Resumen
Un joven matrimonio se separa por primera vez después de casarse por cuestiones de negocios del marido. Julia, la esposa, se queda desolada cuando Enrique, su esposo, parte. Para llenar la ausencia de su amado, escribe un diario que Enrique podrá leer cuando vuelva. Su suegra, la marquesa de la Flor, se va a cuidar de ella durante la ausencia de su hija. Ambas mujeres no se soportan pero guardan las apariencias.
Violencias de/contra la mujer
Violencia familiar (esposo); violencia cultural (“mi amado tirano ha permanecido inflexible”); estereotipos patriarcales de género
A las ocho de la mañana de hoy ha partido Enrique para Valencia, donde reclaman su presencia negocios de interés.
Le he pedido que me dejase ir con él, he suplicado, he llorado... pero inútilmente... mi amado tirano ha permanecido inflexible. Ha objetado las fatigas del viaje, los rigores de la estación, y ha colocado en primer lugar, con una apasionada elocuencia, mi interesante salud, que exige muchos cuidados; por manera que hemos convenido en que me quedaría en Madrid: le he acompañado á la diligencia, y tan luego como el carruaje ha desaparecido por lo alto de la calle de Alcalá, me he vuelto á casa con los ojos preñados de lágrimas y el corazón oprimido. (333)
Dependencia emocional; falta de agencia (no puede vivir sin el marido); estereotipos patriarcales de género (mujer dependiente, hombre independiente)
Enrique me ha ofrecido que volvería dentro de quince dias sin falta . Quince dias! Qué eternidad, Dios mio!
¡Quince dias dan un total de trescientas sesenta horas; trescientas sesenta horas, representan veinte y un mil seiscientos minutos; los cuales equivalen á un millon doscientos ochenta y seis mil segundos! Por manera, que vamos á estar separados un millon doscientos ochenta y seis mil segundos; nosotros, que hace cuatro meses que nos hemos casado, durante los cuales no nos hemos separado ni un instante!
Son muy crueles los hombres! (333-334)
Estereotipos patriarcales de género (mujer controladora, pero sin agencia; sumisión; “dignidad de hombre”, “te odiaria como una italiana si no te amase como una española)
Enrique tan luego como llegue á Valencia me escribirá, y si algo puede tranquilizar mi espíritu, es la idea de que en breve recibiré carta suya. Escribe con tanto fuego! Aún recuerdo las emociones que me causaban los billetes que me dirigia antes de casarnos: los conservo como reliquias. Qué pasion! Cuánta gracia y poesia!
- Adónde dirijo las cartas? le pregunté.
- Es inútil que me escribas, me dijo, no estaré en Valencia mas que horas.
- Bien, pues en tal caso, esclamé gozosa por mi inspiracion; dia por dia, hora por hora, llevaré un diario exacto y minucioso de mis palabras, acciones y pensamientos; á tu regreso lo leerás y te convencerás de que no he cesado durante tu ausencia de vivir contigo y para ti.
“Maldigo los obstáculos que retrasan nuestro enlace; me parece imposible que lleque ese hermoso dia; cada noche, al retirarme, mi corazon se oprime, y á pesar de mi dignidad de hombre, las lágrimas se me saltan como a un niño. Tan luego como seas mi esposa jamás me apartaré de tu lado, y arreglaré mi vida de manera, que solo la muerte nos separe.” (334)
(…)
Estereotipos patriarcales de género (suegra controladora, esposo como “legítimo protector”; infantilización); violencia cultural (clasismo y edadismo); dependencia (“no es prudente que una jóven de tu edad y condición esté sola”)
Querida nuera: He sabido la repentina marcha de Enrique para Valencia y he anticipado mi regreso á la corte; no es prudente que una jóven de tu edad y condición y condición esté sola y sin persona que la guarde durante la ausencia de su legitimo protector , que es su esposo, por lo tanto, vuelvo á Madrid, donde me llamaban mi corazon y mi deber. (334-335)
Violencia cultural (clasismo)
La marquesa de la Flor, á quien apenas conozco, es la madre de mi esposo, por cuyo título tiene derecho á todos mis respetos y atenciones. (334)
Estereotipos patriarcales de género (competencia entre mujeres: esposa-suegra); violencia cultural (amar al marido de “un modo impropio”)
Vuelvo fatigada, estenuada, aburrida, no hago mas que bostezar de fastidio: indudablemente que mi suegra es una señora muy respetable y digna de aprecio; pero a su lado me seria imposible vivir; no simpatizamos: le ha disgustado el corte de mi vestido, el color del pañuelo y la hechura del sombrero. En mal hora dije que me gustaba la música y que diariamente consagraba dos horas al piano! Culpables palabras que me han atraido una nube de invectivas!
- Ante todo, ha concluido mi suegra, una mujer casada debe ocuparse de sus hijos.
- Cuando los tiene, contesté sonriendo; pero hace cuatro meses que me he casado, por manera que ni Enrique ni yo tenemos aun que pensar en ellos.
Sin duda, al parecer de mi querida suegra, habré dicho una blasfemia, pues me ha mandado callar, murmurando entre dientes expresiones que no la entendí. Visto el mal giro que llevaba nuestra conversacion, me puse a hablar de ti, querido Enrique, diciéndole cuán feliz me consideraba con llamarme tuya, y lo que me apesadumbraba tu ausencia.
- Guárdate, hija mia, de hacer semejantes confianzas á personas mas severas que yo, contestó frunciendo las cejas.
- Por qué, señora? pregunté admirada.
- Porque podrian creer que amabas a tu marido de un modo impropio.
- De un modo impropio? pues que se puede amar de dos maneras á un marido? (335)
Estereotipos patriarcales de género (competencia entre mujeres: esposa-suegra; edadismo)
(…) por la tarde vinieron las amigas de mi suegra á hacerle la corte; se reunieron hasta diez, y si hubiera cotizado la edad de todas ellas ascendieran con mucho á Matusalen. He sido analizada y comentada, luego han puesto mesa de tresillo, y yo he contado los arabescos del techo llena de fastidio; por último, á las nueve me he retirado, pretestando un fuerte dolor de cabeza.
- Hasta mañana, querida, me dijo la marquesa dándome un beso en la frente.
Dios mio! vos que sois justo y bueno libradme de este castigo (335)