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13-01-2014

La regulación del ciclo vital de una ameba podría ser la clave del origen de la multicelularidad de

El trabajo científico describe como la ameba C. owczarzaki adopta morfologías diferentes a lo largo de su ciclo vital, entre las cuales se incluye la formación de una estructura multicelular por agregación. Este tipo de multicelularidad agregativa se ha caracterizado en otros organismos eucariontes —como por ejemplo la ameba social Dictyostelium— más alejados filogenéticamente de los animales. En concreto, la ameba Dictyostelium forma agregados como respuesta a determinados factores, como la escasez de alimentos.

 

Los investigadores también han estudiado la expresión de los genes de C. owczarzaki en las distintas conformaciones de su ciclo vital. Los resultados apuntan a otra primicia científica: los genes expresados en el estadio de agregación son de un tipo que también se encuentra en los animales y son relevantes para formar estructuras compuestas por múltiples células (tejidos, etc.). Según explica Iñaki Ruiz Trillo, «la hipótesis del trabajo es que estos genes que tienen un papel clave en la formación de agregados en las amebas son los mismos que hicieron posible la diferenciación hacia organismos con distintos tipos de tejidos en la organización morfológica de los animales».

La investigación también aporta conocimientos nuevos sobre el mecanismo que permite a un gen codificar diferentes proteínas según las necesidades de la célula (corte y empalme o splicing alternativo). Todo apunta, según los autores, a que la Capsaspora está a medio camino entre los eucariontes como plantas y hongos —donde este proceso genera mayoritariamente proteínas no funcionales— y los animales, que producen un abanico de proteínas funcionales mediante este mecanismo. «Esto nos sugiere que, a lo largo de la evolución, el proceso de splicing alternativo fue un factor capital en el origen de los animales, dado que se pudieron crear muchas proteínas nuevas a partir de una única secuencia génica», apunta Ruiz Trillo, que también es investigador ICREA del Instituto de Biología Evolutiva (CSIC-UPF). En el estudio también han colaborado investigadores de la Universidad de Toronto (Canadá), la Universidad de Harvard (Estados Unidos) y el Instituto Tecnológico de Massachusetts (Estados Unidos).

Foto: Arnau Sebé-Pedrós

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