Algunos reactivos como los magnesianos y organolíticos se comercializan en forma de disoluciones a una determinada concentración, y en diferentes disolventes como THF, hexano, pentano o dietiléter. Aun así, el paso del tiempo y la continua manipulación hacen que la solución preparada se degrade y la concentración indicada en el envase vaya variando. Este hecho nos obliga a hacer la valoración de la solución justo antes de su utilización para garantizar el resultado de la reacción que se quiere llevar a cabo y conocer la cantidad exacta que se utiliza de reactivo.
Estas disoluciones de compuestos organometálicos se pueden valorar con un ácido utilizando un indicador ácido/base adecuado.
El método más conocido es la doble valoración de Gilman, que consiste en determinar el contenido total de base mediante una hidrólisis con agua y posterior valoración de la solución de LiOH generada con HCl y fenolftaleína como indicador.
R-Li + H2O -----> R-H + Li(OH)
Posteriormente se determina el contenido residual de base que tiene el organometálico por reacción de una alícuota con 1,2-dibromoetano, según la reacción:
R-Li + Br-CH2-CH2-Br ----------- > R-H + Br-CH=CH2 + LiBr
Este procedimiento destruye el organometálico y no produce LiOH, por lo que la diferencia de valoraciones realizadas da el contenido exacto de la concentración del organometálico en solución.