Tras el derribo de las murallas en 1854-1856, la ciudad organizó un «ensanche» entre el casco antiguo y los pueblos de la llanura, a partir del proyecto, posteriormente modificado, de Ildefons Cerdà, aprobado por real orden en 1859. Poco a poco, la burguesía fue construyendo sus residencias en aquella «nueva ciudad» y se fue potenciando el carácter residencial de élite de las calles próximas al paseo de Gracia. Con el tiempo, el Eixample fue acogiendo equipamientos para diversos usos (la Universidad, el nuevo Seminario Conciliar e industrias familiares como la fábrica Batlló), potenció el carácter comercial de algunos de sus paseos (rambla de Cataluña, paseo de Gracia) y creció a derecha e izquierda a partir del sector central. La puesta en marcha del Plan Cerdà representa un gran empuje constructor que genera la ejecución de nuevos trabajos artísticos, encargados a nuevos talleres y escuelas, como la Escuela de Arquitectura de Barcelona.
Este momento de expansión industrial y urbana, en plena efervescencia cultural de la Renaixença, va acompañado del impulso de los estudios de Ingeniería y Arquitectura.
Precisamente, el primer director de la nueva Escuela Universitaria de Arquitectura fue Elias Rogent, arquitecto prolífico y polifacético que contribuyó de modo muy significativo a la formación de los grandes arquitectos modernistas posteriores. Rogent es precisamente quien recibe el encargo de construir un nuevo edificio para la Universidad, vista la falta de espacios denunciada insistentemente y las malas condiciones del antiguo convento del Carmen, que albergaba las dependencias universitarias desde el restablecimiento de la Universidad en la ciudad (1842).
En un primer momento, la intención era construir un edificio de nueva planta en el solar del convento del Carmen, ya que se consideraba que un edificio de tanta importancia y monumentalidad únicamente podía emplazarse en el casco antiguo, dentro de las murallas. Rogent presentó un proyecto para ese solar, pero insistió en la conveniencia de encontrar en el Eixample una parcela más adecuada a las necesidades. Finalmente, se optó por dos manzanas de la trama Cerdà, de modo que se situaba la Universidad en la zona de contacto entre el casco antiguo y el Eixample. La plaza de la Universidad se convertía, así, en el elemento urbano de unión entre el edificio y el casco antiguo. Se trataba de unos terrenos propiedad del Estado, antes ocupados por el baluarte de Tallers, demolido en 1845 e integrado en las desaparecidas murallas de Barcelona. Precisamente, los fosos de este baluarte fueron utilizados como sótanos del nuevo edificio.
La construcción de este edificio revistió una gran importancia para el desarrollo urbanístico de la ciudad: fue uno de los primeros edificios fuera de las antiguas murallas y fue la obra más importante realizada por el Estado en Barcelona. De hecho, el conjunto formado por el Edificio Histórico de la Universidad de Barcelona y el Seminario Conciliar, construido detrás de la edificación universitaria por el propio Rogent entre en 1877 y en 1888, constituye el único conjunto monumental de Barcelona del siglo XIX.