04-07-2012
Frontiers in Ecology and the Environment
Un artículo de los profesores Jacob González-Solís y Raül Ramos, del Departamento de Biología Animal de la UB y el Instituto de Investigación de la Biodiversidad de la UB (IRBio), ha sido publicado en portada en la revista de alto impacto científico Frontiers in Ecology and the Environment.
El artículo, titulado «Trace me if you can: the use of intrinsic biogeochemical markers in marine top predators», trata del impacto, cada vez mayor, de las actividades humanas sobre los grandes depredadores marinos. Los autores analizan el uso de trazadores biogeoquímicos de carácter intrínseco, por ejemplo, isótopos estables, ácidos grasos, oligoelementos y contaminantes químicos, entre otros, como metodología eficaz para estudiar la ecología trófica y espacial de los grandes depredadores (aves y mamíferos marinos, peces, etc.), que pueden desplazarse miles de kilómetros cada año.
Descifrando la dieta y los grandes movimientos migratorios
Un marcador biogeoquímico intrínseco es, de acuerdo con la explicación del profesor González-Solís, un trazador, es decir, «una sustancia química que se incorpora, fundamentalmente a través de la dieta, a los tejidos animales de manera predecible, como es el caso de algunos isótopos estables, oligoelementos, lípidos e incluso contaminantes. Todas estas sustancias dejan una firma química en los tejidos biológicos. En este sentido, todos ellos se pueden utilizar como trazadores de la ecología trófica y de los movimientos migratorios de los organismos marinos en el espacio y el tiempo».
Los distintos aspectos de la ecología animal suelen estudiarse mediante muestras de la dieta o bien colocando en los animales instrumentos de seguimiento remoto del movimiento, como los emisores por satélite. Los marcadores biogeoquímicos quizá no proporcionan detalles taxonómicos o de gran exactitud geográfica, pero no están tan afectados por la imprecisión y las limitaciones de los estudios de perfil más convencional. Y todavía presentan más ventajas: pueden hacerse análisis de trazadores en cualquier especie, después no hay que recuperar a los animales y los resultados aportan información tanto de los grandes desplazamientos de los animales como de los lugares donde estaban antes y de la dieta que mantenían.
Mejorando estrategias para conservar la biodiversidad
La aplicación de marcadores en ecología animal ha aumentado durante la última década por el interés que tienen en ámbitos como el de la protección y conservación de la biodiversidad. Sin embargo, todavía no hay suficientes datos que permitan conocer los mecanismos sobre los procesos de integración de los trazadores en los tejidos, entre otros. Para los expertos, en el futuro habrá que continuar con el esfuerzo investigador para poder hacer frente a un gran desafío: aprender a descifrar correctamente toda la información que se deriva de la aplicación de esta metodología. «Hay muchos factores que pueden influir en la dinámica de estos marcadores en los tejidos biológicos. Si no entendemos bien cómo funcionan estos procesos, el mensaje que interpretemos podría ser erróneo», alerta González-Solís.
El artículo, titulado «Trace me if you can: the use of intrinsic biogeochemical markers in marine top predators», trata del impacto, cada vez mayor, de las actividades humanas sobre los grandes depredadores marinos. Los autores analizan el uso de trazadores biogeoquímicos de carácter intrínseco, por ejemplo, isótopos estables, ácidos grasos, oligoelementos y contaminantes químicos, entre otros, como metodología eficaz para estudiar la ecología trófica y espacial de los grandes depredadores (aves y mamíferos marinos, peces, etc.), que pueden desplazarse miles de kilómetros cada año.
Descifrando la dieta y los grandes movimientos migratorios
Un marcador biogeoquímico intrínseco es, de acuerdo con la explicación del profesor González-Solís, un trazador, es decir, «una sustancia química que se incorpora, fundamentalmente a través de la dieta, a los tejidos animales de manera predecible, como es el caso de algunos isótopos estables, oligoelementos, lípidos e incluso contaminantes. Todas estas sustancias dejan una firma química en los tejidos biológicos. En este sentido, todos ellos se pueden utilizar como trazadores de la ecología trófica y de los movimientos migratorios de los organismos marinos en el espacio y el tiempo».
Los distintos aspectos de la ecología animal suelen estudiarse mediante muestras de la dieta o bien colocando en los animales instrumentos de seguimiento remoto del movimiento, como los emisores por satélite. Los marcadores biogeoquímicos quizá no proporcionan detalles taxonómicos o de gran exactitud geográfica, pero no están tan afectados por la imprecisión y las limitaciones de los estudios de perfil más convencional. Y todavía presentan más ventajas: pueden hacerse análisis de trazadores en cualquier especie, después no hay que recuperar a los animales y los resultados aportan información tanto de los grandes desplazamientos de los animales como de los lugares donde estaban antes y de la dieta que mantenían.
Mejorando estrategias para conservar la biodiversidad
La aplicación de marcadores en ecología animal ha aumentado durante la última década por el interés que tienen en ámbitos como el de la protección y conservación de la biodiversidad. Sin embargo, todavía no hay suficientes datos que permitan conocer los mecanismos sobre los procesos de integración de los trazadores en los tejidos, entre otros. Para los expertos, en el futuro habrá que continuar con el esfuerzo investigador para poder hacer frente a un gran desafío: aprender a descifrar correctamente toda la información que se deriva de la aplicación de esta metodología. «Hay muchos factores que pueden influir en la dinámica de estos marcadores en los tejidos biológicos. Si no entendemos bien cómo funcionan estos procesos, el mensaje que interpretemos podría ser erróneo», alerta González-Solís.