La principal crítica que MacIntyre hace al liberalismo deriva de su idea de que las sociedades contemporáneas son emotivistas. El liberalismo (como toda moral emotivista) reduce todo juicio moral a una afirmación arbitraria y lo que quería ser un orden social transcultural y racional, es decir, un orden social que todos los seres racionales pudiesen aceptar, acaba por ser una tradición moral más.