25-04-2012
Un estudio científico destaca el papel de las aves marinas en la dispersión de parásitos
Debido a su capacidad de desplazarse a grandes distancias, las aves marinas tienen un papel importante en la dispersión y biodiversidad de sus parásitos y de los agentes infecciosos que estos puedan transmitir, según remarca un trabajo científico publicado en la revista Biology Letters en el que ha participado el profesor Jacob González-Solís, del Departamento de Biología Animal y del Instituto de Investigación de la Biodiversidad de la UB (IRBio).
La investigación, que ha liderado Elena Gómez-Díaz, investigadora del Instituto de Biología Evolutiva (CSIC-UPF), analiza la diversidad genética de las especies de garrapatas del complejo Ornithodoros capensis en varias especies de aves marinas, entre ellas el alcatraz pardo y la pardela de Cabo Verde, que se encuentran en las islas del archipiélago de Cabo Verde. En el trabajo también han participado investigadores de la Universidad de Queen’s, de Canadá, y del Centro Nacional de la Investigación Científica (CNRS), de Francia.
Coexisten linajes genéticos muy distantes
El estudio revela que en el archipiélago de Cabo Verde coexisten múltiples especies de este complejo de garrapatas, que, además, pertenecen a linajes genéticamente muy distintos entre sí. Algunos de estos linajes están fuertemente emparentados con garrapatas de islas muy distantes, del Índico, el Pacífico y el Atlántico.
Tal y como señala el profesor Jacob González-Solís, «el resultado más sorprendente es la gran diversidad de especies de garrapatas que se han encontrado en un único archipiélago como es Cabo Verde. Es inesperadamente alta y muestra que pueden coexistir varias especies crípticas de garrapatas en un solo lugar, que han sido transportadas por movimientos a gran escala de aves que crían en lugares tan remotos como las Galápagos (Pacífico) o la isla de la Reunión (Índico). En un sentido más amplio, este resultado pone de manifiesto la importancia de la movilidad de los huéspedes sobre la capacidad de dispersión de los parásitos, así como la capacidad de algunos pájaros de diseminar parásitos y enfermedades por todo el mundo».
La hipótesis de los investigadores es que esta diversidad genética no se puede haber generado por evolución en las propias islas a partir de un único linaje de garrapata original, sino que debe de ser el resultado de varios procesos de colonización independientes mediante sus huéspedes, las aves marinas.
Las aves jóvenes transportan parásitos de origen más remoto
Otro resultado sorprendente del artículo tiene que ver con los grandes desplazamientos migratorios de estas aves y su fidelidad a los lugares de cría. Según han mostrado estudios recientes, tanto la pardela de Cabo Verde como el alcatraz pardo son capaces de desplazarse a grandes distancias. Por ejemplo, en el caso de la pardela de Cabo Verde, durante la migración se desplaza entre el archipiélago de Cabo Verde, frente a las costas de Senegal, y la costa de Brasil, de manera que cruza todo el Atlántico en los dos sentidos.
Sin embargo, en la época de cría estas aves vuelven a las islas para establecer en ellas sus nidos. El resultado de esta fidelidad es que hay cierta estructuración genética en las poblaciones de aves, de manera que las poblaciones del Atlántico son genéticamente muy distintas a las del Pacífico y el Índico. Eso contradice el hecho de que haya intercambio de aves reproductoras entre islas tan alejadas entre sí, por lo que, según afirma la investigadora Elena Gómez, «se cree que son las aves inmaduras, de un comportamiento más errático en sus movimientos y que no se reproducen, las responsables de transportar estos linajes de garrapata de orígenes muy distantes al archipiélago».
Este trabajo, pionero en el estudio de la dispersión de ectoparásitos de aves marinas entre archipiélagos de distintos océanos, muestra que las aves marinas dispersan parásitos a grandes distancias de una manera regular. En palabras del profesor González-Solís, «la capacidad de dispersión de las aves marinas es prácticamente imbatible en el mundo animal». Aunque las especies del complejo de garrapatas Ornithodoros capensis no son, que se sepa, portadoras de ninguna enfermedad, el estudio pone de manifiesto la influencia de las aves migratorias para dispersar patógenos y determinar la ecología evolutiva y la epidemiología de estos organismos.
