Ángel Borrego
Facultat d’Informació i Mitjans Audiovisuals
Universitat de Barcelona (UB)
Cooper, Danielle; Rieger, Oya Y. (2021). What’s the big deal?: how researchers are navigating changes to journal access. [New York, NY]: Ithaka S+R. 42 p. Disponible en: <https://doi.org/10.18665/sr.315570>. [Consulta: 25/06/2021].
Las compras consorciadas de paquetes de revistas —los llamados big deals— han sido el modelo predominante de suscripción en las bibliotecas universitarias durante las dos últimas décadas. Este formato de compra permite, con un incremento marginal del precio respecto a lo que se pagaba por recibir los títulos impresos, acceder en línea al conjunto de revistas de una editorial. No obstante, factores como el aumento de los precios o las políticas en favor del acceso abierto están llevando a numerosas bibliotecas a explorar otros modelos de contratación. Este es el caso de los acuerdos transformativos, consistentes en que las instituciones paguen a las editoriales por la publicación en acceso abierto de su producción científica manteniendo el acceso a los contenidos que requieren una suscripción. También es cierto que, desde un punto de vista financiero, el modelo no es demasiado diferente y en ocasiones se denomina a estos contratos open access big deals.
En esta etapa de transición, algunas instituciones están cancelando sus suscripciones para hacer fuerza en las negociaciones con las editoriales (véase https://sparcopen.org/our-work/big-deal-cancellation-tracking/). Esto puede conllevar un largo periodo de tiempo sin acceso a las revistas. En la Universidad de California, por ejemplo, transcurrieron más de dos años desde la cancelación del paquete de revistas de Elsevier hasta la firma de un acuerdo transformativo con la editorial.
En este contexto, la consultora Ithaka S+R ha llevado a cabo, en colaboración con diez bibliotecas universitarias norteamericanas y una alemana, un estudio para conocer las percepciones de los investigadores y orientar la toma de decisiones en relación a las compras consorciadas. Cuando se ven inmersas en este tipo de negociaciones, las bibliotecas analizan los datos de uso de sus colecciones y recogen la opinión de los investigadores, pero, una vez cancelada una suscripción, los estudios sobre el impacto de la decisión son escasos. En este trabajo se pretendía conocer, a través de 89 entrevistas en profundidad, la percepción de los investigadores que han perdido el acceso a un paquete de revistas a causa de la cancelación de una licencia consorciada o porque las negociaciones con la editorial para la renovación del acceso se han estancado.
En primer lugar, cabe destacar que el impacto negativo a corto plazo de la supresión de una suscripción es escaso. Los investigadores califican la pérdida como una «traba» o un «inconveniente», pero la mayoría encuentra la manera de soslayar el problema recurriendo al préstamo interbibliotecario —aunque consideran el servicio lento—, los contactos personales, las redes sociales académicas o SciHub. La percepción es peor entre los investigadores que no han experimentado una cancelación, pero temen padecerla en el futuro, lo que indica que, al igual que les ocurre a los bibliotecarios, tienen dificultades para anticipar de manera realista los efectos de una decisión de este tipo.
Aunque este resultado puede parecer motivo de alborozo, hay que tener presente que la mayoría de las cancelaciones son recientes por lo que sólo se han observado sus efectos a corto plazo. A medio y largo plazo, el reto es más profundo: cuando los investigadores pierden el acceso a una colección de revistas, el valor de su afiliación institucional disminuye. Es decir, los académicos observan cómo sus colegas que pierden el acceso a determinadas revistas escriben a sus compañeros en otros centros para pedir copias de los artículos que necesitan. Este comportamiento, al margen de poco sostenible a largo plazo, transmite una sensación que puede afectar a la reputación de la institución que cancela sus suscripciones.
Algunos entrevistados explicaron que acceden a los artículos gracias a los bonos de cortesía que les ofrecen algunas editoriales para las que actúan como revisores. Los participantes sugirieron la posibilidad de estandarizar esta práctica, introduciendo de forma homogénea un incentivo para revisar manuscritos del que ahora muchos carecen.
La pérdida del acceso a las revistas no implica que los investigadores cambien sus hábitos de búsqueda de información o las estrategias para mantenerse al día en sus disciplinas. Como ya han puesto de manifiesto otros estudios de Ithaka S+R reseñados en este blog, hace tiempo que las herramientas de búsqueda facilitadas por la biblioteca han perdido relevancia frente a Google Scholar y las redes sociales.
Los investigadores piden que, en caso de cancelar una suscripción, se lleve a cabo una campaña de comunicación que vaya más allá del simple correo electrónico informativo y se recoja la opinión de los académicos mediante entrevistas con las direcciones de los departamentos, encuestas al conjunto del profesorado, revisiones conjuntas de títulos para decidir cuáles conservar, etc. Los investigadores creen que esta forma de actuar incrementa la transparencia y les ayuda a entender el modelo económico en el que se sustenta el sistema de comunicación científica. Los académicos son comprensivos con las decisiones de cancelación que adoptan las bibliotecas y la extinción de las licencias no afecta a su valoración del servicio.
Los investigadores son partidarios de ayudar a las bibliotecas a poner en cuestión el statu quo del actual modelo de comunicación científica. Sin embargo, ven con incerteza las estrategias que pueden adoptar las bibliotecas para avanzar hacia nuevos sistemas de comunicación, muestran confusión respecto a los modelos de publicación en acceso abierto y expresan frustración por las elevadas tasas de edición (article processing charges, APC) que aplican las editoriales.
El informe finaliza con una docena de recomendaciones articuladas en torno a tres ejes: evaluar el impacto de la cancelación (incluyendo la valoración del uso de preprints o el efecto a largo plazo de las cancelaciones si los colegas de otras instituciones también pierden el acceso a las revistas); comunicar las decisiones (con un plan robusto, que evidencie transparencia en la toma de decisiones y sirva para recabar el apoyo de los académicos); y prever el papel futuro de la biblioteca (incluyendo las alternativas para acceder a los contenidos o su rol en la gestión de las tasas de edición para la publicación en acceso abierto).