He aquí una selección de pasajes extraídos de Borges de Bioy Casares, testimonio de la inteligencia y del sentido del humor de los dos escritores argentinos, además de una muestra de la generosidad de Bioy Casares, de su talento para escoger los cometarios atinados, divertidos, malignos, sorprendentes, extraviados a veces, pero siempre “memorables,” de Borges, y de reproducirlos con tanta destreza que al leerlos creemos asistir a las conversaciones, estar participando de esa singular amistad.
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Adolfo Bioy Casares,
Borges. Edicion al cuidado de Daniel Martino, Barcelona:
Ediciones Destino, 2006.
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«Un señor de La Plata comenta su visita al doctor Palacios: “Me recibió —explica— con sus bigotes y su melena”. BORGES: “¿Qué esperaba? ¿Qué para recibirlo se hubiera rapado?» p. 85
«BORGES: […] Había una gran biblioteca y yo pensaba: “Tal vez no haya un solo libro que se pueda leer”.» [p. 91]
«BORGES: La gente dice que la Historia de la filosofía (¡o el Diccionario!) de Ferrater Mora es buena porque en ella figuran las filosofías de España y de la América Latina. Es una idea muy casera: buscan a Francisco Romero y lo encuentran. Es como si se alegraran de encontrar en una enciclopedia de medicina a la Madre María… La gente que elogia ciertas Historias de la literatura en diez tomos, diciendo: “todo está” y “el autor lo sabe todo”, suelen señalar, en la misma frase, que hay un volumen suplementario sobre la literatura nacional, escrito por Giusti u otra autoridad indígena. Es como una fotografía a la que le pegaran un pedazo para añadir a personas que no salieron […]. Ha de haber una edición bantú, con un tomo sobre la literatura bantú, firmado por una autoridad caníbal, desnuda y retinta.» p. 111
«Ayala refiere que Juan Ramón Jiménez ha desarrollado últimamente a tal punto su olfato que de pronto dice: “Ahí viene Gómez con sus botas”, y efectivamente, a los diez minutos llega Gómez, con su botas de cuero de Rusia. AYALA: “El único colega que soporta es a su enemigo, don Federico de Onís. Lo soporta —o lo soportaba— porque no huele a jabón. Cuando supo esto Onís, tomó una determinación heroica y se bañó. El olfato de Juan Ramón se extiende hasta lo inconcebible. Uno lo llama por teléfono. El poeta se queja: “¿No sabe usted lo malo que me pone el cigarro” “¿Pero por teléfono, Juan Ramón?” “A ver, no me va a decir que usted no está fumando”. Y efectivamente, uno está fumando. Ya no dicta clases, lo que es un alivio para la Universidad. Empezó con mucho empuje, queriendo dar dos cursos, uno de poética y otro de Historia literaria. En ambos dio siempre la misma clase, en que atacaba a la misma gente: “¿Azorín? Buen sinvergüenza es Azorín. Un vendido, ¿Y Unamuno? Un genuflexo. ¿Y el delicado poeta Antonio Machado? Un hombre que vivía en medio de la mugre. Como nunca en la vida se había descalzado, la suela y las plantas de los pies se le habían unido. Estaba herrado y caminaba como un ánade”.» p. 189
«Borges dice que a él le gustaría escribir algo en broma, pero que es difícil: “Es un género modesto, condenado a envejecer. Nada se desvanece más pronto que la comicidad”.» p. 235
«BORGES: Toda sociedad gremial está emparentada con el gangsterismo. Los agentes literarios, con el pretexto de cuidar los derechos de los autores, están en contra de la difusión de la cultura.» p. 278
«Borges da explicaciones sobre budismo […] El budismo no admite el yo: lo que imaginamos como un yo es una procesión de hombres que se mudan instantáneamente» p. 309
«BORGES: … Unamuno dijo que era una costumbre de la mezquindad española pensar que si alguien daba dinero para un manicomio era porque estaba loco y pensaba que lo encerrarían pronto; si uno daba dinero para cárceles, se disponía a caer preso y si daba dinero para cementerios pensaba morir.» p. 317
«BIOY:… Yo cuando estuve en Inglaterra no traté de conocer a ninguno de los escritores que admiraba. Sin pasado común, en una visita especial, es difícil conversar y explicarse. BORGES: Cuando se dijo que vendría Chesterton a Buenos Aires yo anhelé no verlo. Prefería seguir conociéndolo por los libros.» p. 319
