Alasdair MacIntyre
"Pero es de importancia primordial acordarse de que el proyecto de fundar una
forma de orden social en la que los individuos puedan liberarse de la contingencia
y de la particularidad de la tradición por apelación a normas genuinamente universales
e independientes de cualquier tradición no era sólo ni principalmente un proyecto
de filósofos. Era y es el proyecto de una sociedad moderna, liberal e individualista,
y las razones más coherentes que tenemos para creer que la esperanza de una universalidad
racional independiente de la tradición es un espejismo se derivan de la historia
de ese proyecto. Porque en el curso de esa historia el liberalismo mismo -que
comenzó como una apelación a principios de una racionalidad supuestamente compartida
en contra de lo que se tomaba por la tiranía de la tradición- se ha transformado
en una tradición cuyas continuaciones se definen parcialmente por la interminabilidad
del debate sobre tales principios. Una interminabilidad que, desde la perspectiva
de un liberalismo anterior era un defecto grave que debería remediarse tan pronto
como fuera posible, se ha convertido en una especie de virtud -al menos, a los
ojos de algunos liberales-. Inicialmente, la pretensión liberal era proporcionar
un marco político legal y económico en el que el asentimiento a uno y el mismo
conjunto de principios racionalmente justificables permitiría a los que se adhieren
a concepciones muy diferentes e incompatibles de la vida buena para los seres
humanos vivir juntos pacíficamente dentro de la misma sociedad, disfrutando del
mismo status político y metidos en las mismas relaciones económicas. Cada individuo
iba a ser igualmente libre para proponer y vivir según cualquier concepción de
la vida buena que le placiera, derivada de cualquier teoría o tradición a la que
suscribiese, a no ser que esa concepción del bien incluyera la reformación de
la vida del resto de la comunidad de acuerdo con ella misma. Cualquier concepción
del bien humano según el cual, por ejemplo, es el deber del gobierno educar a
los miembros de una comunidad moralmente, para que puedan vivir esa concepción
del bien, puede, hasta cierto punto, tenerse como una teoría privada por individuos
o grupos, pero cualquier intento serio de incorporarlo en la vida pública será
proscrito. Y esta cualidad, por supuesto, no sólo significa que el individualismo
liberal ciertamente tiene su propia concepción amplia del bien, que procura imponer
política, legal, social y culturalmente siempre que ha tenido el poder de hacerlo,
sino también que su tolerancia de las concepciones rivales del bien en el foro
público es muy limitada.
La que se permite en ese foro es la expresión
de preferencias, bien las preferencias de individuos o las preferencias de grupos,
entendiendo por lo último las preferencias de los individuos que componen esos
grupos, sumadas de alguna manera u otra. Puede ser que en algunos casos sea alguna
teoría o concepción no-liberal del bien humano lo que lleva a los individuos a
expresar las preferencias que expresan. Pero sólo es bajo la guisa de tales expresiones
de preferencias que se permite que reciban expresión tales teorías y concepciones."
- , MacIntyre, Alasdair: Justicia y racionalidad, EIUNSA,
Barcelona 1994. P. 320, 321