biografía

Judith Butler (1956) es una filósofa estadounidense. Durante la década de los 90, sus escritos sobre género y sexualidad la posicionaron al frente del discurso feminista de tercera ola, siendo Gender Trouble (1991) y Bodies That Matter (1993) dos obras ya canónicas para la Teoría de género y los estudios queer. A partir del 2000, Butler empezó a centrar su mirada en la ética y la política global. Actualmente enseña en el Departamento de literatura comparada en la Universidad de California, Berkeley, y es catedrática "Hannah Arendt" y profesora de filosofía en la European Graduate School.

sinopsis

La presente obra plantea la cuestión ontológica como dimensión relacional basada en la vulnerabilidad inherente a todo individuo en sociedad. En ella, Butler reflexiona principalmente sobre la responsabilidad ética de cada individuo frente al Otro, en base a lo cual propone una revisión del discurso utilizado por representantes del gobierno y del ejército estadounidenses, así como por ciertos medios de comunicación. Según la autora, estos ofrecerían una representación sesgada de determinadas posiciones-sujeto, lo cual las deshumanizaría ante el ojo público, reforzando así su inescapable condición política y social de vidas “no vivibles”.

reseña

Precarious Life se propone como conjunto de ensayos críticos en torno a la responsabilidad política tanto del individuo como de las instituciones que representan el poder normativo. Con un estilo divulgativo y alejado de la opacidad que con frecuencia se atribuyó a la obra de Butler en la década de los 90, el presente texto somete minuciosamente a análisis tanto las estrategias de representación mediática como el lenguaje utilizado por altos cargos en los Estados Unidos. Para ello, la pensadora examina acontecimientos concretos de la historia reciente del país como los ataques del 11 de Setiembre, la situación legal de los presos en Guantánamo o la viabilidad de construir un discurso crítico contra acciones llevadas a cabo por el estado de Israel. En este sentido, Butler exhibe una voluntad arendtiana de afrontar lo inafrontable, de pronunciar el tabú, de poner en tela de juicio los argumentos de su propia nación o comunidad, por muy perjudicial que esto pueda resultar para la imagen social del “nosotros”. Para la filósofa estadounidense, si hay un espacio donde pueda – o, más bien: deba – permitir el pensamiento autocrítico, éste es precisamente el mundo académico.

Vinculando estrechamente su trabajo al marco teórico de Levinas, la visión del rostro es para Judith Butler la “representación de la precariedad del otro” (136). De esta forma, la académica se sitúa junto a Merleau-Ponty al centrar su atención en la exposición física del yo, tomando del cuerpo ajeno su vulnerabilidad ante la violencia como fuente primera de ética. Por otro lado, Butler combina la biopolítica de Foucault y la nuda vida de Agamben para dar cuenta del uso de la soberanía por parte de la institución gubernamental norteamericana en el estado de excepción, consiguiendo así suspender la ley ante grupos minorizados. Consiguientemente, la población quedaría estratificada bajo una “jerarquía del duelo” que determinaría quiénes son aquellos sujetos cuya muerte merece reconocimiento y, por consiguiente, permite considerar su vida como vivible, entendida así por oposición a la vida excluida de la política del homo sacer. Frente a la estetización de los conflictos bélicos y la deshumanización de la otredad en los medios de comunicación, Butler se suma a las “voces disidentes” (151)  para advertir al gobierno de los Estados Unidos que “la violencia que teme es la violencia que engendra” (149).

El estrecho vínculo entre Butler y Arendt es particularmente notable en el cuarto capítulo, “The Charge of Anti-Semitism”, en el que la pensadora se ve forzada a defenderse de acusaciones de antisemitismo al abogar por la libertad de cuestionar ciertas políticas del estado israelí contra el pueblo palestino. Dicho vínculo resulta entristecedor por demostrar la persistencia de ideas que parecieran superadas. Finalmente, Precarious Life aboga por la necesidad de auto-representación para los cuerpos vulnerables a la hora de asumir una vida vivible, condición sine qua non para una sociedad verdaderamente democrática.