«BORGES: ¿Quererlo a Dios? En verdad es raro que se lo pueda querer. Temer parece más lógico. Ha de ser por miedo, y por cortesía, para congraciarlo que dicen que lo quieren. ¿Cómo van a querer a un ser tan raro y tan incomprensible? No, amor no se puede sentir por él; una gran curiosidad sí. Quien no tiene curiosidad por él, no tiene curiosidad por nada. Es una relación muy extraña, la del hombre y Dios. ¿Qué puede importarle que lo queramos? Es como si nos importara que nos quieran las hormigas, o las uñas. Todavía que otros dioses lo quieran.» p. 322
«Hablamos del sueño. BIOY: Hay algo positivo en el placer del sueño. BORGES: Yo pienso escribir sobre eso. A mí también me parece que hay algo positivo; si no, ¿por qué uno se siente tan desventurado cuando lo despiertan a las seis de la mañana, para emprender un viaje al Rosario? No creo que la desventura se explique solamente por el viaje que hay por delante, ni por la contrariedad de dejar de no ser. Esto, la contrariedad de dejar de no ser, es una idea para la literatura y para nada más. La literatura es una especie de wastepaper de ideas totalmente inútiles. ¿Vos creés que podría haber un idioma que no permitiera decir cosas como ésa? ¿Qué no admitiera errores de lógica ni inexactitudes? Este idioma es una de esas ideas inútiles, que sólo sirven para la literatura.» p. 324
«Descubrimos, a la altura del dulce de leche, que Borges no tenía servilleta. Propongo frases: “Está airadamente, manchadamente, pringosamente desprovisto de servilleta” BORGES: Más inmundo es: “Está pegajosamente desprovisto de servilleta”.» p. 344
«BORGES: [Jünger] es un autor pésimo. Yo leí su Der Kampf als inneres Erlebnis. Dice que un breve grupo de hombres, algunos alemanes, algunos franceses, algunos ingleses, sienten júbilo cuando el dios de la guerra golpea su clava. ¡Qué débil y qué falso! Uno creería que el autor de esa frase nunca estuvo en una batalla, pero parece que sí. Lo que induce a error es la magia del estilo. También se queja de que nuestro siglo no es bastante violento. Debió de ser nazi.» p. 351
«BORGES: Plotino es el único que ha imaginado otro mundo. Y como se da cuenta de que ese mundo tiene que parecer horrible, nos da continuamente seguridades de que no lo es» p. 354
«BORGES [refiriéndose a un escritor muy malo]: Ha de escribir como una persona que quiere decir algo, no encuentra la palabra justa, pone otra, sigue buscando, pone otra, pone otra y así sucesivamente: “Se abrochó el cuello, se anudó la cincha, quiero decir el cinturón, quiero decir la corbata”. O: “Para salir a la calle ponte las pantuflas, las herraduras, los patines, las botas de potro, el calzado.» p. 375
«Me cuenta [Borges] que un sujeto, enojado con la hermana de su mujer, escupió un crucifijo. BORGES: Eso es horrible y excesivo: parece propio de un stage jew. ¿Cómo se hace para escupir un crucifijo? Habrá quedado con la boca cubierta de babas.» p. 383
«Comentamos que un rasgo típicamente masculino es el de querer huir, y uno femenino es el de retener. BIOY: Habitualmente es la mujer la que trata de retener al hombre: por eso es falsa la idea de los tangos, del hombre abandonado. BORGES: Y si eso es cierto para cualquier ambiente, imagínate como será en el de los tangos. Para los compadres la mujer casi no contará como persona. Sir Mandeville refiere que las mujeres casadas en China llevaban tatuado en la frente un pie, para indicar que estaban sujetas a un hombre» p. 428
«BORGES:… Qué triste es eso. Uno lee un libro, uno escribe sobre él, y lo único que recuerda después es el título, el color de la tapa, el lugar de la biblioteca donde está…» p. 456
«Borges siempre me precaví contra la tentación de tomar demasiado en serio nuestro trabajo: todo debe hacerse, pero discretamente, en los ratos que deja la vida.» p. 470
«BORGES: Qué raro que la gente crea que las mayores inteligencias pertenecen a literatos, La literatura es un entretenimiento, que corresponde a convenciones, del que un día la Humanidad se cansará […] La gente cree que las obras están llenas de ideas profundas. Lo que es raro es que también se dejen engañar los escritores: deberían saber que no es para tanto.» p. 472
