Un tesauro es una colección estructurada de palabras que dicen lo que es una materia de saber en una etapa histórica determinada. Tradicionalmente, los tesauros tienen la forma de árbol con sus ramas, rígidamente jerarquizadas. En historia, esa ordenación jerarquizado suele ser resultado y, a la vez, sostén de una manera de ver el pasado orientada por el tener o no tener poder en una sociedad.
La enorme producción de historia de las mujeres publicada en los últimos treinta años, una producción que ha ampliado tradiciones ya muy antiguas, ha obligado a quienes ordenan la historiografía a introducir temas que no eran nuevos pero sí poco frecuentes. Normalmente, esta introducción se ha hecho limitándose a añadir descriptores sin cuestionar el significante «poder» que daba sentido a la estructura jerarquizada de los tesauros de siempre. Esto daba y da a los descriptores de la experiencia femenina un cariz marginal, de anejo, que engulle la originalidad de su historia en un régimen de significado no pensado por las mujeres y en el que muchas no nos reconocemos.
De la insatisfacción que esa mirada produce, ha nacido la propuesta de palabras clave de historia de las mujeres que presentamos en este número de DUODA. El hilo conductor de esta propuesta ha sido, a lo largo de los años que ha durado su elaboración, la política de partir de sí. Dejando de lado los árboles de la historia heredados, se ha intentado conectar la información de las fuentes y la historia que conocemos con la historia en la que nos reconocemos. 0 sea, leer en las fuentes una historia no orientada por el poder y su carencia sino por lo que cada una de las investigadoras ha juzgado propio de la/su experiencia histórica.
La historia de este tesauro se remonta al año 1987, cuando algunas mujeres de las secciones de Historia Medieval y Moderna del Centro de Investigación Histórica de la Mujer de la Universitat de Barcelona (hoy DUODA) decidieron empezar una investigación conjunta. Surgió de la necesidad que las especialistas en historia de las mujeres sentíamos -y sentimos- de poder contar con los instrumentos básicos de trabajo para desarrollar de forma más rigurosa nuestra investigación, y orientar a las historiadoras e historiadores interesados en el tema.
La idea inicial fue elaborar una Guia de fonts documentals (arxius, biblioteques, museus) per a la història de les dones a Catalunya a les edats mitjana i moderna. Para poder redactar esta guía se pidió una ayuda que se concedió en julio de 1988; más tarde, hemos gozado de otras fuentes de financiación aunque durante algunos periodos la hemos llevado adelante sin subvención específica, porque las solicitudes nos han sido denegadas o sencillamente porque las respuestas positivas no han llegado en el momento adecuado para solaparse con la subvención anterior. Consideramos significativo este dato ya que nos da una idea de la importancia que ha tenido nuestro deseo en la realización de este proyecto, que siempre ha ido más lejos del suporte institucional.
El equipo investigador lo formamos Montserrat Carbonell, Milagros Rivera, Teresa Vinyoles y sus compañeras historiadoras, y a éstas se sumaron participantes del programa de Posgrado en Historia de las Mujeres, que se inició en el Centro en enero de 1988. Durante algunas fases del proyecto llegamos a ser veintiséis investigadoras e investigadores: La participación activa en el proyecto ha sido bastante dispar y ha variado durante el largo plazo de su elaboración. La dedicación de las colaboradoras del equipo ha tenido intensidades varias según los deseos y disponibilidades, abandonos formales, intermitencias circunstanciales, vinculaciones desde la lejanía física... Esta característica hace difícil establecer para este tesauro una autoría que refleje con fidelidad una atribución individualizable de sus contenidos en el sentido moderno, que entendería un listado alfabético de autoras como una manifestación de responsabilidad hacia el texto equiparable entre todas ellas. Creemos que se trata de una autoría colectiva, en el sentido de que todas las que hemos intervenido en su redacción, hemos contribuido en alguna medida, y hemos tenido reconocimientos de autoridad del resto, en diferentes momentos y con respecto a diversos temas. Ya en la última fase de revisión del tesauro hemos disfrutado de la colaboración de Carmen Caballero Navas y Consol Grau i Costa, que nos han ofrecido descriptores sobre la experiencia histórica de las mujeres judías y musulmanas, respectivamente.
