Sull’avere opinione che Blanca Bardiera, francese, abitante a Sant Feliu de Llobregat, sia strega.
[...]
Bertrana de Caubos, francesa, ahora habitante de la población de Sant Feliu de Llobregat. Testigo citada y que jura por Dios Nuestro Señor y los cuatro Santos Evangelios, etcétera.
E interrogada sobre lo que la curia pide, dice:
Honorable alcalde, lo que yo sé sobre lo que me interrogáis es que el maestro Germán Oriol, de esta población, me contrató a mí y a Blanca un día para quitar las malas hierbas de un campo de trigo. La mañana que teníamos que ir a quitar las malas hierbas a dicho campo, íbamos la dicha Blanca y yo por el camino, yendo yo delante, tengo la presunción de que dicha Blanca, con sus artes diabólicas, me puso algo en mi cuerpo, porque de pronto me encontré con que todo el cuerpo me dolía muchísimo, especialmente el corazón, que me parecía que estaba envenenada, cuando antes estaba muy bien. Y en todo el día no pude trabajar, ni en los cuatro meses y medio posteriores, ni podía comer nada. Hasta el punto que la dicha Blanca un día me llamó a su puerta y me dijo: “Señora Bertrana, venid aquí”. Y yo fui, y me fui con ella, y ella me dijo que si estaba curada, y yo le dije que no. Y ella me dijo que si había comido, y yo le dije que no, que no podía comer. Y entonces ella entró en su casa y buscó una cazuela, y me trajo de dicha cazuela dos porciones, que no parecían sopas de pan, ni sabía yo misma qué podía ser. Y ella me dijo que me comiera aquello, y yo le dije que no las quería, que no me las podía comer. Y ella me dijo que bien que las podía comer, que estaban muy buenas. Y yo, teniendo miedo de que me mataran no me atrevía a comérmelas, y ella me replicaba que me fiara de ella, que si me las comía estaría curada aquí mismo. Y estuve dudando un poco si me las comía, y pensé, no puedo morir más que una vez, y si me mata –pensé- que no me mataría muy pronto, que tendría tiempo de confesar, y también diría que ella me había envenenado. Y después, con la yema del dedo, que no me atrevía a tocar sino con la yema del dedo, tomé de eso que tenía en la cazuela, que no tenía caldo, sino que estaba espeso. Y yo, con cuatro o cinco veces con la yema del dedo acabé, y así que hube acabado, me pareció que tenía sabor de buenas hierbas, especialmente de tomillo. Y en cuanto hube acabado me encontré bien y me pareció que mi dolor no había sido nada. Y entonces pensé y creí que ella no lo hacía sino diabólicamente, ya que me había hecho venir el dolor de pronto y con aquellas sopas se me pasó. Y más mala señal me ha parecido lo de las sopas que lo otro, porque yo de lo otro muchas veces pensaba que entraba mal a la gente, pero lo de las sopas no lo tuve como buena señal, y desde entonces nunca me ha gustado, sino que la he tenido por bruja.
[...]
Montserrat Macià, mujer de Jaume Macià, campesino de Sant Feliu de Llobregat. Testigo citada, y que jura por Dios Nuestro Señor y los cuatro Santos Evangelios.
