El modelo danés.


En Dinamarca existe una fuerte tradición de derechos sociales y de participación política que ha desarrollado un modelo de ciudadanía activo. La cultura política danesa comporta una concepción del acceso de todos los ciudadanos a la participación política y a los derechos sociales independientemente de su nivel de renta, lo que ha sido referido tanto a las tradiciones de auto-organización política y cultural del campesinado en el siglo XIX, a las ideas del movimiento obrero en el siglo XX y al desarrollo de la ciudadanía socialdemócrata. Entre 1930 y 1960, la social democracia danesa emprendió un proyecto de reformas tendente a desarrollar un sistema universal de derechos políticos y sociales, así como a promover una mejor distribución de la riqueza a través de la reforma fiscal. Sin embargo, ninguna de estas reformas ponía en cuestión la tradicional división sexual del trabajo ni las relaciones de poder entre hombres y mujeres.

A partir de 1960 se abrió una nueva fase en la configuración de los Estados del bienestar sobre la base de que la unidad básica de los derechos sociales es el individuo y no la familia. Desde la perspectiva de las mujeres, las dos políticas más importantes de esta nueva etapa fueron favorecer el acceso de las mujeres al mercado de trabajo y organizar un sistema de atención pública a la infancia, los ancianos, los enfermos e inválidos. Ello dio lugar así a un crecimiento del trabajo femenino y del sector público. Con ello se ha favorecido un alto nivel de participación laboral por parte de las mujeres y una disolución del un modelo del cabeza de familia como proveedor de ingresos y de la familia como única responsable de los cuidados a las personas.

El caso danés muestra que el desarrollo del Estado del Bienestar ha sido causa y no efecto de la presencia de las mujeres en la ciudadanía política. Tradicionalmente, Suecia y Noruega mantenían una mayor intervención en la economía y en el mercado de trabajo, mientras Dinamarca una mayor intervención en la familia alcanzando un desarrollo más avanzado de los servicios sociales. En Dinamarca, el desarrollo de las políticas sociales ha seguido un planteamiento de carácter más universalista, mientras en Noruega y Suecia ha estado más ligado al estatuto del trabajador haciendo depender el acceso a las prestaciones sociales de la contribución individual. La crisis de los años ochenta ha llevado a Dinamarca a moverse también en esa dirección, "liberalizando" su modelo de prestaciones sociales, aunque a diferencia de los otros países escandinavos no ha restringido las políticas de cuidados dirigidas a niños y ancianos.

Este desarrollo ha fortalecido la posición y el poder de las mujeres en el mercado de trabajo y en la esfera pública, y también como ciudadanas respecto al estado, sin embargo las mujeres siguen teniendo menos poder que los hombres en el mercado y en las instituciones públicas y siguen siendo en lo privado y en lo público las responsables de los trabajos de cuidados.


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