En su primer diseño se trataba de un proyecto general y abierto, que respondía a una necesidad de investigación de un espacio historiográfico común, a un querer trabajar juntas que no sabíamos explicitar en aquel momento de una manera más concreta. Desde campos de especialización diferentes y diversamente formadas en las fuentes y métodos que producen conocimiento histórico patriarcal, queríamos iniciar un camino propio de análisis histórico. En aquel momento nos pareció que en el origen de nuestro itinerario en común estaban las fuentes empíricas; fuentes en las que estábamos trabajando desde la pluralidad de nuestros intereses y campos de competencia; fuentes que queríamos resignificar desde nuestra experiencia histórica.
Una vez puesto en marcha el proyecto pareció conveniente transformar la Guia de fonts en una base de datos: de hecho, lo que decidimos fue informatizar la guía sin abandonar el proyecto inicial, que fue redefinido como Projecte Duoda. Base de dades documental de fonts per a la Història de les dones a Catalunya (segles IX-XVIII). Lo denominamos Duoda en atención a la memoria de la condesa de Barcelona del siglo IX, que escribió un libro para la educación de sus hijos.
Hacía falta buscar una infraestructura informática que fuera útil para manejar datos históricos muy diversos: había de ser un programa flexible, que nos permitiera entrar tanto la ficha de un testamento como la de un retrato; adecuado para trabajar con un equipo relativamente numeroso, y que posibilitara una consulta rápida y fácil. Tras contrastar varios programas y de hablar con investigadoras e investigadores que trabajaban en otros proyectos, decidimos adecuar el programa "Archivist" a nuestras necesidades. Los formatos que ofrecía "Archivist" eran de tipo bibliográfico; aun así, el programa permitía cualquier modificación, por lo que abrimos un debate para diseñar unos nuevos formatos que nos permitieran expresar los datos que nosotros queríamos recoger. Los resultados que se iban logrando eran fruto de un trabajo en equipo -un equipo caracterizado por la presencia de medievalistas, modernistas e historiadoras del arte, de personas interesadas tanto por el material de archivo como por la iconografía- al si del cual hemos podido debatir los criterios de trabajo y discutir los problemas a medida que se iban planteando.
Decidimos crear dos comisiones. La primera tenía como objetivo redactar los formatos de registros informáticos, que se concretaron en la elaboración de ocho formatos diferentes de ficha que permitían describir: centros documentales, tratados, documentos de archivo, imágenes, libros, artículos, capítulos en obras colectivas y un formato en blanco para textos libres. La otra debía determinar unos criterios que permitieran ordenar temáticamente la documentación recopilada; elaborar, por lo tanto, un tesauro: una estructura conceptual e interpretativa, a la vez general y particular, que permitiera traducir en descriptores la experiencia histórica femenina.
Desde el principio vimos que los tesauros que conocíamos no resolvían nuestras necesidades específicas. Por eso es por lo que el 1991 decidimos elaborar uno de nuevo. Así, la necesidad de organizar y de interpretar el material, que al principio nos había parecido sólo técnica e, incluso, aburrida, supuso la base de nuestro proyecto. Fue entonces cuando la responsabilidad de su elaboración fue asumida por todo el grupo de investigadoras.
Se trataba no ya de escoger y clasificar unas palabras que nombraran las experiencias históricas de las mujeres a la Cataluña de los siglos IX al XVIII, sino de diseñar, desde la diversidad de nuestras experiencias, campos semánticos y términos concretos de un lenguaje propio que diera sentido y significado a las vidas de las mujeres del pasado y de la historia. Creamos así un verdadero proyecto colectivo, convirtiendo una amalgama de necesidades personales en un deseo común de hacer mundo.
El proceso de realización del tesauro ha sido complejo y enriquecedor, a veces duro, en el sentido que ha significado, cuando menos para algunas de las mujeres que hemos participado, un replanteamiento de nuestro estar en la historia y en el mundo en relación política con otras mujeres, y no sólo como historiadoras. El trabajo, que originariamente se perfiló como un trabajo en grupo, se fue convirtiendo en un trabajo de relación, mediante la discusión de los saberes y propuestas individuales con el resto de personas del equipo.
Iniciamos el tesauro creando campos semánticos y conceptos desde la crítica a la historia androcéntrica, sobre todo desde el estudio de las relaciones de género, en las que se patentiza y se denuncia la subordinación social pasada y presente de las mujeres y se elabora una reconstrucción crítica de las relaciones sociales entre los sexos, tal y como las define el orden simbólico patriarcal.
