La "querella
de las mujeres".
La llamada "querella de las mujeres" tiene sus precedentes
en la querella iniciada por Christine de Pisan sobre el Roman de la Rose.
Pero será especialmente en su obra la Cité des Dames y en menor medida
en Le Livre des Trois vertus, donde Pisan expresa sus ideas feministas,
afirmando la igualdad de capacidades intelectuales entre hombres y mujeres y remitiendo
a la diferencia en la educación la subordinación de la mujer.
La "querelle"
se prolongará durante el siglo XVI con destacadas estudiosas o literatas
como María Zayas, Margarita de Navarra o Louise Labé, Arcángela Tarabotti o Lucrezia
Marinella, o con algunos ensayistas fervientemente feministas como Cornelius Agrippa,
Guillaume Postel y François de Billon, y, durante el XVII, con Marie de Gurnay,
estudiosa de las artes y las ciencias y primera gran feminista del siglo.
Todas estas figuras compartían con De Pisan el énfasis en la desigualdad
educativa como causa de la diferencia entre hombres y mujeres. El movimiento de
las preciosas contra el obscurantismo y la misoginia del siglo de Luis XIV, caracterizará
la revuelta de las mujeres contra los prejuicios ancestrales durante la segunda
mitad del XVII. Partidarios y detractores de los derechos femeninos se enfrentan
a través de escritos muy diversos -folletos, ensayos, tratados, novelas, teatro,
poesía- en torno a una multiplicidad de temas: el matrimonio, el perfecto amor,
la moral doméstica y mundana, la maternidad, la educación. Al igual que sucedió
con el Renacimiento, la Revolución científica defraudó las esperanzas de las mujeres,
suministrando por el contrario una nueva base fisiológica a las tradicionales
ideas sobre la subordinación de la mujer, al margen de cualquier prueba científica
tal como exigían los hombres de ciencia para cualquier otra materia de controversia.
Las teorías de Aristóteles y Galeno sobre las mujeres siguieron prevaleciendo
entre los científicos mientras cuestionaban su cosmología en otros ámbitos de
la ciencia.