Los
territorios de las parejas adultas o las áreas de dispersión pueden
sufrir alteraciones derivadas de la actividad humana, que dificultan o
acaban imposibilitando la presencia de las águilas.
Si estos cambios son puntuales y de carácter
reversible, originan únicamente el fracaso de la reproducción en una
temporada de cría, pero si son graves y de carácter irreversible,
pueden afectar a la supervivencia de las parejas, induciendo así al
abandono definitivo de los territorios.
Estas
alteraciones son consecuencia de una planificación territorial
insostenible: la implantación de grandes infraestructuras (carreteras,
canteras, centrales eólicas, etc.), la sustitución de suelo agrícola
por suelo industrial o residencial, la desaparición de los usos
tradicionales agrícolas, ganaderos y forestales, y una planificación
cinegética inadecuada han reducido la presencia de hábitats favorables
de nidificación y de caza y la abundancia de las principales presas de
las águilas.
Los cambios en los hábitats y en los
territorios implican a menudo que otras especies competidoras del
águila-azor perdicera, pero más tolerantes a estas alteraciones, puedan
ocupar sus territorios y competir con ella, conviertiéndose en una
factor más de presión.
Volver
a "Amenazas y soluciones"
|