De este modo, fuimos definiendo un gran apartado de nuestro tesauro que denominamos "Orden patriarcal". Lo hicimos con relativa rapidez puesto que todas conocíamos demasiado bien "la casa del amo", pero discutiendo mucho, dada la diversidad de nuestros análisis y de nuestras experiencias.
El giro decisivo en la elaboración del tesauro y en la definición de nuestro proyecto de investigación lo hicimos al cambiar nuestros referentes científicos como productoras y difusoras de conocimiento. En la realización del tesauro convergió nuestro deseo de dejar de nutrirnos del conocimiento viril -neutro universal- que producen e imparten las instituciones tradicionales de control del conocimiento, a nutrirnos del saber surgido desde mediaciones femeninas que, en nuestro caso, se establecen en los espacios de mujeres de la universidad y del movimiento feminista. Este proceso coincidió -y no de manera casual- con una serie de transformaciones internas de las relaciones entre las mujeres que formamos el Centro, transformaciones que han sido, a veces dolorosas, a veces gratificantes.
Una transformación decisiva y difícil fue la que se produjo paralelamente a la definición del Centro como un espacio de mujeres. El trabajo de creación y de mantenimiento del Centro lo hemos hecho siempre mujeres, tanto con respecto a la búsqueda y la docencia como con respecto a su administración y gestión. Pero sólo tras ocho años de vivir esta realidad se dio el paso, que consideramos fundamental, de definir el Centro como un espacio de mujeres. Es decir, decidimos asumir las consecuencias políticas y simbólicas de lo que estábamos haciendo ya, es decir, de nombrar realidad por tanto. En el paso de la definición del proyecto como un espacio de mujeres había el deseo de cancelar este desorden simbólico entre lo que se hace y lo que se dice que se hace.
En el proceso de definición del Centro como un espacio de mujeres han influido la política y el pensamiento de la diferencia sexual, que nos ha dado un apoyo intelectual y político a lo que buscábamos desde hacía años: el apoyo intelectual y político de saber que de otras feministas buscaban una vía alternativa a la historia de los géneros y a su mirada a la sociedad funcional al orden dado, una postura que implica el estudio preferente de la subordinación histórica de las mujeres.
Hemos dicho que el giro decisivo en la elaboración del tesauro fue un cambio en los referentes científicos del ser que produce y difunde conocimiento. Este giro se materializó en cambios en la mediación -a partir de aquel momento nos reunimos sólo mujeres- y al escuchar nuestra necesidad de palabras que nombraran la experiencia femenina, palabras que nos surgían mientras elaborábamos el primero de los dos grandes apartados en los que ahora se divide el tesauro que presentamos, un apartado que entonces denominábamos "Orden patriarcal". Algunos de los conceptos que surgían al pensar sobre este orden no los queríamos introducir únicamente en un orden simbólico masculino, puesto que queríamos "de-generarlos" hacia un orden simbólico femenino.
Así pues, al final del listado de descriptores del tesauro se nos iban acumulando palabras y palabras sin apartados semánticos organizados. La elaboración y revisión del tesauro nos llevaba siempre a trabajar en el apartado de "Orden patriarcal", aplazando nuestro deseo de hablar de nosotros. Nos dimos cuenta que este grupo de conceptos y palabras, al que parecía que no llegaríamos nunca, estaban describiendo fragmentos de un orden simbólico femenino. Fue en este momento que decidimos estructurar el segundo de los dos grandes apartados de este tesauro, al que denominamos "Partir de si", por reflejar nuestra intención de interpretar la historia desde nuestra experiencia viva. Porque más allá del orden patriarcal, hemos reconocido la originalidad de la experiencia histórica de vivir en un cuerpo sexuado en femenino.
Este bloque de nuestro tesauro, el "Partir de si", nos ha costado mucho más de redactar que el otro, y consideramos que no está acabado. Situadas en este bloque, vimos la necesidad de cambiar el nombre del otro gran apartado, "Orden patriarcal", por "Deconstruyendo el orden patriarcal", porque concretábamos nuestro deseo de conocer partiendo de nosotros y afianzábamos nuestra capacidad de ver el orden patriarcal con el que han convivido las mujeres en el pasado y convivimos nosotras en el presente, no ya como un todo omnipotente e indestructible, sino como una parte maleable de la experiencia histórica femenina. De este modo, empezábamos a hacer realidad nuestro convencimiento que, como dice Milagros Rivera, la experiencia histórica femenina, la tradición de sus hechos y de sus palabras, sus genealogías de vida, no existen en el tiempo a la espera que las recuperamos con nuestra erudición "objetiva"; la experiencia histórica femenina cobra existencia cuando las historiadoras establecemos desde el presente con sus vestigios una relación de mediación que nos dé existencia a las mujeres de hoy, que vertebre nuestro yo vivo.