E interrogada sobre lo que la curia pide, dice: Señor procurador, lo que yo sé sobre lo que me decís es que yo tenía una niña de dieciséis o diecisiete meses, más o menos, que ya andaba, y siempre la señora Blanca la llamaba y la tomaba, y cada día venía a casa tres o cuatro veces y se quedaba casi medio día. Y un sábado, estando la niña muy bien, se comió un plato de sopas caliente y después de dárselas, al cabo de una hora le cambié los pañales y la acosté en la cama, estando muy buena y sana. Y al llegar la medianoche, pienso que podría ser entre las doce y la una, se despertó la niña con un enorme grito y llanto, llamándome mi marido: “¡señora de la casa, despierta!”. Según dice, no me podía despertar. Y cuando me desperté me la encontré toda desgarrada y magullada, que me parecía que estaba rota por la espalda, y le dije: ¡No!. Y así me levanté como pude, y cogí a la niña para darle el pecho, porque todavía mamaba, y la niña nunca pudo tomar el pecho, sino que gritaba y gritaba. Y hacia el amanecer la niña se durmió, y yo me levanté, fui abajo y abrí la puerta, y una vez abierta se despertó la niña y yo la tomé y la puse en la cuna para cambiarla. Entonces Blanca vino a buscar fuego y me dijo al entrar: “¿Qué hace vuestra niña, cómo se encuentra?” Y yo le dije qué haría, estando muy asustada, al decir aquellas palabras, no habiendo salido a aquellas horas nadie de casa. Y entonces ella entró a buscar fuego y se estuvo un buen rato antes de irse. Y estando ella [mirando] por la ventana, quise ver qué hacía, y así la vi, que estaba agachada alrededor del fuego, removiendo las brasas con su bastón, y después se fue diciendo: “¡Adiós!”. Y yo le dije: “Id en buena hora”. Y desde entonces nunca más ha entrado en mi casa, ni se atrevió a hablar con mi niña, que por doce o trece días le duró la enfermedad, con ahogos, toda la vecindad venía a mi casa a ver a la niña, y ella nunca se atrevió a entrar, sino que un domingo que le vino un ahogo, que todo el vecindario vino a mi casa, dicha Blanca, estando sentada delante de mi casa, en la casa del ladrillero, se encerró en su casa, por lo que me sorprendí mucho de que, después de haberse hecho ella tan amiga mía, no hablara ni viniera a ver a la niña. Y antes de que la niña muriera le encontramos todas las partes azules. Y entonces aquella noche le vinieron los gritos, soltando sangre por la boca y otras partes. Y cuando mi niña hubo muerto, tuvimos discusiones en la calle las dos, diciéndome ella: “tú dices que te he matado la niña”. Y yo le dije: “Ya lo sabes”. Y ella me dijo algunas malas palabras. Y yo le dije: “¿Por qué ahora no vienes a casa?, que antes no salías”. Y ella respondió: “Porque ahora no lo necesito”.
[...]
Beatriu Castellví, mujer de Pere Castellví, campesino de Sant Feliu de Llobregat. Testigo citada y que jura por Dios Nuestro Señor.
E interrogada sobre el primer artículo de la defensa de dicha Blanca, dice que ella, testigo, la tiene por mujer de bien y por buena cristiana, de lo que ella la conoce, y que ha tomado muchas veces a sus criaturas, que tiene muchas, pero que no ha sabido de ningún mal de los que le atribuyen.
Sobre el segundo, dice que ella la tiene como narra dicho artículo, aunque es cierto que ha visto que algunos se quejan de ella, todavía la tiene por mujer de bien.
[...]
Sobre de tenir parer que na Blancha Bardiera, francesa, habitant de Sanct Feliu de Llobregat, és bruxa.
[...]
Bertranda de Caubos, francigena, nunc vero habitatrix in villa Sancti Felicis de Lupricato. Testis citata et que juravit ad Dominum Deum et eius sancta quator Evangelia, etcetera.
