Resumen
Jacobo Robusti, tercera generación de tintoreros en Venecia, tiene una conversación con su madre, la señora Robusti. Ésta está preocupada por el negocio familiar, ya que su hijo parece haberlo dejado de lado por la pintura, y se lo hace saber. Jacobo no se lo toma bien y cambia rápidamente de tema, comenzando a hablar de lo orgulloso que está de Dominiquino, su sucesor, y de lo preocupado que lo tiene Marietta, cuyo cuidado había confiado a su anciana madre. La chica suele salir de noche.
Violencias de/contra la mujer
Violencia cultural (edadismo: vieja); estereotipos patriarcales de género (madre de, mujer de)
-Mis tintes! repitió bruscamente Jacobo: Vos creeis ser todavía la mujer del tintorero, como cuando existia mi padre. Madre mia, vos sois la madre de un pintor, señora Robusti, recordad lo que voy á deciros, madre del Tintoreto: la pintura y los tintes son dos cosas muy diferentes.
- No es tanta la diferencia, respondió la vieja sin conmoverse: la pintura y los tintes se hacen siempre con colores, luego…
- He! Yo sé bien lo que digo, la diferencia está solo en el modo de emplear los colores. Tu padre, mi pobre Robusti (que delante de Dios esté su alma), los hacía hervir en una caldera y mojaba en ellos las telas (…), y creo que no querrás enseñar á tu madre á conocerlos…á mí, hija, esposa y madre de un tintorero!...¡á mí, que he nacido en este oficio!
Estereotipos patriarcales de género (madre, abuela, hija vs. hijo)
- Sí, sí, hablemos de mi hermoso Dominiquino, de mi graciosa Marietta, dijo la pobre abuela, tomando el brazo de su hijo y apoyándose en él con aire de satisfacción maternal.
- De vuestro pequeño y hermoso Dominiquino, un tunantillo de veinte años, mi discípulo y sucesor!...pero…lo confieso, él hace mi gloria, mi felicidad, dijo el artista levantando la cabeza con orgullo. (…) ¡Mi Dominiquino me hará honor!...quisiera poder decir otro tanto de Marietta! añadió exhalando un suspiro doloroso. (…) ¿Cuánto tiempo hace que no la he oido cantar, ni tocar la guitarra? decid, madre mia, decid. Y sin embargo, ella sabe muy bien cuánto me complazco en oírla!
- Y bien; yo se lo diré, y la volverás á oir cantar.
Estereotipos patriarcales de género: “mujer de casa”, materialista y ambiciosa, ángel; violencia cultural (clasismo)
- Yo te hablo como una mujer de su casa, y tú me respondes como un artista. Jacobo: tu pintura apenas nos basta para vivir, y es de lo que me quejo... los tintes de tu padre nos producían cien veces mas que tus pinceles, Jacobo.
- Dejemos eso, dijo el pintor con sequedad, yo no soy un comerciante.
-Y es de lo que yo me quejo, hijo mio, porque antes de todo es la existencia.
-y qué! no podemos vivir? nos hace falta alguna cosa?
-No, pero ese es un secreto de Marietta, Jacobo; yo no sé qué hace esa niña para conservar el dinero; un ducado dura un mes en sus manos.
- Dónde está? dónde está, madre mia?
- Ha salido.
- Salido, á la hora de cenar! hé aquí uno de los pesares que me causa esa niña, yo no puedo velar sobre ella; os la babia confiado... y bien, dónde está?
- Tu hija no necesita de que velen sobre ella, Jacobo; es un ángel, guardan unos á otros.