«BORGES: …Yo creo que el éxito del psicoanálisis está en la vanidad de la gente; te das cuenta, poder hablar todo lo que uno quiere, de uno mismo, y que lo escuchen con interés y aun poder hablar de la infancia.» p. 502
«BORGES: … Qué tristeza, qué miseria, cuando la mayor virtud a que se aspira es la corrección gramatical.» p. 507
«Dice [Borges] que Valéry descubrió un sistema para saber a qué generación pertenece cada escritor: “Se toma la fecha cardinal de una generación, y los escritores que figuran en un periodo abarcado por x número de años, antes y después, son de esa generación. Es un método simple, un tanto mecánico, muy estúpido. A Julián Marías le habrá interesado.» p. 512
«Dice [Borges]: “No comprendo: cuando uno espera el tiempo pasa despacio; sin embargo, lo que uno siente es que pasa mucho tiempo.» p. 518
«De Carmen Gándara, dice [Borges] que tiene un cerebro comparable a una bola de billar: “Como diría Ibarra, ninguna luz la habita”.» p. 525
«BORGES: Pensé alguna vez escribir un cuento sobre Judas. Decir que no se suicidó después: siguió viviendo entre los discípulos, que lo querían mucho. Obró como obró, de puro infeliz. Todos sabían que era un infeliz y lo querían, Sobrevivió a todos y hubo una época en que la gente lo miraba con veneración, porque era el discípulo, el único que quedaba.» p. 527
«BORGES: Los escritores no formamos un gremio. Los obreros hacen trabajos muy simples. A un estibador no se le dice: “Es inútil que siga estibando. ¿Usted sabe lo que ya se estibó en el mundo?”. Al matarife no se lo disuade de que mate animales porque desde miles de años ríos de sangre de animales corren por el mundo, y a un zapatero no se lo contiene con el argumento de que ya se han hecho zapatos ad nauseam; pero cada escritor compite, si no con todos los escritores del pasado, con muchos. La utilidad de los movimientos literarios es que nos libran de muchos escritores. Viene un movimiento a favor del verso libre y se desecha a todos los poetas que rimaron; viene un movimiento a favor de la rima y se desecha a cuantos escribieron verso libre. Hay demasiados escritores y debemos suprimir el mayor número posible.[…] Creo, como Stevenson, que un escritor debe trabajar por un pago mínimo, con un máximo de responsabilidad.» p. 527-8
«BORGES: … Se escribe para comunicar algo, para ser entendido por el lector, y las lentitudes, las languideces, las repeticiones son necesarias, porque corresponden a la psicología de los hombres, que no están siempre tensos y atentos.» p. 545
«BORGES: Un error habitual es suponer que si alguien conoce la etimología de las palabras tiene acceso directo a la verdad. Unamuno y Ortega creían que al saber la etimología de las palabras, sabía uno la verdad que encierran. Un diccionario etimológico no es la llave de la verdad. Nadie cree que un pontífice sea un pontonero, ni que un políglota tenga muchas gargantas. Es evidente que a lo largo del tiempo cambia el sentido de las palabras. La etimología revela lo que las palabras ya no significan. “Estilo, ah amigo, usted no sabe que los romanos llamaban estilo a un punzón” Bueno ¿y qué?» p. 552
«BORGES: Un filósofo norteamericano visitó al filósofo australiano Walker, ya viejito, muy cansado y un poco sordo. Walker preguntó a su visitante a qué se dedicaba. “The philosophy of business” contestó el otro. “What?”, preguntó Walker. “The philosophy of business”, repitió el otro. “What?” insistió Walker. “The philosophy of business”, repitió el otro. Walker, recostándose en la silla y cerrando los ojos, comentó: “I give it up. I always hear the philosophy of business. It’s useless”.» p. 557
«Afirma [Borges] que al ir conociendo a profesores uno va descubriendo lo ignorantes que son: Los grandes especialistas son un mito. Lo que hay es una sociedad internacional de socorros mutuos, una conspiración amistosa de profesores que se cartean, se mandan libros y se invitan.» p. 573
