Grup de Recerca en Arqueologia Protohistòrica (GRAP)
Universitat de Barcelona
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20 Minutos. 24 DE OCTUBRE DE 2017. Francisco Gracia Alonso.
La exposición de la cabeza y el cuerpo del vencido para conseguir que tras la muerte su humillación continúe con el objetivo de degradar su memoria ante la sociedad y conseguir así un rédito político y social para el vencedor, no es cuestión del pasado.
Aunque egipcios, asirios, celtas, iberos y romanos puedan ser considerados como maestros en el empleo de los despojos del vencido en combate o ajusticiados como arma de propaganda, como expongo en mi reciente libro Cabezas cortadas y cadáveres ultrajados (Desperta Ferro Ediciones, 2017) se trata de una práctica que podemos reseguir sin ningún problema a lo largo de toda la historia como prueba de que el ser humano, con independencia de cronologías y áreas geográficas, responde a las mismas pulsiones cuando dispone de la posibilidad de denigrar a sus enemigos y conseguir sus fines a través del terror que causa utilizar los cadáveres al margen de cualquier límite de actuación determinado por las creencias religiosas o las prácticas sociales respecto del tratamiento funerario que se debe a los difuntos para honrarles.
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