Ángel Borrego
Facultat de Biblioteconomia i Documentació
Universitat de Barcelona
Wolff, Christine; Rod, Alisa B.; Schonfeld, Roger C. (2016). Ithaka S+R US Faculty survey 2015. New York: Ithaka S+R. Disponible en: https://doi.org/10.18665/sr.277685. [Consulta: 20/02/2017].
Wolff, Christine; Rod, Alisa B.; Schonfeld, Roger C. (2016). UK Survey of Academics 2015: Ithaka S+R | Jisc | RLUK. New York: Ithaka S+R. Disponible en: https://doi.org/10.18665/sr.282736. [Consulta: 20/02/2017].
Esta es ya la tercera ocasión en que reseñamos en el Blok los resultados del informe trienal que la consultora Ithaka realiza sobre el comportamiento informativo de los profesores universitarios norteamericanos. La que ahora comentamos es la sexta edición de un estudio que, en Estados Unidos, comenzó a realizarse en el año 2000 y que, recientemente, ha empezado a replicarse en el Reino Unido donde ahora llega a su segunda edición.
Una pregunta clásica en este estudio pide al profesorado que identifique el recurso que utiliza de manera habitual para iniciar una búsqueda de bibliografía académica. En esta ocasión, los resultados vienen a confirmar una tendencia identificada en el año 2012: un descenso en la preferencia por bases de datos bibliográficas (Scopus, Web of Science, etc.) compensado por un aumento en el uso de motores de búsqueda (Google, para ser más claros), hasta el punto de que ambos tipos de recursos quedan igualados por primera vez en las preferencias del profesorado. Al mismo tiempo, se observa un cierto repunte en el uso de catálogos y páginas web de bibliotecas, quizá como consecuencia de la inversión realizada en la adquisición de herramientas de descubrimiento.
A pesar de que los investigadores han incorporado plenamente las revistas digitales a su entorno de trabajo, continúa sin vislumbrarse un tránsito similar desde los libros en papel hacia las monografías digitales. Los humanistas, especialmente, siguen otorgando un papel preponderante a la monografía impresa en sus actividades docentes y de investigación. Así, el porcentaje de investigadores que consideran que en los próximos cinco años el uso de los libros electrónicos será prevalente entre alumnado y profesorado se mantiene estancado y solo supera el 20 % entre los encuestados de Ciencias de la Salud.
Por lo que hace a las estrategias para el acceso a los documentos, desde la anterior edición del estudio se ha incrementado la importancia otorgada a fuentes alternativas a la biblioteca de la propia institución, como los materiales gratuitos disponibles en Internet, las subscripciones personales, las bibliotecas de otras instituciones, etc.
Los incentivos tradicionales continúan siendo el eje motor en la diseminación de los resultados de investigación, de manera que el profesorado sigue valorando especialmente la publicación en formatos tradicionales, como artículos de revista y libros, y prestan poco interés a la participación en blogs y a la interacción en la red. De hecho, son mayoría los investigadores que creen que los formatos tradicionales deben ser los mejor valorados en los procesos de evaluación, mientras que el reconocimiento otorgado a las participaciones en blogs o en redes sociales ha de ser inferior. No obstante, sí hay porcentajes significativos de investigadores que creen justo otorgar un elevado grado de reconocimiento a la creación de programas informáticos, la compilación de datos primarios e imágenes, etc.
Precisamente, un aspecto al que se ha prestado una mayor atención en esta edición del informe es la gestión y preservación de datos de investigación primarios. En torno al 90 % de los investigadores, independientemente de su ámbito de especialización, guarda este tipo de datos en su propio ordenador. Son pocos los investigadores que utilizan servicios de almacenamiento en la nube (los ejemplos mencionados en el informe son Google Drive o Dropbox) y un porcentaje residual los que dependen de la biblioteca de su institución para la conservación de los datos.
Como en ediciones anteriores, el cuestionario se cierra con algunas preguntas sobre el grado de dependencia del profesorado universitario respecto de la biblioteca. Los resultados no muestran diferencias substanciales respecto a lo observado en oleadas anteriores: en torno al 40 % de los investigadores siguen considerándose muy dependientes de la biblioteca. No obstante, y también de manera similar a lo que ya se había visto en el pasado, en torno a un 20 % de los encuestados opina que la biblioteca universitaria pierde valor a medida que se incrementa el acceso a contenidos académicos disponibles en Internet y que, en consecuencia, los recursos invertidos en bibliotecas universitarias deberían redirigirse a solventar otras necesidades, una percepción especialmente elevada entre el profesorado de Ciencias de la Salud.
Finalmente, el profesorado norteamericano cree que las competencias de búsqueda de información de sus estudiantes se han reducido y considera que las bibliotecas deberían hacer especial hincapié en ayudarlos a incrementar estas habilidades.
Los resultados de la réplica de este estudio realizada en el Reino Unido en colaboración con JISC y RLIK confirman algunos de los resultados observados en Estados Unidos, tales como la lentitud en la transición hacia las monografías digitales. Sin embargo, también se observan diferencias significativas como el incremento en el número de investigadores que preservan sus datos de investigación en repositorios institucionales, una discrepancia que podría obedecer al efecto de los mandatos de agencias de financiación que afectan a los investigadores británicos.
Los resultados del estudio británico también muestran un incremento en el uso de las redes sociales para mantenerse al día en una disciplina en detrimento de la consulta regular de nuevos números de revista o la recepción de alertas de sumarios. En otro orden de cosas, los docentes británicos sí coinciden con sus colegas norteamericanos en la importancia de la biblioteca para la adquisición de competencias informacionales entre el alumnado.