Bien, señoras ideas, pasen ustedes al salón de actos. Usted sí, usted es una dama respetable, admitida en la buena sociedad. Usted no, señorita. Usted es subversiva... [...] Usted es inmoral... Divertido, sí señor, pero inmoral... Si quiere que le diga la verdad -acérquese un poco- puede usted pasar al salón, siempre que se disfrace honestamente.