Había casos diferentes: conceptos que se utilizan en el documento y no queríamos sustituirlos por eufemismos (como por ejemplo "histérica"), o conceptos que queríamos incorporar (como por ejemplo "filialidad", recuperado por la voz de María Zambrano) o inventar (como "ginecoherencia") o feminizar cuando es una mujer quien sustenta la acción ("matronazgo" por "patronazgo").
También consideramos oportuno mantener duplicadas algunas de las entradas en el tesauro, puesto que la opción política de quien utilice los documentos determinará su lectura en un espacio o en otro. La decisión de duplicar algunos descriptores se ha tomado con facilidad: por ejemplo, "casa" es un descriptor de "Instituciones patriarcales" dentro del apartado "Deconstruyendo el orden patriarcal", pero a la vez utilizamos "casa" como descriptor dentro de uno de los epígrafes con qué hemos subdividido "sociedad femenina-espacios de convivencia", dentro del apartado "Partir de sí". En otros casos, en cambio, el debate que nos ha llevado a esta decisión ha sido largo y apasionado. El ejemplo más conflictivo, aunque no el único, ha sido, significativamente, el de "maternidad". "Maternidad" es un término que estuvo durante mucho tiempo recluido exclusivamente en el apartado "Deconstruyendo el orden patriarcal". Un día, mientras revisábamos por enésima vez el apartado "Partir de sí", surgió la propuesta de rescatar del orden patriarcal este término y recuperarlo en exclusiva para el orden simbólico femenino o de la madre. Queríamos resaltar qué hay en la maternidad de posibilidad de ejercicio de libertad femenina; sin embargo, no podíamos obviar aquello que puede haber de impuesto por el patriarcado. Tras un debate apasionado, decidiremos duplicar la entrada "maternidad" cuando vimos que aquello decisivo era la colocación simbólica, caso por caso, de la protagonista de la fuente histórica y, también, de la historiadora que eventualmente utilice nuestro tesauro. Esta decisión nos trajo a otra también importante: declarar superfluo el neologismo "maternazgo", que hasta entonces habíamos mantenido unido a "maternidad" dentro del orden patriarcal, descartándolo ahora de nuestra propuesta de tesauro.
Las y los especialistas que se sirvan del tesauro que ofrecemos en las páginas que siguen percibirán quizás, en su configuración, un límite que no es ya el humano de costumbre sino otro asumido conscientemente: es el límite del partir de sí, es decir, el reconocimiento de la parcialidad de la propia experiencia. Parcialidad como mujeres que estamos en el mundo y lo interpretamos desde las experiencias propias de una de las dos formas en qué se presenta, sólo y siempre, la identidad humana. Parcialidad, también, de circunstancias. Límites, pues, asumidos conscientemente porque pensamos que el universal, en realidad, no existe.
Barcelona, tardor de 1996
Han preparado este texto Elena Botinas Montero, Julia Cabaleiro Manzanedo, Montserrat Cabré i Pairet, Anna Domingo i Grabiel, Margarida González i Betlinski, Montserrat Obiols i Bou, María-Milagros Rivera Garretas, Rosa Segarra i Martí, Anna M. Simón Chivite, Elisa Varela Rodríguez y Teresa Vinyoles i Vidal.
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Dirección científica: Maria Milagros Rivera Garretas
Agradecimientos: La investigación para esta obra ha sido financiada por el Proyecto de Investigación del Instituto de la Mujer I + D titulado: "Entre la historia social y la historia humana: un recurso informático para redefinir la investigación y la docencia" (I+D+I 73/01).
Han contribuido a su elaboración y producción el Institut Català de la Dona de la Generalitat de Catalunya y la Agrupació de Recerca en Humanitats de la Universitat de Barcelona (22655).
Dirección técnica del proyecto: Dr. Óscar Adán
Producción ejecutiva: Dr. Sonia Prieto
Edición: Marta García
Correción: Gemma Gabarrò
Traducción al alemán: Doris Leibetseder
Traducción al catalán: David Madueño
Traducción al inglés: Caroline Wilson
Traducción al italiano: Clara Jourdan
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