Igualdad y pluralidad
De la reflexión
de Arendt sobre el totalitarismo se origina su proyecto
político y ético, el objetivo de su razonamiento es crear un sistema político
en el que no sea posible un resurgir de los totalitarismos. En su análisis del
totalitarismo hay un factor que destaca sobre los demás, que és la tendencia a
la uniformidad de todos los individuos reduciéndolos a una "igualdad monstruosa".
Para Arendt el factor democrático por excelencia es la pluralidad. En La condición
humana Arendt define la pluralidad como: "una condición básica tanto de
la acción como del discurso, tiene el doble carácter de igualdad y distinción.
Si los hombres no fueran iguales, no podrían entenderse ni planear y prever para
el futuro las necesidades de los que llegarán después. Si los hombres no fueran
distintos, es decir cada ser humano diferenciado de cualquier otro que exista,
haya existido o existirá, no necesitarían el discurso y la acción para entenderse.
Signos y sonidos bastarían para comunicar las necesidades básicas e idénticas".
Para Arendt la igualdad no es un atributo natural, sino una homologación
artificial, que sitúa en el mismo rango jurídico (el estatus de ciudadano) a sujetos
diferentes pero que comparten un espacio común, la esfera pública. La igualdad
no es un derecho natural sino un derecho político, un atributo exclusivo del ciudadano.
Para Arendt tener derechos no sólo esta ligado a la pertenencia a una determinada
comunidad política sino a la participación en dicha comunidad. El ser reconocido
como ciudadano implica "el derecho a tener derechos". No es que la esfera privada
sea innecesaria, pero es inferior a la esfera pública, que es donde el individuo
se muestra ante los otros individuos. La "esfera privada" sería el espacio de
los idénticos, la "esfera pública" sería el espacio de los iguales.