¡Claro que sabía que iba a morir algún día! ¡Claro que sabía que un tanto por ciento de hombres de su edad moría de cáncer cada año en Francia! Pues bien, ahora también sabía que formaba parte de ese porcentaje: ¡eso es todo!
Sagan, Françoise
sinopsis
Matthieu Cazavel, un arquitecto parisiense de edad madura, es sorprendido con la terrible noticia de que un cáncer de pulmón reducirá su vida a seis meses. Durante un día va asumiendo la noticia de su fatal porvenir, al tiempo que se ve invadido por todo tipo de sensaciones y pensamientos atropellados y contradictorios sobre su vida. Impulsos desesperados de suicidio se van entremezclando con instintos de supervivencia, donde el presente ha de alcanzar todo el protagonismo y el pasado recuperar lo mejor de sí mismo, lo mejor de su existencia.
reseña
Cuando en la vida de Matthieu tenían más importancia los cómos que los porqués, dicho de otra manera, lo práctico frente a lo filosófico, la muerte se le presenta de golpe. La muerte, como paradigma de la trascendencia, desestabiliza sus esquemas, zarandea sus estructuras mentales hasta embriagarlo por completo. He aquí a un hombre desencajado, que Françoise Sagan va moldeando capítulo a capítulo, a ritmo de las agujas del reloj. Desde el instante en que Matthieu recibe la noticia, el lector es cómplice y acompañante silencioso de sus diferentes estados anímicos y de sus decisiones, donde dos serán los microclimas que coexistan en la mente de Matthieu: el árido, agónico y escalofriante del temor al fin de la existencia; o el irónico, banal y desenfadado que lo salvaguarda por momentos. La intensidad de la narración, pues, reside en el hecho de que en tan sólo un día, el mismo en el que recibe la noticia, deba asimilar y a la vez transmitir que va a morir. La autora no pretende hacer de este libro un manual de cómo enfrentarse a la muerte, ni dramatizar sobre la misma, al contrario, a través de un personaje neutral y contenido, presenta el tema de la muerte, la cual adquiere un carácter natural, no extravagante, aun siendo repentina y cruel. Sin embargo, ni la narración, ni la historia, son planas, pues existen diferentes ritmos acordes a los altibajos del protagonista, pero están descritos desde un perspectiva fría, que no carga el ambiente, sino que más bien invita al lector a disfrutar la lectura de modo relajado y paulatino. Dos también son los factores (como dos los microclimas) que inyectan energía a la historia, Mathilde y el final. La mujer y la amante de Matthieu no llenan su vida sentimental, más bien la ocupan, forman parte de su cotidianidad, de modo que Mathilde, un antiguo amor, descrito como su única y verdadera historia de amor, no cae en el olvido y reaparece, tras la noticia, con gran intensidad en su memoria, de ahí que cuando por azar, un antiguo conocido lo lleve de nuevo hasta ella, provoca que la fuerte carga de ese encuentro sea contagiosa para el lector.
Algo así ocurre con el final, no tanto por la intensidad del relato, como por la "sorpresa" que suscita, porque aunque era de esperar por la insinuación del título, Un disgusto pasajero, no será hasta las últimas líneas del libro que se desvele de forma repentina que se trataba de una negligencia médica, que no existía tal enfermedad. Esta escena es a la vez sobria y cómica porque la noticia llega al protagonista al final del día cuando parece haber procesado su fatalidad (tanto él como los lectores). Sobria y cómica en cuanto que fugaz y, aunque la recibe con gran exaltación, ya no caben más emociones en su día y, quizás, más cansado que aturdido decide irse a descansar solo a una habitación de hotel, aunque eso sí, con una sonrisa. Sagan, nos deja un final abierto y un gusto un tanto áspero porque ante la idea de un Matthieu vulnerable, que sería arropado en sus últimos días por Mathilde, se superpone el Matthieu independiente que pudiera estar relacionado con aquel que representaba antes de diagnosticársele la enfermedad. Así, este interesante recurso final por parte de la autora no deja indiferente, ya que a esas alturas, para el lector, podría haber sido más alentadora, aunque contradictoria, la idea de su muerte que la de su salvación.
Rodríguez Quintana, Lena (2007), "Françoise Sagan. Un disgusto pasajero", Lletra de Dona in Centre Dona i Literatura, Barcelona, Centre Dona i Literatura / Universitat de Barcelona.