La represión
de las movilizaciones femeninas.
Las mujeres republicano-revolucionarias habían confiado
en el apoyo de los sans-culottes, sin calibrar el profundo conservadurismo
de su concepción sobre las mujeres. Sirva si no de ejemplo esta declaración: "La
mujer debe permanecer en el hogar, así lo exigen las buenas costumbres y los Sans-culottes
consideran que las buenas costumbres son los pilares más firmes sobre los que
descansa la República".
Las mujeres fueron las víctimas del
enfrentamiento entre la política jacobina y los partidarios de la democracia directa
fomentada especialmente por las organizaciones seccionarias. El 2 de abril de
1794 fueron detenidas Claire Lacombe y Pauline Léon junto a Leclerc. En 1795 tuvo
lugar el último gran motín femenino. Los movimientos populares de la primavera
de 1795 provocados por el hambre contaron una vez más con el apoyo de gran número
de mujeres que al parecer tuvieron un papel protagonista en los acontecimientos
y durante los cuales quisieron adueñarse de la Convención.
La respuesta de ésta no se hizo esperar, decretando la prohibición de
reunión y manifestación pública para la población femenina (Decreto de 4 Prairal
de 1795). A partir de ese momento el terror a las movilizaciones femeninas llevó
a la Convención thermidoriana a prohibirles asistir a las asambleas políticas
y en marzo de 1800 se les prohibe lucir la "cocarde".