En 1508 se dictaron las primeras ordenanzas municipales que debían regir la nueva institución, el Estudio General de Barcelona, creado en 1450, y unos años más tarde, el 18 de octubre de 1536, se colocaba, gracias a una colecta pública, la primera piedra del nuevo edificio de los Estudios Generales en la parte alta de la Rambla, en el tramo que se conoce hoy como Rambla de los Estudios.
La fachada principal estaba orientada al mar y daba a una plaza que se llamaba Els Bergants y que a partir de ese momento pasó a llamarse plaza del Estudio. La parte trasera se basaba en la pared de la muralla, y los laterales coincidían con la actual confluencia de las calles Canuda, Santa Anna y el principio de la calle Tallers. El director de obras fue Tomàs Barsa.
Se trataba de una construcción de dos plantas que incluía una capilla. En el exterior, en la fachada principal, lucía el escudo de Carlos I, la única pieza conservada de aquel conjunto y que hoy se exhibe en la galería del Paraninfo del actual edificio de plaza de la Universidad.
Una vez abandonado su uso universitario, este edificio de la Rambla acabaría siendo un cuartel militar (el Cuartel de los Estudios), hasta que en 1843 fue derribado con el fin de levantar la puerta de Isabel II, que se mantuvo hasta 1873.
En este edificio de la Rambla la actividad académica se llevó a cabo con normalidad, a pesar de las dificultades económicas y las pugnas entre el profesorado. Algunos docentes tuvieron un papel especialmente destacado en sus respectivas disciplinas, como Cosme Damià Hortolà, nombrado rector en 1643, que despuntó en Griego, Hebreo y Teología, y llegó a asistir al Concilio de Trento.
El centro no se convirtió en Estudio General de todas las facultades hasta el año 1559, cuando consiguió la plena actividad docente. A partir de ese momento, los estudios generales vivirán un periodo difícil y de decadencia (censura de publicaciones, prohibición de contactos con el extranjero, recursos insuficientes), agravado por un escenario de conflictividad y violencia estudiantiles, lo que contribuirá a que madure la idea de la conveniencia de trasladar las instituciones universitarias fuera de los núcleos urbanos. Este escenario explica en parte los motivos de la fundación de la Universidad de Cervera.
La fundación de la Universidad de Cervera surgió de un pequeño núcleo próximo al rey Felipe V en el contexto que había dibujado el final de la Guerra de Sucesión, y supuso el traslado a Cervera en 1714 de los estudios de Filosofía, Cánones y Leyes (en Barcelona permanecieron Medicina y Gramática, impartidos por los jesuitas). Tres años más tarde, en 1717, se creó, por orden real, la Universidad de Cervera, que reunía los estudios procedentes de Barcelona con los de otras poblaciones catalanas (Lérida, Gerona, Tarragona, Vic y Tortosa).
Si bien es cierto que no todas las instituciones vinculadas a la corona estuvieron de acuerdo con el traslado, determinados grupos vieron en ello una oportunidad. Es el caso de los jesuitas, que gracias a esta iniciativa pudieron introducirse en la enseñanza superior, de la cual habían quedado al margen hasta el momento y, de hecho, la influencia jesuita se notó en los contenidos impartidos hasta la expulsión de la orden del país (1767). Para algunos historiadores, la expulsión de los jesuitas, considerados los grandes maestros de Cervera, contribuyó a la decadencia iniciada en aquellos momentos. Para otros, en cambio, la fecha de 1767, con la desaparición de los jesuitas, es la que marca la apertura de las tendencias más renovadoras de Cervera. Después de esta fecha, se intentó introducir alguna reforma, pero el contexto general era muy desfavorable: a los recursos económicos insuficientes, se sumaban la lucha entre los privilegios eclesiásticos y la corona, las diferencias ideológicas entre grupos, así como el interés creciente de Barcelona por recuperar la universidad.
De hecho, ya se habían fundado en la capital centros de enseñanza de origen militar que tendrían una gran trascendencia para la ciudad: por una parte, la Real Academia Militar de Matemáticas de Barcelona (1720-1803), pionera en Europa y, por otra parte, el Colegio de Cirugía de Barcelona (1760-1843), con un nivel muy superior a los estudios de Medicina que se impartían en Cervera. El Colegio Militar de Cirugía fue el origen directo de la Facultad de Medicina de la Universidad de Barcelona, en 1843.
Asimismo, de gran relevancia para la ciudad fue la Junta de Comercio, que funcionó desde 1758 hasta 1847. Ligada a la burguesía comercial y a la manufactura de indianas, la Junta creó cátedras que impartían estudios vinculados con el comercio, la industria, la agricultura, la economía, el arte, la náutica, etc., y su calidad superaba, ampliamente, el nivel de los estudios universitarios de Cervera.