La polémica
sobre la naturaleza de los sexos y las relaciones entre hombres y mujeres.
La polémica sobre la naturaleza
de los sexos y sobre las relaciones entre hombres y mujeres precede con mucho
la época moderna. Con todo, entre los siglos XVI al XVIII, asistimos a un auge
de la misma, dando lugar a lo que durante los siglos XVI y XVII se llamó "la
querella de las mujeres".
Escritos feministas y antifeministas se
confrontaron a través de opúsculos, ensayos, literatura, correspondencia, etc.
en torno a la naturaleza de la desigualdad entre los sexos, la autoridad y el
poder, la educación, la sexualidad, el amor o el matrimonio.
El feminismo
racionalista de un Poullain de La Barre (De l`egalité des deux sexes, 1673)
no tuvo prácticamente eco en el desarrollo de la ideología racionalista de su
época. En comparación con él, incluso los escritos ilustrados que defendieron
la igualdad entre hombres y mujeres fueron menos avanzados. Racionalismo e ilustración
aparecen a través de sus discursos sobre la mujer marcados por la ambigüedad.
De hecho, fueron minoría los filósofos que hicieron extensiva a las mujeres
la ideología igualitarista ilustrada. La argumentación biologicista, en paralelo
al desarrollo de las ciencias naturales, sustituyó a los viejos argumentos teológicos
en la legitimación de la inferioridad femenina que se remitía así a las leyes
de la naturaleza.
Los argumentos culturalistas que remitían a la diferencia
de educación la desigualdad entre los sexos fueron más minoritarios. Las paradojas
de un proyecto pretendidamente universalista articulado en torno a las ideas de
libertad, igualdad y fraternidad, pero que de hecho excluía a las mujeres, dio
un nuevo impulso al feminismo cuyos escritos tuvieron un apogeo espectacular antes
y durante el proceso revolucionario.
La polémica igualdad/diferencia,
y los enfrentamientos entre feminismo y antifeminismo, no se desarrollaron sólo
en el campo de las ideas, sino que tuvieron su expresión práctica a lo largo de
los acontecimientos revolucionarios que tuvieron lugar en Europa y América a finales
del XVIII y de modo muy especial en el proceso revolucionario francés, laboratorio
y paradigma de una noción del individuo, la ciudadanía y la democracia de las
que se excluyó a las mujeres. Exclusión que cuestiona así el proyecto universalista
y democrático que funda la sociedad moderna.