La investigación, que ha liderado Elena Gómez-Díaz, investigadora del Instituto de Biología Evolutiva (CSIC-UPF), analiza la diversidad genética de las especies de garrapatas del complejo Ornithodoros capensis en varias especies de aves marinas, entre ellas el alcatraz pardo y la pardela de Cabo Verde, que se encuentran en las islas del archipiélago de Cabo Verde. En el trabajo también han participado investigadores de la Universidad de Queen’s, de Canadá, y del Centro Nacional de la Investigación Científica (CNRS), de Francia.
Coexisten linajes genéticos muy distantes
El estudio revela que en el archipiélago de Cabo Verde coexisten múltiples especies de este complejo de garrapatas, que, además, pertenecen a linajes genéticamente muy distintos entre sí. Algunos de estos linajes están fuertemente emparentados con garrapatas de islas muy distantes, del Índico, el Pacífico y el Atlántico.
Tal y como señala el profesor Jacob González-Solís, «el resultado más sorprendente es la gran diversidad de especies de garrapatas que se han encontrado en un único archipiélago como es Cabo Verde. Es inesperadamente alta y muestra que pueden coexistir varias especies crípticas de garrapatas en un solo lugar, que han sido transportadas por movimientos a gran escala de aves que crían en lugares tan remotos como las Galápagos (Pacífico) o la isla de la Reunión (Índico). En un sentido más amplio, este resultado pone de manifiesto la importancia de la movilidad de los huéspedes sobre la capacidad de dispersión de los parásitos, así como la capacidad de algunos pájaros de diseminar parásitos y enfermedades por todo el mundo».
La hipótesis de los investigadores es que esta diversidad genética no se puede haber generado por evolución en las propias islas a partir de un único linaje de garrapata original, sino que debe de ser el resultado de varios procesos de colonización independientes mediante sus huéspedes, las aves marinas.
Las aves jóvenes transportan parásitos de origen más remoto
Otro resultado sorprendente del artículo tiene que ver con los grandes desplazamientos migratorios de estas aves y su fidelidad a los lugares de cría. Según han mostrado estudios recientes, tanto la pardela de Cabo Verde como el alcatraz pardo son capaces de desplazarse a grandes distancias. Por ejemplo, en el caso de la pardela de Cabo Verde, durante la migración se desplaza entre el archipiélago de Cabo Verde, frente a las costas de Senegal, y la costa de Brasil, de manera que cruza todo el Atlántico en los dos sentidos.
Sin embargo, en la época de cría estas aves vuelven a las islas para establecer en ellas sus nidos. El resultado de esta fidelidad es que hay cierta estructuración genética en las poblaciones de aves, de manera que las poblaciones del Atlántico son genéticamente muy distintas a las del Pacífico y el Índico. Eso contradice el hecho de que haya intercambio de aves reproductoras entre islas tan alejadas entre sí, por lo que, según afirma la investigadora Elena Gómez, «se cree que son las aves inmaduras, de un comportamiento más errático en sus movimientos y que no se reproducen, las responsables de transportar estos linajes de garrapata de orígenes muy distantes al archipiélago».
Este trabajo, pionero en el estudio de la dispersión de ectoparásitos de aves marinas entre archipiélagos de distintos océanos, muestra que las aves marinas dispersan parásitos a grandes distancias de una manera regular. En palabras del profesor González-Solís, «la capacidad de dispersión de las aves marinas es prácticamente imbatible en el mundo animal». Aunque las especies del complejo de garrapatas Ornithodoros capensis no son, que se sepa, portadoras de ninguna enfermedad, el estudio pone de manifiesto la influencia de las aves migratorias para dispersar patógenos y determinar la ecología evolutiva y la epidemiología de estos organismos.