J.A. Caride (Pedagogía Social. Revista Interuniversitaria, nº9 Segunda Época, diciembre 2002)| 2002
El progresivo reconocimiento de los educadores sociales y de los pedagogos sociales como profesionales de la educación ha obligado a intensificar los esfuerzos conducentes a la definición de sus señas de identidad, con un doble propósito: incentivar el papel educador de la sociedad e incrementar las posibilidades socializadoras de la educación, diversificando su quehacer profesional en una amplia red de ámbitos y programas socio-educativos. Tareas complejas en las que confluyen diversidad de valores, competencias y saberes.
El artículo se centra en estas tareas y competencias y subraya la importancia de que exista una deontología profesional que dirima los compromisos y responsabilidades que adquieren los pedagogos y educadores sociales con la sociedad, a favor de la ciudadanía, de la ética pública y de la calidad en la acción socioeducativa.
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