Et, interrogata super curie prenentis, dixit:
Honorable balle, lo que jo sé sobre lo que.m interrogau és que, mestre Germà Oriol, de aquesta vila, me llogà a mi un dia y a na Blancha per a xercholar un camp de blat. Lo matí que havíem de anar a exercholar lo dit camp, anaremnos- ne la dita Blancha y jo y, anant pel camí, jo anant devant, tinch presumció que ella dita Blancha, ab sa art diabòlica, me posà alguna cosa en mon cos, perquè ab un prompte me trobí que tot lo cos me feia grandíssim mal, specialment lo cor, que.m paraxia que estava emmatzinada, com abans estigués molt bona. Y de tot aquell dia jo no poguí trebellar, ni de quatre mesos y mig aprés, ni podia ninguna cosa menyar. Fins a tant que la dita Blancha un dia me cridà de la sua porta, y.m digué: “Madó Bartrana veniu assí”. Y jo hi aní, y con fuy ab ella, ella me digué si estava gorida, y jo li diguí que no. Y ella me digué si j’avia dinat, y jo li diguí que no, que no podia menyar. Y les hores ella se’n entrà dins sa casa y sercà una scudellera, y.m va portar ab dita scudellera duas miquetas, que no tenian cara de soppas de pa, ni sabia jo mateixa què podia ésser. Y ella me digué que menyàs allò, y jo li diguí que no les volia, que no les podia menyar. Y ella me digué que bé les podia menyar, que eran molt bonas. Y jo, tenint por que no.m matassem no gosava menyar-les, y ella sempre replicava que fiàs d’ella, que si les menyava aquí mateix seria gorida. Y jo estiguí un poch dubtant si les menyaria, y pensí, no puch morí sinó una volta, y si.m mata –pensí- que no.m mataria molt promptament, que tindria temps de confessar, y que també diria que ella me havia emmatzinada. Y aprés, ab lo un cap del dit, que no.y gosava tollar sinó ab lo cap del dit, prenguí de allò que tenia en l’escudella, que no.y havia brou, sinó que estava spesset. Y jo, ab quatre o sinch dittades aguí acabat, y aquí mateix me haguí acabat, y.m paragué que tenia sabor de herbes bonas, specialment de ferigola. Y aquí mateix que haguí acabat me trobí bona, qu.m paregué que mon mal no era estat res. Y jo les hores pensí y creguí que ella no.u feia sinó diabòlicament, per lo que me havia fet venir lo mal encontinent y ab un emprompte, y ab aquelles miguetas ab un prompte me passà. Y més mal senyal me ha apparagut lo de las michas que l’altre, perquè jo de l’altre també moltes voltes pensava que venia mal promptament a la gent, però de les miquetas no.u tinguí a bon senyal, y de les hores ensà may m’a agradada, antes l’e tinguda per bruxa.
[...]
Montserrata Maciana, uxor Jacobi Macia, agricola ville Sancti Felicis de Lubricato. Testis citata, et que juravit ad Dominum Deum et eius sancti quator Evangelia.
Et interrogata super curie prenentis, dixit :
Senyor procurador, lo que jo sé sobre lo que.m diueu és que jo tenia una xicha de setse o deset mesos, poch més o manco, la qual caminava ja, y sempre madó Blancha la cridava y la prenia, y cada cada dia venia en casa tres, quatre vegades, que quasi mig dia s.i estave. Y un dissapte, estant la xicha molt bona, menyant-se un plat de sopas escaldadas, després li haguí dades les sopas, al cap de una hora la bolquí i la posí en lo llit, estant molt bona y sana. Y com vingué a la mija nit, o entre les dotse y una, que penso podia ésser, se despertà la dita xicha ab grandíssim crit y plor, y cridant-me mon marit: “Mestressa, despertau-vos!”. Segons ell me digué, may me podia despertar. Y com fuy despertada me trobí tota cruxida i magollada, que.m parexia estava trencada per la squena, Y li diguí: “No”. Y així me alsí com puguí, y prenguí la xicha per donar-li la mamella, perquè encara mamava, y la xicha may pogué prendre la mamella, sinó sempre gisclava y cridava. Y envés la matinada la xicha se adormí, y jo.m vaig llevar, y devallí baix y obrí la porta, y en havent ubert la porta se despertà la xicha y jo la prenguí y assegui’m de sobre lo brassol per mudar-la. Y aquí mateix vingué dita Blancha a cercar foch, y.m digué en entrant: ¿”Què fa la vostra minyona, com se troba?”