biografía

Carmen Martín Gaite (Salamanca, 1925 – Madrid, 2000) fue una de las autoras españolas más relevantes del siglo xx. Inició su obra durante los años 40, la continuó hasta el año de su muerte, y fue la primera mujer en obtener el Premio Nacional de Literatura (1978), uno de los diversos galardones que reconocen su labor como escritora. Tocó todos los géneros, desde la novela, la poesía y el teatro hasta la teoría literaria, la crítica y la historiografía, siempre guiada por su constante búsqueda de conocimiento, su gran sentido crítico y su afán por explorar la comunicación humana. 

sinopsis

Desde el manicomio en que se halla recluido, David Fuentes realiza su particular autobiografía intelectual y sentimental, la historia de cómo un joven de clase media con una sensibilidad especial se empeña en mantenerse fiel a su ideal utópico de libertad absoluta, racionalidad y “ritmo lento” a costa de sacrificar amores, amistades y parentescos. Como marginado, contemplará desde fuera una sociedad española en mutación donde conviven el conservadurismo tradicional y el nuevo pragmatismo consumista. El camino de David, que mezcla la tragedia fatal y la voluntaria ruina personal, es uno sin retorno posible.

reseña

Ritmo lento, segunda novela de Carmen Martín Gaite, se encuentra entre aquellas menos exitosas a nivel comercial y crítico dentro de su trayectoria, pese al innegable mérito técnico de su narrativa, la originalidad de su protagonista y temas, y haber sido finalista del prestigioso Premio Biblioteca Breve de Seix Barral en 1962.

Si bien es cierto que no llega al nivel de experimentalismo de obras como La ciudad y los perros (1963) de Mario Vargas Llosa, ante la que perdió el premio mencionado, Ritmo lento desarrolla la mayoría de su relato a través de 11 capítulos ocupados por flashbacks, frecuentemente superpuestos, que se nos proponen sin orden cronológico, ligados a personas, conceptos y etapas de vida cruciales para un narrador intradiegético al que supuestamente le importa el quid y no el hilo narrativo, pero que cae constantemente en digresiones, comentarios metatextuales y reflexiones más bien personales, e, irónicamente, nos comenta que el periodo más agitado de su existencia será narrado con el mínimo detalle posible, pues lo recuerda menos que otros mucho más cotidianos y monótonos, pero más relevantes para la formación de su personalidad. Este cuerpo narrativo va precedido de un prólogo y un epílogo con narrador extradiegético que contextualiza, cuestiona y completa la historia de David.

Además de imitar los caprichos de la memoria humana mediante la estructura del relato, la autora parece buscar que el lector sea asaltado por la angustiosa ambigüedad de los hechos narrados y oscile entre la repulsión y la fascinación (Mainer, 1996: L): David critica con distanciamiento y buen criterio las hipocresías y arbitrariedades de la sociedad en que vive, pero a nivel personal se destaca por su egocentrismo, sus contradicciones y obsesiones, su inestabilidad mental y su absoluta incapacidad para negociar con la realidad.

Su comportamiento alterna entre la inmovilidad más absoluta, que lo lleva a rechazar cualquier tipo de atadura económica y sentimental, por necesaria que sea, y el desprecio irado contra toda persona que amenace con cambiar su particular condición de observador marginal, aunque no se resigna a la soledad que él mismo causa. Como señala la autora, David fracasa porque es incapaz de equilibrar su racionalidad hipertrofiada con su fragilidad sentimental, o de aportar una forma de comunicación sincera que no dependa de las convenciones sociales que detesta (Martín Gaite, 2002: 251-252), y así lo demuestran sus conflictivas relaciones con su padre, su hermana Aurora, su amigo Bernardo y las tres mujeres con las que mantiene romances frustrados: Gabriela, Lucía y Magdalena.

La psicología compleja, hipersensible y casi perversa del protagonista; su narrativa discontinua, lenta, y reflexiva; y su visión existencialista y desesperanzada de la sociedad hacen de Ritmo lento una novela tan singular y valiosa como desafiante para el lector medio, y se merece su puesto como clásico contemporáneo injustamente minusvalorado.

autopoética

“[Pese a su éxito dispar, Tiempo de silencio (1963), de mi amigo Luis Martín Santos, y mi novela Ritmo Lento (1963)] supusieron las primeras reacciones contra el ‘realismo’ imperante en la narrativa española de postguerra, dos intentos aislados por volver a centrar el relato en el análisis psicológico de un personaje, yo influida por [Italo] Svevo, él por [James] Joyce” (Martín Gaite, Ritmo lento, “Nota a la tercera edición”, 1996: 8).

bibliografía

Jurado Morales, José (2003), “Cap. 1: La narrativa de Carmen Martín Gaite en la posguerra” en La trayectoria narrativa de Carmen Martín Gaite (1925-2000), Madrid, Editorial Gredos: 15-123.

Mainer, José Carlos (1996), “Introducción”, Ritmo lento (Vol. 14 de Clásicos Contemporáneos Comentados), Martín Gaite, Carmen, Barcelona, Ediciones Destino: VII-LX.

Martín Gaite, Carmen (2002), “Reflexiones sobre mi obra” en Pido la palabra, Barcelona, Editorial Anagrama: 247-265.

O’leary, Catherine; Ribeiro de Menezes, Alison (2008), “Ritmo lento” en A companion to Carmen Martín Gaite, New York, Tamesis: 56-70.