Alasdair MacIntyre
"¿Cuál es la clave del contenido social del emotivismo? De hecho el emotivismo
entraña dejar de lado cualquier distinción auténtica entre relaciones sociales
manipuladoras y no manipuladoras. Consideremos el contraste en este punto entre
la ética de Kant y el emotivismo. Para Kant -y se puede establecer un paralelismo
con muchos otros filósofos morales anteriores- la diferencia entre una relación
humana que no esté informada por la moral y otra que sí lo esté, es precisamente
la diferencia entre una relación en la cual cada persona trata a la otra como
un medio para sus propios fines primariamente, y otra en la que cada uno trata
al otro como fin en sí mismo. Tratar a cualquiera como fin en sí mismo es ofrecerle
lo que yo estimo buenas razones para actuar de una forma más que de otra, pero
dejándole evaluar esas razones. Es no querer influir en otro excepto por razones
que el otro juzgue buenas. Es apelar a criterios impersonales de validez que cada
agente racional debe someter a su propio juicio. Por contra, tratar a alguien
como un medio es intentar hacer de él o de ella un instrumento para mis propósitos
aduciendo cualquier influencia o consideración que resulte de hecho eficaz en
esta o aquella ocasión. Las generalizaciones de la sociología y la psicología
de la persuasión son lo que necesitaré para conducirme, no las reglas de la racionalidad
normativa.
Si el emotivismo es verdadero, esta distinción es ilusoria.
Los juicios de valor en el fondo no pueden ser tomados sino como expresiones de
mis propios sentimientos y actitudes, tendentes a transformar los sentimientos
y actitudes de otros. No puedo apelar en verdad a criterios impersonales, porque
no existen criterios impersonales. Yo puedo creer que lo hago y quizás otros crean
que lo hago, pero tales pensamientos siempre estarán equivocados. La única realidad
que distingue al discurso moral es la tentativa de una voluntad de poner de su
lado las actitudes, sentimientos, preferencias y elecciones de otro. Los otros
son siempre medios, nunca fines."
- MacIntyre, Alasdair: Tras
la virtud, Barcelona: Crítica, 1987. P. 40, 41