«BIOY: En el sueño todo tiene valor simbólico. Nos admiramos de un argumento inteligente que alguien nos cuenta; quizá, examinado en la vigilia, ese argumento sería una idiotez, pero en el sueño lo tomamos por un argumento inteligente y nos admiramos. Es como si soñáramos varias cosas: que tal argumento es inteligente, que sentimos admiración; y las cosas tienen un valor simbólico eficaz: unas para admirarnos, otras para asustarnos, etcétera.» p. 602
«BORGES: Lo que más durará de las obras literarias será el argumento. Desde luego todo se olvidará, pero lo último en olvidarse será el argumento. Las bellezas de estilo se perderán con los cambios de gustos y con la muerte de las lenguas. ¿Qué nos queda de las bellezas estilísticas de texto sánscrito? Las situaciones también quedarán, pero las situaciones son argumento. Los caracteres durarán quizá más que las bellezas formales y menos que los argumentos. El criterio, en estas predicciones, es estadístico; no corresponde a mi gusto.» p. 602-3
«BORGES: Nadie en el mundo, salvo el abandonado, piensa que es una vergüenza, una derrota humillante, el que una mujer lo haya dejado.» p. 603
BORGES: Como los libros de Joyce, son una idiotez pero permiten el comentario de los críticos.» p. 603-4
«BORGES: Qué patético esas personas que hacen bromas sobre la vejez, que se creen inmortales.» p. 631
«BORGES: El mecanismo de Las mil y unas noches se funda en un error. Nadie quiere que le cuenten cuentos. El sultán no quiso que Scherazade le contara cuentos; sin duda él se los contaba a ella.» p. 667
«BORGES: Ortega era un bruto: sobre Proust dice muy seriamente que llega al límite de la máxima lentitud aceptable. Es lo primero que se le ocurre a uno cuando abre un libro de Proust, empieza a leer y aún no lo conoce. Ortega cree que eso es una observación crítica digna de pasar a un libro.» p. 683
«BORGES: Strindberg es pésimo. ¿Cómo pueden compararlo con Ibsen? Una vez, Strindberg publicó la descripción de un almuerzo; su anfitrión, desesperado por el retrato que de él se presentaba, se suicidó. Es que un artista no se resigna a contar exactamente cómo fue un almuerzo en una casa burguesa. Inventa algo.» p. 695
«Come en casa Borges. Se pregunta: “Recuerdos de una sola persona, olvidados definitivamente, ¿existen o no? ¿Han existido o no?» p. 705
«BIOY: El trabajo purifica. Por idiota que sea, lo lava a uno de las tonterías del día.» p. 722
«BORGES: Si después de muchos siglos un texto sigue asombrando por extravagante, esto significa que el autor no supo imponer su manera, que fracasó…» p. 745
«BIOY: ¿Te acordás cuando vos y yo estábamos tristes porque en Emecé no nos destinaban un escritorio, como a otros asesores? No sé cómo no entendíamos que por esa falta de escritorio no éramos empleados sino personas libres.» p. 763
«BORGES: En el relato, la muerte de Sócrates es más patética que de la Cristo. BIOY: La de Cristo está demasiado estilizada, El relato de la otra es más amplio. BORGES: En la de Cristo no se da puntada sin nudo; todos los nudos son maravillosos, pero en la de Sócrates hay más elbow room. Hasta que haya pasajes demasiado largos está bien, porque muestra a Sócrates hablando como un hombre, como en un día cualquiera, el día en que iba a morir.» p. 773
«BORGES: Ortega y Gasset dijo que la claridad es la cortesía de la filosofía, En esta frase se ve la presunción del hombre: es un gran pensador y condesciende a la claridad para favorecer a los lectores. Qué pobre idea de la claridad. No parece tener noticia de lo que es el rigor… No comprende que los matetes que dejaron Kant y Hegel corresponden al matete que ellos tenían en la mente.» p. 810
«BIOY: Continuamente cometemos el error de suponer que las demás personas son adultas, pero en verdad son tan pueriles como uno. BORGES: Es claro: si uno nació chico sigue siendo chico. Habría que nacer adulto para ser algún día adulto.» p. 867
«BORGES: Parece que hacia el final de su vida a Coleridge sólo le importaba hablar. No le importaba el interlocutor, ni nada.» p. 925
«Habla [Borges] de diversos horrores sentidos. Sentir, en cama, de noche, que todo es horrible, hecho de repeticiones, incomprensible: “Ver, de pronto toda la vida como una sucesión de ciclos triviales y repetidos. Te acercás a la ventana, después fatalmente te alejás un poco, echás comida adentro, vas al cuarto de baño y la expelés, decís: “Buenos días, cómo le va”, te vestís, te desvestís, te tendés en la cama, te cubrís, te descubrís, te levantás… Kipling describe muy bien la sensación en varios cuentos.”» p. 944