. Y jo li diguí què faria, estant jo molt espantada, com deia aquellas paraulas, no havent axit en aquellas horas ningú de casa. Y les hores ella se’n entrà a sercar foch, y estigué una gran estona antes no.n isqué. Y estant ella [guaitant] per una finestra, volguí vèurer què feia, y així la viu, que estava arropida entorn del foch, remanant les brases ab un bastó d’ella, y després se’n anà dient: “Adéu siau!”. Y jo li diguí: “Anau en bona hora”. Y de les hores ensà may pus és entrada en ma casa, ni may pus gosà parlar ab la mia xicha, antes per dotse o tretse dies li durà la malaltia, venint-li baschas, tot lo veÿnat venia en ma casa per vèurer dita xicha, y ella may no gosà entrà; antes un diumenge que li vingué una bascha, que tota la gent del veÿnat vingué en ma casa, ella dita Blancha, estant asseguda devant ma casa, en casa del rajoler, se tancà dins sa casa, del que.m meravellí molt que, abans fahent-se ella tant amiga mia, no parlàs més ni vingués a veure la dita xicha. Y abans dita xicha no morís li trobarem totes les locades blaves. Y encontinent en aquell vespre li vingueren los giscles, se soltava en sanch per bocha y altres parts. Y com la mia xicha fou morta, haguerem raons al carrer les dues, dient-me ella: “Vós dieu que jo us he morta la minyona”. Y jo li diguí: “Vós vos ho sabeu”. Y ella me digué algunas malas paraulas. Y jo li diguí: “Per què ara no veniu a casa?, que abans no.y ne axieu”. Y ella respongué: “Perquè no.y he mester hara!”.
[...]
Beatrix Castellvi, muller que est de Petri Castellvi, agricola Sancti Felicis de Lupricato. Testes citata et que juravit ad Dominum Deu.
Et interrogata super primo articulo ex articulus deffensionum, dicte Blanca dixit que ella, testimoni, la té per dona de bé y per bona chrestiana, del que ella la coneix, y que li ha moltes vegades presas ses criatures, que.n té moltes, però que may ha conegut ningun mal del que li aproposen en ella.
Super secundu, dixit que ella la té com narra dit article, encara que cert n’a vist quexar alguns d’ella, totavia ella la té per dona de bé.
[...]
© 2004-2008 Duoda, Centro di Ricerca delle Donne. Università di Barcellona. Tutti i diritti riservati. Acreditamenti. Nota legale.
Regia Scientifica: Maria Milagros Rivera Garretas
Ringraziamo per l’aiuto il Proyecto de Investigación del Instituto de la Mujer I + D nominato: "Entre la historia social y la historia humana: un recurso informático para redefinir la investigación y la docencia" (I+D+I 73/01), e anche il Institut Català de la Dona de la Generalitat de Catalunya e l'Agrupació de Recerca en Humanitats de la Universitat de Barcelona (22655).
Regia tecnica: Dr. Óscar Adán
Produzione Esecutiva: Dr. Sonia Prieto
Edizione: Marta García
Correzione: Gemma Gabarrò
Traduzione catalana: David Madueño
Traduzione in anglese: Caroline Wilson
Traduzione tedesca: Doris Leibetseder
Traduzione italiana: Clara Jourdan
La proprietà intellettuale dei testi e delle altre opere contenute in questo sito appartiene in via esclusiva ai rispettivi autori.
Salva espressa indicazione contraria, è vietata la riproduzione totale o parziale, con qualsiasi mezzo, di ogni elemento e contenuto del presente sito, a eccezione delle riproduzioni effettuate per uso esclusivamente personale. In particolare, sono vietati la riproduzione e l'uso a scopo di lucro, o comunque a fini di profitto, dei contenuti del sito. Ogni altra forma di utilizzazione deve essere previamente concordata con Duoda, Centro de Ricerca de Donne. Università de Barcellona.
© 2004-2008 Duoda, Centro de Recerca delle Donne. Università de Barcellona. Tutti i diritti riservati.