En el último cuarto del siglo XIX, como consecuencia de la creciente preocupación por lo que se denominó la cuestión social, el Estado emprendió una serie de iniciativas legales para regular las relaciones entre capital y trabajo. Aunque aún eran mayoritarias las posturas que se oponían a que el Estado legislara sobre el trabajo de los varones adultos, estaba aceptada la idea de que debía tutelar el trabajo de los menores. Sin embargo, el eje fundamental del debate sobre la intervención estatal durante esta primera fase de la Restauración será el trabajo asalariado de la mujer.
En los diversos debates de los proyectos sobre trabajo de las mujeres presentados a las Cortes durante la década de 1890 quedarán plasmadas las diversas posturas acerca del intervencionismo en materia de trabajo extradoméstico de la mujer. Aunque ninguno de los proyectos consiguió superar el trámite parlamentario, sirvieron para definir el modelo que prevalecería en las primeras actuaciones legislativas posteriores. Las diversas posturas podrían encuadrarse en cuatro grandes grupos:
1-Un intervencionismo estatal que tutelara el trabajo de las mujeres menores de edad y solo aquellas facetas del trabajo de la mujer que incidían más directamente sobre la moralidad y la mortalidad infantil. Postura defendida por los sectores patronales y ciertos sectores liberales, y que sería la que finalmente prevalecería en la redacción de la Ley Dato (1900).
2-Un intervencionismo que excluyera a la mujer de todo trabajo extradoméstico. Esta postura, rechazada en favor de los intereses industriales, fue defendida por buena parte del movimiento obrero, al menos en un primer momento, y por sectores conservadores, como la Iglesia y aquellos católicos cuyos intereses no se hallaban ligados al desarrollo de la industria.
3-Un intervencionismo que hiciera posible compatibilizar el trabajo industrial con las tradicionales funciones de la mujer. Esta postura, que intentaba combinar una concepción tradicional con la defensa de los intereses industriales, fue sostenida por sectores liberal-reformistas.
4-Defensa de la igualdad de aptitudes y oportunidades del hombre y la mujer para cualquier trabajo fuera de la esfera doméstica. Postura abogada por el anarquismo y el socialismo que no irá más allá de un planteamiento puramente teórico.