Las teorías del control

Estas teorías ofrecen explicación sobre los efectos de maximización o minimización de riesgos a partir de un principio psicológico básico: la percepción del riesgo depende del grado en el que nosotros percibimos que podemos ejercer un cierto control bien sobre la fuente del riesgo o bien sobre los sus efectos. Además, este control puede ser cognitivo, afectivo o conductual.

El control cognitivo se fundamenta en un conjunto de creencias convenientemente estructuradas que generan la creencia más amplia de que se puede controlar situaciones de riesgo o de peligro potencial. Ya hemos visto anteriormente cómo podemos establecer una gran cantidad de recursos para mantener intactos nuestros esquemas cognitivos, especialmente cuando aparecen discrepancias entre diferentes creencias sobre una misma situación (disonancia) o entre una creencia y una constatación fehaciente (justificación incompleta o desconfirmación de creencias).

El control afectivo se basa en la capacidad de controlar nuestros sentimientos o reacciones emocionales ante una percepción de riesgo o de una situación de peligro manifiesto. El control de la angustia, el miedo, la inseguridad, u otras emociones adversas pueden contribuir a reducir la percepción de riesgo o a comportarnos con más eficacia ante una determinada situación.

El control conductual se basa en el repertorio de comportamientos que percibimos como ajustados a una situación de riesgo real o potencial.

 

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