La centrífuga ha de estar sobre una base sólida y fija.
El rotor ha de ser compatible con la centrífuga que se quiere utilizar y ha de estar perfectamente fijado al motor.
La distribución de los tubos en el rotor ha de ser tal que éste esté perfectamente equilibrado (compensado) para evitar vibraciones durante el giro y, por lo tanto, su rotura. Si es necesario, se utilizan tubos adicionales con volúmenes de líquido de pesos idénticos a los de las muestras.
Los tubos han de ser compatibles con la centrífuga para evitar roturas durante el funcionamiento de la misma.
La tapa que aísla el rotor del exterior ha de estar bien cerrada y asegurada.
Nunca se ha de dejar la centrífuga sin atención hasta llegar a la velocidad máxima de giro.