Crítica al emotivismo moral
Para MacIntyre, las sociedades occidentales se encuentran
en un proceso de decadencia. Esta degeneración se concreta en la imposibilidad
de diálogo. A esta imposibilidad, MacIntyre la denomina emotivismo. Para MacIntyre,
la cultura occidental es emotivista porque a lo largo del tiempo se ha acostumbrado
a formular argumentaciones morales en un lenguaje impersonal que hace que dichas
argumentaciones puedan parecer racionales pese a no serlo.
Cuando
las sociedades occidentales quieren tratar temas como el aborto, el armamento
nuclear o la organización de una sociedad justa, el uso de una argumentación emotivista
hace que no pueda llegarse nunca a una conclusión racional, puesto que cada persona
utiliza unos conceptos que no tienen un equivalente con los que utilizan sus oponentes.
No puede establecerse una equivalencia entre los distintos tipos de argumentaciones
y, por tanto, no se puede llegar a una conclusión única y definitiva. Toda justificación
se convierte en la manifestación de una simple preferencia personal. El emotivismo
reduce toda discusión moral al intento de una persona para cambiar los gustos
y las preferencias de otra; cualquier medio es válido para lograr ese objetivo.
Con esta crítica al emotivismo
se quiere conseguir que los juicios morales recuperen una objetividad e impersonalidad
verdaderas.