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El OBD presenta la ‘Declaración sobre ética e integridad en la docencia universitaria’

Martes, 30 Enero, 2018

Hoy, 30 de enero, se ha presentado la Declaración sobre ética e integridad en la docencia universitaria, elaborada y coordinada por María Casado, directora del Observatorio de Bioética y Derecho (OBD)-Cátedra UNESCO de Bioética de la UB, junto con Miquel Martínez, catedrático de Teoría de la Educación y miembro del Grupo de Investigación de Educación en Valores y Desarrollo Moral (GREM) de la UB, y Maria do Céu Patrão Neves, catedrática de Filosofía en el área de Ética, y profesora de Bioética en la Universidad de Las Azores. La presentación se ha hecho en el marco del XII Seminario Internacional sobre la Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos de la UNESCO: «Educación, formación e información en materia de bioética», organizado por el OBD. La vicerrectora de Docencia y Ordenación Académica de la UB, Amelia Diaz, ha inaugurado la jornada, conjuntamente con María Casado y los demás coordinadores de la Declaración.

La Declaración sobre ética e integridad en la docencia universitaria contiene unas conclusiones entre las que destacan aspectos como la necesidad de revalorizar la libertad de cátedra, evaluar los mecanismos de financiación de las universidades y fomentar en los estudiantes la cultura del esfuerzo, el rigor científico, la curiosidad intelectual y la participación en la vida académica y en la sociedad. El documento también apunta a la necesidad de identificar y contrarrestar las malas praxis educativas, como el plagio, y de fomentar una cultura de rendición de cuentas y de evaluación de la actividad docente e investigadora.

Sobre la libertad de cátedra, el texto especifica que se debe fomentar una docencia con un enfoque pluralista y no adoctrinador, cultivar el espíritu crítico y reconocer la importancia del rigor y la objetividad. Otras recomendaciones son las de involucrar al estudiante en el proceso de aprendizaje, fomentar la publicación en abierto, crear rankings que eviten los sesgos culturales, o que los criterios de evaluación sean públicos, transparentes y objetivos.

El documento analiza diversas dimensiones de la integridad docente en la docencia universitaria: la relación entre profesorado y estudiantes, la relación entre colegas y con los diversos miembros de la comunidad universitaria, y el papel del docente respecto a la institución universitaria y la sociedad. Algunas de las ideas que se defienden es que es necesario que el profesorado considere el estudiante no como un individuo a la búsqueda de un título, sino como «una persona singular en proceso de desarrollo», y que es imprescindible una actuación ejemplar por parte del profesorado, especialmente en un momento en que los docentes ya no están solo en el aula, sino que también están presentes en las redes sociales.

En cuanto al tratamiento de los contenidos académicos, se señala que debe llevarse a cabo «con delicadeza y finura ética». Ante la existencia de nuevos escenarios educativos —como los entornos virtuales, las organizaciones donde se hacen prácticas o el aprendizaje servicio—, los autores del texto estiman que el docente debe hacer una tarea de acompañamiento al estudiante y que hay estar atento para que ello no signifique una disminución del rigor académico. En cuanto a la relación del docente con la sociedad, el documento destaca que «el docente universitario y la universidad en su conjunto pueden y deben ser un referente, un observador de lo que sucede y un analista que expone argumentos racionales».

Todas estas premisas parten de un análisis previo que hace el documento sobre el estado actual de las instituciones de educación superior, que en las últimas décadas han experimentado «profundas alteraciones determinadas por la propia evolución de la sociedad». Los autores denuncian que ha habido una disminución de la financiación pública de las universidades y que existe una mercantilización de la enseñanza y una atrofia de la educación humanística. También apuntan al problema del envejecimiento del profesorado por falta de renovación y critican «una obsesión cuantificadora que permite reducir las actividades a números», por lo que se distorsiona la misión de servicio social del docente y de las instituciones de educación superior.

La Declaración sobre ética e integridad en la docencia universitaria es el segundo documento de una trilogía que comenzó con un texto, ya publicado, sobre integridad científica, y que continuará con un documento sobre la gestión de la educación superior.