Totalitarismo
La obra de Hannah Arendt
esta escrita desde su condición de superviviente. Como judía que sobrevivió al
exterminio nazi se sintió en la obligación de responder a dos cuestiones ¿Como
pudo suceder una cosa así?, ¿Que puede hacerse para que no vuelva a pasar nunca
más?
Su estudio sobre el totalitarismo se aleja de la posición oficial
israelí de presentar al criminal nazi como un hombre intrínsecamente perverso,
posición que ella también mantuvo en Los Orígenes del Totalitarismo para
presentarlo como un hombre banal en Eichmann en Jerusalén. Entendiendo
banalidad como superfluo, "el totalitarismo busca, no la dominación despótica
sobre los hombres, sino un sistema en el que los hombres sean superfluos".
Banalidad que niega todo principio de moralidad o legitimidad política, y reduce
toda acción a la arbitrariedad. El totalitarismo disuelve la pluralidad, la posibilidad
de la diferencia; lo que hace que las pequeñas y puntuales injusticias queden
unificadas en una sola injusticia.
Su paso de una concepción del nazismo
como mal radical a mal banal se produce ante la convicción de que la concepción
del mal como algo radical lo convierte en inevitable; lo que choca con su creencia
en la posibilidad de una vida política y de un combate contra un hipotético resurgir
de los totalitarismos. De Eichmann dirá: "No es un monstruo, y tampoco un criminal
ordinario que comete el delito con pretensiones utilitaristas; tampoco es un estúpido.
Eichmann es normal, espantosamente normal".