceso abierto ha conseguido en poco tiempo situarse como un paradigma de futuro. Las editoriales comerciales han pasado de acercarse tímidamente a abrazarlo como modelo de negocio. Ha pasado de ser considerado un modelo alternativo y minoritario a considerarse dominante a corto plazo. El informe Finch no dedica mucho tiempo a argumentar esto y si mucho trazar vías para hacerlo posible.
Destacaría la importancia que el informe da a la calidad que debe tener el sistema de comunicación científica del futuro así como los mecanismos facilitadores del acceso y del uso de la información. Éstos tienen coste y las conclusiones del grupo de trabajo optan por consolidar un modelo que garantiza ingresos a los editores (comerciales y no comerciales), ingresos que éstos revertirán, en parte, el aseguramiento de la calidad ya la innovación.
Finalmente, los redactores del informe tienen el valor poco frecuente de incluir las licencias entre los mecanismos aseguradores de un acceso amplio a la información científica y de pedir una extensión de este acceso a la práctica totalidad de la población y no sólo los científicos. Los contratos, muchas veces consorciados, a paquetes de información -los llamados 'big deals'-han tenido el efecto innegable de mejorar mucho el acceso a la información por parte de bastante gente. Como mecanismos comerciales y no tecnológicos que son, han sido injustamente menospreciados y lo han sido más por motivos ideológicos que no prácticos. El informe Finch no cae en este error. En segundo lugar, la búsqueda no se escapa de la desigualdad social que lamentablemente está presente en nuestra sociedad. En resumen: hay pobres y hay ricos, en relación al acceso a la información. El informe Finch propone medidas para extender el acceso no sólo a los investigadores bien servidos para trabajar en universidades de prestigio, sino también a investigadores y profesionales del ámbito de la salud, personas que trabajan en centros del gobierno y al público en general (a través de las bibliotecas municipales).
Los principales puntos débiles2 son a mi entender dos: el éxito de las recomendaciones del informe depende de que sean seguidas por otros países y las propuestas, al querer mantener el sistema de calidad e innovación actuales, acaba manteniendo también el actual estado del oligopolio en la edición científica.
El primero se deriva del mecanismo de la solución: si pasa de pagar quien escribe en lugar de hacerlo quien lee, el peso económico del sistema de comunicación científica pasa a recaer en quien más publica. Si a este hecho se le suma el que en la edición científica hoy la coautoría internacional es una realidad, los ahorros de la solución se encuentran si ésta es asumida como no sólo por un país sino por una amplia mayoría. Los redactores del informe son consciente de esta debilidad y confían en que una política decidida en el Reino Unido en este sentido sea el detonante de su generalización.
El segundo. Buena parte de las disfunciones del sistema actual se encuentran en un sistema que ha ido delegando la edición en empresas especializadas (editoriales comerciales). Hoy, sólo cuatro empresas (Elsevier, Springer, Taylor & Francis y Wiley) suman más de 8.000 títulos de revistas entre sus catálogos. Esto es, aproximadamente, el 50% de los títulos incluidos en el Web of Knowledge o el 33% de los de Scopus. Un porcentaje muy elevado del 'mercado' de citas acumula en estos editores. Haciéndolos imprescindibles y permiten que regulen el mercado que -junto con algunas importantes sociedades científicas- tienen se refuerza una situación de oligopolio. Las propuestas del informe Finch no cambian esta situación, más bien la consolidan.
En resumen, el informe Finch es una aportación notable a la literatura sobre la comunicación científica. Sus recomendaciones puede que no sean seguidas, pero han conseguido ser consideradas. Sus reflexiones pueden no ser compartidas, pero vale la pena que sean leídas. (Como Rayuela, por otra parte).