«BORGES: Frecuentemente un hecho minúsculo produce graves consecuencias; por eso está tan bien el Génesis, donde por comer una pareja cualquiera la fruta de un árbol se condena para siempre al género humano. El destino es siempre desmedido: castiga un instante de distracción, el azar de tomar a la izquierda y no a la derecha, con la muerte.» p. 951
«BORGES: A veces pienso que yo hubiera tenido mucho gusto de estar con las personas que encontré en un cocktail. Pero si hay personas, hay una décima parte de cada una; si hay cincuenta, una cincuenteava parte de cada una. Salgo de los cocktails tristísimo, como si me hubieran escupido.» p. 953
«BIOY (aconseja a Borges en materia amorosa): No te propongas no verla nunca; proponete pasar unos días sin verla; cuando no puedas más, la ves; después tratá de pasar una cantidad de días mayor que la anterior, sin verla; así, por un sistema mecánico, te alejarás de ella. El tiempo existe. Uno olvida todo: lo que quiere y lo que no quiere olvidar. BORGES: Como decía Reyes, el tiempo anda sin nuestra colaboración.» p. 960
«BORGES: En Londres me visitó un ciego de nacimiento. Yo había leído un libro entero, de un profesor alemán, sobre lo que ven los ciegos de nacimiento, y no había encontrado nada sobre si veían tinieblas. Le pregunté a mi visitante si veían tinieblas, si estaban en un mundo oscuro. Me dijo que no. ¿Comprendés? Yo quedé ciego del ojo izquierdo y si cierro el derecho veo una tiniebla rojiza. Ellos no tienen conciencia de ninguna tiniebla. Para ellos los ojos no ven más que la palma de la mano; la palma de la mano no tiene conciencia de oscuridad. Vale decir que no están en el ahogo en que uno los imagina. Carecen de esa especie de tacto a distancia que tenemos los que vemos, pero no están oprimidos por ninguna oscuridad. Para ellos una mesa es nada más que sucesiva. La cara, el propio cuerpo serían sucesivos.» p. 979
«BIOY: Si hay contradicción entre los actos y las palabras de una mujer, confía en los actos. No cometas el error propio de querer que te aclaren con palabras esa contradicción ni que te den una satisfactoria declaración de amor. Hay mujeres que van a la cama diciendo no; señalarles la contradicción sería una tontería.» p. 992
«Hablamos de la dureza de los chicos. BORGES: Es claro, porque un chico no se pone en el lugar del otro. Ése debe de ser el origen de todas las crueldades. Toda crueldad ha de provenir de una falta de imaginación.» p. 1009
«BORGES: Debo de ser anormal. Tengo fantasías perversas. BIOY: Porque sos normal, tenés fantasías perversas. Si fueras anormal, tu conducta sería perversa y tus fantasías paradisíacas.» p. 1009
«BORGES: Como decía Wilde: “Cuando uno convence a otro de una certidumbre empieza a perderla.» p. 1012
«BORGES: La admiración actual por los escritores tiene que pasar. Quiero decir, que no puede seguir este error de que se tome a los escritores por la gente más inteligente del mundo, más importante de la Historia… Estoy harto de dar charlas sobre Shakespeare. Después de las conferencias le tengo rabia. Puesto a pensar en él encuentro infinidad de méritos; después de exaltar esos méritos le guardo rencor, como si le achacara el haberme obligado a mentir.» p. 1019
«Come en casa Borges. Dice que está enamorado; un síntoma: basta que se la nombren para sentirse desdichado… Concluye: “Una manera muy distinta de querer a la de Donne:
Rob me, but bind me not and let me go
Esta es una manera de sentir muy intelectual…” BIOY: No me parece tan rara… Yo siempre he sentido así. No lo digo con jactancia. Pienso que habré raté el verdadero amor, que nunca me habré enamorado del todo. Por alguna deficiencia mía será… BORGES: Es la manera criolla. BIOY: No supone un gran respeto por las mujeres. Uno las toma como pasatiempo, no más.» p. 1027
«BORGES: He descubierto que para sacarse de encima cualquier obsesión basta un pequeño esfuerzo… Es claro que yo no soy capaz de hacerlo.» p. 1039
