La otra cara de la DANA: biodiversidad y amenazas por la salud pública
La DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos), un fenómeno meteorológico que ha ido ganando intensidad y frecuencia en los últimos años, provocando una serie de problemas ambientales, económicos y sociales.
Impactos ecológicos de la DANA: una amenaza oculta para la biodiversidad
Cuando la DANA golpea, las consecuencias inmediatas son devastadoras: inundaciones repentinas, daños materiales y, en los casos más graves, pérdidas humanas.
Las cuencas hidrográficas que tienen más terreno urbanizado y menor cobertura vegetal son las más afectadas. La razón es que el suelo urbanizado actúa como un tobogán por el agua, no le ofrece casi fricción al desplazarse y, por tanto, incrementa el impacto sobre bienes humanos y naturales. Los tramos medios y bajos de los ríos suelen ser los que tienen los impactos más severos porque también son donde se concentra la mayor parte de la población. Pero su impacto en la biodiversidad es ignorado a menudo. Este fenómeno puede alterar gravemente los hábitats naturales, especialmente los humedales, ríos y áreas costeras, que son vitales para muchas especies.
Los principales efectos de la DANA sobre los ecosistemas son los causados por la inundación y la fuerte erosión. En el caso de una DANA, el arrastre de nutrientes y sedimentos de los ecosistemas terrestres hasta el mar es más severo y con él los impactos sobre los ecosistemas receptores y bienes humanos.
Plagas y enfermedades: un peligro creciente
Una DANA provoca cambios drásticos en las poblaciones de especias, incrementando el riesgo de plagas. En caso de impacto sobre las poblaciones silvestres, las poblaciones que se recuperarán antes serán aquéllas que tienen un ciclo de vida más rápido. Estas especies a menudo pueden convertirse en plagas debido al gran crecimiento de la población ya la falta de sus controladores naturales que pueden haber disminuido después de una DANA, o bien la DANA puede haber creado nuevos hábitats fácilmente colonizables por estas especies. Por ejemplo, la acumulación de agua estancada después de las fuertes lluvias crea un ambiente ideal para la proliferación de mosquitos y otros insectos vectores de enfermedades. Estas explosiones poblacionales pueden ser dañinas, no sólo para los ecosistemas, sino también para la salud pública.
Uno de los efectos más preocupantes de la DANA es el aumento de poblaciones de mosquitos, que pueden actuar como vectores de enfermedades. Según Tomás Montalvo, Jefe de Servicio de Vigilancia y Control de Plagas Urbanas (SVIPLA) actualmente no estamos en una situación de alarma de salud pública. Aunque puede haber un aumento del riesgo si se dan unas condiciones climatológicas óptimas para el desarrollo de los vectores como el mosquito común (Culex pipiens) y el mosquito tigre (Aedes albopictus). La magnitud del impacto en la salud pública de estos agentes puede reducirse si se implementan medidas de gestión adecuadas, que incluyan la vigilancia y control de forma coordinada, evaluando las intervenciones y haciendo un seguimiento en continuo.
Otra especie que está en su punto de mira, es la rata gris (Rattus norvegicus). Con el exceso de lluvias, los sistemas de alcantarillado se han visto afectados, obligando a estos roedores a salir a la superficie y buscar refugio en edificios. La presencia de ratas en espacios habitados aumenta la exposición y riesgo de enfermedades, como la leptospirosis, una infección que se transmite a través de la orina de animales infectados.
Recomendaciones de las entidades de salud pública
En este contexto, el Comité Estatal de Vectores del Ministerio de Sanidad, en el que Tomás Montalvo ha estado trabajando estos días, ha identificado tres líneas de actuación clave para minimizar los riesgos:
1.Comunicación: Es crucial informar y sensibilizar a la ciudadanía sobre los riesgos asociados a estas especies. Esto incluye alertar sobre los síntomas de enfermedades transmitidas por vectores y ofrecer consejos preventivos, así como mantener informada a la población sobre las medidas que se llevan a cabo para controlar estos vectores.
2.Medidas de prevención y protección: Se recomienda extremar las medidas de higiene, utilizando guantes y mascarillas en caso de contacto con animales muertos y aplicando repelentes para prevenir picaduras de mosquitos. Es fundamental evitar el contacto directo con animales, especialmente si se desconoce su estado de salud.
3.Vigilancia y control: Se está trabajando para centralizar el control de plagas, facilitando el acceso a servicios de intervención por parte de la población. En Valencia, ya se está implementando un equipo de intervención y control que actúa de forma coordinada para gestionar estas situaciones con rapidez y eficacia.
Las autoridades sanitarias siguen monitorizando la situación y adaptando las intervenciones según las condiciones meteorológicas y los resultados de las evaluaciones de riesgo.
El rol de la biodiversidad para minimizar los impactos: soluciones basadas en la naturaleza
Para mitigar los efectos negativos de la DANA en la biodiversidad y la salud humana, es crucial implementar estrategias basadas en la conservación y restauración de hábitats naturales. Las zonas húmedas y los bosques de ribera actúan bien conservados como amortiguadores naturales, reteniendo sedimentos y nutrientes arrastrados por el agua, a la vez que absorbe el exceso de agua y reduce la intensidad de las inundaciones.
Según Alberto Maceda Veiga, investigador en biodiversidad de los ecosistemas de agua dulce urbanos y agrícolas del IRBio "Con los años las sociedades humanas hemos mejorado nuestra relación con los ecosistemas fluviales, pero todavía tenemos asignaturas pendientes." La primera que señala es evitar construir en los cauces de inundación lo que los planes urbanísticos no han tenido en cuenta.
La segunda es mejorar el estado de conservación de la vegetación de ribera. Una vegetación de ribera en buen estado amortigua la velocidad del agua y ayuda a retener los nutrientes, sedimentos y contaminantes que lleva el agua. Cuando el bosque de ribera está degradado y las infraestructuras fluviales, como los puentes, presentan aberturas insuficientes para el caudal y la carga sedimentaria del río, se producen colapsos y disfunciones hidráulicas. Los humedales actúan como esponjas naturales, en este sentido, una buena red de humedales sería un seguro de vida frente a estos fenómenos extremos.
Estas soluciones basadas en la naturaleza ayudan a mitigar los impactos negativos tanto sobre los bienes humanos como sobre los ecosistemas naturales.
El futuro: adaptación y acción climática urgente
La frecuencia creciente de la DANA y otros eventos climáticos extremos es un recordatorio de la urgencia de actuar frente al cambio climático. Los fenómenos climático extremos han tenido un impacto directo sobre la proliferación de ciertas especies de vectores y/o reservorios, con posibles impactos sobre la salud pública, especialmente en entornos urbanos y periurbanos.
Las políticas de conservación de la biodiversidad deben tener en cuenta estos nuevos escenarios y prepararse para responder a los retos de salud pública que pueden surgir. Sensibilizar a la población sobre estos riesgos ocultos es un primer paso necesario para fomentar una respuesta integrada y efectiva.