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La
música es una de las artes más enigmáticas desde
el punto de vista de la teoría de la representación:
¿representa algo? ¿qué tipo de cosa? ¿y de qué
manera representa? Dotada de una especial singularidad
por el hecho de existir sólo en el momento de
su ejecución, y por deber su promiscua existencia
a las diversas interpretaciones a que da lugar,
al margen de las cuales es poco más que una serie
de indicaciones aproximadas, parece la más contingente
de las artes al tiempo que la más inmediata de
ellas. Pero incluso en las ocasiones en que, a
pesar de su natural indeterminación, se atribuye
algún contenido a la música, se apela por lo general
a la expresión antes que a la representación:
la música expresa, no representa. O ni siquiera:
la música es, tan sólo, tiempo organizado, humanizado...
“La música no existe en sí
sino solamente durante la peligrosa media hora
en la que la hacemos ser ejecutándola:
la verdad eterna se convierte entonces en operación
temporal y se pone a advenir efectivamente según
unas coordenadas horarias y de calendario. A esto
se lo llama “tener lugar”. La anfibología
de la expresión y de la inexpresión,
es decir, de la expresión infinita, se
resuelve por consiguiente en la eficacia de un
acto. La música tiene esto en común
con la poesía y el amor, e incluso con
el deber: no está hecha para que hablemos
de ella, está hecha para que la hagamos;
no ha sido hecha para ser dicha sino ejecutada.
No, la música no está hecha para
que hablemos de música.”
Vladimir Jankélévitch, La
Musique et l’Inéffable
“La música es un lenguaje capaz
de una precisión infinita. El lenguaje
explica sólo a través de conceptos,
por medio del pensamiento surge entonces la simpatía.
Esto supone un límite para el lenguaje.
Esto sólo vale para la lengua objetiva
escrita, en cambio la lengua hablada es sonora:
y los intervalos, los ritmos, los tiempos, la
intensidad y la acentuación son otros tantos
símbolos del contenido sentimental a representar.
Todo ello también es propio de la música.
Pero la masa prevaleciente de sentimientos no
se expresa a través de las palabras. Y
la palabra sólo insinúa: es la superficie
sólo rizada de un mar que es tempestuoso
en sus profundidades. He aquí el límite
del drama hecho de palabras. Incapacidad de representar
una coexistencia.”
Friedrich Nietzsche, Kritische Studien
Ausgabe 7, 2 [10]
“En comparación con el lenguaje
significativo, la música sólo es
lenguaje en tanto que de un tipo completamente
diferente. En él yace el aspecto teológico
de la música. Lo que ella dice se encuentra
a la vez determinado y oculto en la afirmación.
Su idea es la figura del nombre divino. Es oración
desmitologizada, liberada de la magia de la influencia;
es el intento humano, vano como siempre, de nombrar
el nombre mismo, en vez de comunicar significados.”
Theodor W. Adorno, Música, lenguaje y su
relación
“La música encierra en sí
la mayor posibilidad de liberarse no sólo
de cualquier texto efectivamente real, sino de
la expresión de cualquier contenido determinado,
para contentarse meramente con una sucesión
en sí conclusa de combinaciones, alteraciones,
oposiciones y mediaciones que inciden en el dominio
puramente musical de los sonidos.”
G. W. F. Hegel, Lecciones de Estética
“La música no es en sí ni
por sí significativa de nuestro ser íntimo,
en tal manera, tan profundamente emotiva, que
pueda pasar por el lenguaje inmediato del sentimiento;
pero su antigua unión con la poesía
puso tanto simbolismo en el movimiento rítmico,
en las fuerzas y delicadezas de los sonidos, que
ahora tenemos la ilusión de que habla directamente
al ser íntimo y proviene del ser íntimo.”
Friedrich Nietzsche, Humano, demasiado
humano
“Lo inefablemente íntimo de toda
música, en virtud de lo cual pasa ante
nosotros como un paraíso tan enteramente
familiar como eternamente lejano, es tan comprensible
como inexplicable, y estriba en el hecho de que
ella nos restituye todas las agitaciones de nuestro
ser más íntimo, pero sin la realidad
y lejos de su tormento”
Arthur Schopenhauer, El mundo como voluntad
y representación
“La música (…) presta al transcurso
del tiempo, midiéndolo de un modo particularmente
vivo, una realidad, un sentido, y un valor. La
música despierta el tiempo, nos despierta
al disfrute más refinado del tiempo…”
Thomas Mann, La montaña mágica
“Walter Pater escribió que todas
las artes aspiran a la condición de la
música [...] en música la forma
y el contenido son inseparables. La melodía,
o cualquier pieza musical, es una estructura de
sonidos y pausas que se desarrolla en el tiempo,
una estructura que, a mi parecer no puede dividirse.
[...] El crítico austriaco Hanslick escribió
que la música es una lengua que podemos
usar y entender, pero que no podemos traducir.”
J.L. Borges, Arte poética
“Considero la música, por su esencia,
incapaz de expresar cosa alguna: un sentimiento,
una actitud, un estado psicológico, un
fenómeno de la naturaleza, etc. La expresión
no ha sido nunca una propiedad inmanente de la
música”
Igor Stravinsky, Crónicas de mi
vida
“La música habla el lenguaje más
universal, aquel por medio del cual el alma es
excitada de una forma libre e indeterminada (…)
Hasta acabaréis oyendo crecer la hierba
en La creación de Haydn”
Robert Schumann, Gesammelte Schriften
über Musik und Musiker
“¿Cómo es posible que, de
las tres artes imitativas de la naturaleza, la
de expresión más arbitraria y menos
definida sea, sin embargo, la que habla con más
intensidad a nuestra alma? ¿Tal vez, al
mostrar de modo menos directo los objetos, la
música deje mayor espacio a nuestra imaginación,
o bien, puesto que para conmovernos nos resulta
necesario algo así como una sacudida, sea
más apta que la pintura y que la poesía
para provocar en nosotros un efecto de alteración?”
Denis Diderot, Oeuvres
“La música, que en su origen no
estaba quizás destinada más que
a representar ruidos, ha llegado a convertirse,
poco a poco, en una especie de discurso, incluso
de lengua, con la que se expresan los diferentes
sentimientos del alma”
Jean Le Rond D’Alembert, Discurso
preliminar de la Enciclopedia
“Si queréis saber qué es
una ópera os diré que es una obra
estrambótica construida a base de poesía
y de música, en la que el poeta y el músico,
estorbándose mutuamente, efectúan
un mal trabajo a costa de ingentes esfuerzos”
Ch. Saint-Evremond, Lettres sur les opéras
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