«PERIODISTA: ¿Cuál es el mensaje de su obra? BORGES: No soy mensajero.» p. 1047
«BORGES: Ahora, cuando empiezo a angustiarme con algún viaje que voy a emprender, recuerdo que esté donde esté todas las noches y también después del almuerzo, a la siesta, me dormiré y conseguiré la inconsciencia: mejor aún, conseguiré no estar en ningún lugar.» p. 1087
«Define [Borges] la música: “La música es una serie de inquietantes sonidos, que inexplicablemente expresan estados emocionales que no se sabe qué mierda expresan.» p. 1187
«Riendo [Borges] cita una frase telefónica de Hugo Santiago Muchnik: “Ustedes ya tienen la columna vertebral” (se refería al argumento cinematográfico que estamos cocinando). Él le contestó: “Sí. Ya no somos moluscos”.» p. 1193
«BORGES: Según Mencken, él —o todo hombre, no estoy seguro de la frase— conoce a media docena de mujeres con las que podría casarse y ser feliz. BIOY: Esa afirmación me asombra. Yo he conocido a muchas mujeres que me atrajeron, que me divirtieron, que me embelesaron, que me angustiaron, pero jamás conocí a una que me pareciera completamente adecuada para el matrimonio. BORGES: Todo juicio adverso es fidedigno.» p. 1196
«Borges, muy admirado ante la frase de Henry James sintiendo la muerte (cuando se desplomaba por un ataque de hemiplejía) que le comuniqué: “So this is it at last, the distinguished thing”.» p. 1212
«BORGES: El Dios que condena a quien no cree en él, corresponde a una idea miserable de Dios. Aristóteles decía: “Yo prefiero que la gente crea que no he existido a que crea que fui malvado”.» p. 1221
BIOY: «No importa ser pobre o ser rico: importa ser decorosamente pobre o decorosamente rico. Está mal que un pobre lo sea con resentimiento y un rico con ostentación.» p. 1231
«BORGES: Yo creo que con el tiempo nadie viajará. El mundo está llenándose de aeropuertos y ascensores.» p. 1266
«BORGES: Me dijo María Kodama que en japonés no se dice nunca no; sería una gran descortesía. Si preguntás: “¿El diccionario está sobre la mesa?”, te contestan: “Sí, el diccionario no está sobre la mesa”, lo que equivale a “Sí, usted tiene razón en dudar: el diccionario…”» p. 1274
«BORGES: Ibarra […] me hizo una observación justa. Me dijo que los pueblos difieren por sus campesinos, no por sus intelectuales. Que los peones de su estancia no se parecen a los campesinos franceses, pero que los escritores —y tal vez toda la gente de la ciudad— son casi iguales en todas partes.» p. 1422
«Fragmento de un diálogo: BIANCO: ¿Un mexicano de bigotes? BORGES: No sé si tiene bigotes. Lo traté por teléfono. BIANCO: ¿Uno de bigotes? Es un mal tipo. ¿Con grandes bigotes? BORGES: Por teléfono era lampiño.» p. 1473
«Según Borges, su padre decía que una palabra en los Evangelios, favorable a los animales, los hubiera salvado de miles de años de maltrato; pero que es inútil buscarla, porque no está.» p. 1479
«Dice [Borges] que las reuniones de hombres solos tienden a la grosería» p. 1512
«BORGES: “Está científicamente probado” es un exordio que indica que lo que se va a oír es mentira.» p. 1566
«BIOY: Siempre creí en la educación y, por distracción del pensamiento, creí ciegamente en la necesidad, para toda la población, de escuelas, de colegios, de universidades. Mi trato con profesores y con estudiantes que escriben tesis para presentar a profesores me persuadió de un hecho real que en casi todos los casos se repite: una distancia sideral separa a esa gente de la materia que estudian. Yo diría que si una persona quiere acercarse a los libros, no debe tomar el camino universitario: es largo y lo lleva a otra parte. BORGES: Shaw decía que su educación se cumplió a pesar de la instrucción.» p. 1569
«Come en casa Borges. Le digo que las mujeres, en su relación con nosotros, pasan por tres etapas: una primer de paz y alegría; una segunda, en que nos toman de aliados, para una amarga belicosidad contra terceros; una última, y a veces interminable, de amarga belicosidad contra nosotros.» p. 1570
«Murió Beppo, el gato de Borges. Según Fanny, la cocinera, al morir no maulló sino que exclamó: “¡Ay!”» p. 1584
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