Alasdair MacIntyre
"Los liberales, debido a razones que son obvias a la luz de la historia de sus
doctrinas, tienen reticencias en reconocer que su apelación no está hecha en virtud
de alguna racionalidad independiente de la tradición en cuanto tal. Sin embargo,
ha habido pensadores liberales que, por alguna razón u otra, han reconocido que
su teoría y su práctica son, después de todo, las de una tradición fundada en
hechos más contingentes, en conflicto con otras tradiciones rivales en cuanto
tales y similar a otras al reclamar un derecho al compromiso universal a la vez
que sea incapaz de escaparse de las condiciones exigidas de una tradición. Incluso
esto, no obstante, puede reconocerse sin inconsistencia alguna como han hecho,
gradualmente, escritores liberales como Rawls, Rorty y Stout.
Del
hecho de que el liberalismo no proporciona una base neutral, independiente de
la tradición, a partir de la cual un veredicto puede pronunciarse sobre las preten-siones
rivales de tradiciones en conflicto con respecto a la racionalidad práctica y
a la justicia, sino que más bien resulta ser una más entre muchas tradiciones
con sus concepciones de la racionalidad práctica y de la justicia igualmente cuestionables,
no sigue, desde luego, la inexistencia de semejante fundamento neutral. Y está
claro que no puede haber ningún argumento a priori válido para demostrar que tal
cosa es imposible. Lo que es igualmente claro, sin embargo, es que el liberalismo
ha sido, por el momento, el pretendiente más fuerte que haya aparecido y que vaya
a apare-cer en el futuro previsible de la historia humana. Que el liberalismo
fracasa en este respecto, por tanto, proporciona en realidad la razón más fuerte
que podamos tener para afirmar que no existe semejante fundamento neutral, que
las apelaciones a una racionalidad práctica o a una justicia en cuanto tales,
a las que todas las personas racionales -en virtud de su propia racionalidad-
estarían obligadas a dar su adhesión, son una utopía. En su lugar sólo hay la
racionalidad práctica y la justicia de esta o aquella tradición.
El
liberalismo -como todas las otras tradiciones morales, intelectuales y sociales
de cierta complejidad- tiene sus propios problemas internos, su propio conjunto
de preguntas al que está comprometido por sus propias doctrinas, a responder.
Puesto que en sus propios debates internos así como en el debate entre el liberalismo
y otras tradiciones rivales, el éxito o el fracaso del liberalismo en formular
y resolver sus propios problemas es de gran importancia, merece la pena tomar
nota de dos problemas particularmente centrales para el liberalismo: el del ego
liberal y el del bien común en el orden social liberal."
- , MacIntyre,
Alasdair: Justicia y racionalidad, EIUNSA, Barcelona 1994. P. 328, 329.