Los marcadores discursivos o marcadores del discurso son expresiones como esto es, así las cosas, sin embargo, por cierto y otras unidades lingüísticas especializadas en encadenar los diferentes fragmentos discursivos señalando explícitamente el tipo de relación semántica que existe entre ellos, guiando así la interpretación del discurso que se transmite.
Contenidos
Caracterización de los marcadores discursivos
Clasificación de los marcadores discursivos
Explicación
El repertorio de los marcadores discursivos está formado por elementos como:
y, o, pero, además, incluso, es que, porque, aunque, ahora que, sin embargo, claro que, vamos (que), por cierto, oye, una cosa, lo que quiero decir, es decir, o sea (que), a ver si me entiendes, entonces, así (es) que, pues, en fin, bueno, en definitiva, total, pues nada, y nada, primero... segundo, ¿estás?, ¿entiendes?, ¿eh?, ¿no?
Se trata de una clase funcional heterogénea, en la que tienen cabida categorías gramaticales diversas. El nexo de unión lo establece su función. Los marcadores del discurso tienen como misión la de encadenar fragmentos textuales, asegurando la transición entre ellos y, en consecuencia, la cohesión textual. Los marcadores discursivos son, además, los encargados de manifestar la relación semántico-pragmática que se establece entre los elementos que enlazan.
Los elementos que entran en conexión por medio de un marcador discursivo son diversos. Tanto puede establecerse una relación entre sintagmas (1) o entre dos oraciones (2) como entre conjuntos de oraciones dentro de un párrafo (3) o, incluso, entre párrafos (4). Puede darse también el caso de que el marcador discursivo introduzca un elemento lingüístico que conecta con un acontecimiento extralingüístico (5).
(1) Luego llegó la cena. Y luego los postres, quiero decir, ese momento en que las bocas se sueltan y los comensales españoles quieren sacar como sea el asunto Clinton-Lewinsky. (Elvira Lindo, “Don de gentes: la becaria de turno”, El País, 12/ii/2012)
(2) Antes de que Obama fuera un presidente con el liderazgo en entredicho, quiero decir, cuando Obama estaba en la cima de su popularidad (Elvira Lindo, “Don de gentes: la becaria de turno”, El País, 12/ii/2012)
(3) No, no me fío de las encuestas. Menos aún de las que se hacen en España, donde mentir se considera un derecho bastante humano. Incluso cuando una señorita demoscópica llama a casa de un honrado ciudadano interrumpiéndole la siesta para que confiese qué programa está dormitando en esos momentos hay quien dirá que La 2, que queda más fino. Yo contesté cuando me tocó que Amar en tiempos revueltos. Con más orgullo aún desde que leí un estudio que sobre esta serie presentó la hispanista Jo Labanyi en New York University durante un congreso sobre las emociones en la cultura popular española. No puedo por más que recomendar la siesta con esta telenovela, en la que los personajes ríen, lloran, se enamoran o se acodan en la barra del Asturiano sin levantar la voz, algo que se agradece enormemente dada la hora crítica en la que se produce su emisión. Pero, para no faltar ahora a la verdad, confieso que cuando la señorita demoscópica me preguntó la edad, me quité tres años. (Elvira Lindo, “Un cura de novela”, El País, 15/i/2012)
(4) Luego llegó la cena. Y luego los postres, quiero decir, ese momento en que las bocas se sueltan y los comensales españoles quieren sacar como sea el asunto Clinton-Lewinsky. Hoy es el día en que todavía se cachondean los venerables Vallespín y Westendorp de mis palabras. No llegué a decir que Clinton había profanado la Casa Blanca, pero estuve en un tris. Lo menos que se le puede pedir a un presidente, dije, es que para sus infidelidades se vaya a un hotel o a un apartamento, de la misma manera que al marido infiel o a la mujer infiel lo mínimo que se le puede exigir es que no retoce con otra/o en el lecho conyugal. Ellos se rieron mucho, incluso el americano, que a fuerza de rioja se había vuelto un poco español y ya se le daba todo una higa. Fue bastante cómico y yo me sentía encantada de estar en franca minoría con caballeros tan humorísticos.
Pero centremos el asunto: lo de la becaria es una tradición, y, como suele en las tradiciones, viene de antiguo. (Elvira Lindo, “Don de gentes: la becaria de turno”, El País, 12/ii/2012)
(5) [Una persona se está comiendo un pastelito de chocolate]
Pero no estabas de régimen.
Estos ejemplos muestran que la función de los marcadores discursivos no es integrar sintácticamente estructuras, como hacen las conjunciones, sino explicitar las relaciones semánticas y pragmáticas que se establecen entre las unidades textuales que ponen en relación.
La tradición lingüística consideró que los elementos que integran la clase funcional de los marcadores discursivos eran expletivos, esto es, elementos gramaticales carentes de toda función. Los estudios sobre análisis del discurso, lingüística textual y pragmática han puesto de relieve que los marcadores discursivos desempeñan diferentes funciones, tendentes a explicitar:
- la relación entre enunciados o pares de enunciados;
- la actitud del hablante ante lo que dice;
- las relaciones entre hablante y oyente.
Denominación
El término marcador discursivo parece estar imponiéndose en la bibliografía contemporánea; sin embargo, estas partículas han recibido nomenclaturas diversas a lo largo del tiempo. Así, hasta principios del siglo xxi, fueron denominadas con términos generales: expresiones de relleno, muletillas, bordoncillos, apoyaturas léxicas, expletivos, fórmulas retardatarias, comodines. Pero también se les aplicaron nombres que hacían referencia a su funcionamiento extraoracional: enlaces extraoracionales, ordenadores discursivos, enlaces conjuntivos, enlaces textuales, soportes conversacionales (enlaces coloquiales), nexos temáticos, conectores paragráficos, conectores extraoracionales, operadores pragmáticos, operadores discursivos, partículas, partículas discursivas.
Caracterización de los marcadores discursivos
Los marcadores discursivos presentan ciertas propiedades prosódicas, sintácticas, semánticas, textuales y morfológicas que los individualizan como clase funcional.
Prosodia y sintaxis
Los marcadores discursivos aparecen aislados gráficamente del resto del texto por medio de los signos de puntuación. Esto no es más que el reflejo ortográfico de una propiedad prosódica. En efecto, los marcadores discursivos quedan desgajados prosódicamente del texto del que forman parte, de manera que no forman parte de la oración en la que aparecen, sino que inciden en el enunciado al completo.
Al no quedar integrados en la oración, algunos marcadores discursivos pueden aparecer en diferentes posiciones dentro del segmento textual del que forman parte (Pues dilo; Dilo, pues; Sin embargo, estamos barajando otras posibilidades; Estamos, sin embargo, barajando otras posibilidades).
Los marcadores discursivos no pueden recibir ni especificadores ni adyacentes complementarios y tampoco pueden coordinarse entre sí, ni admiten la negación.
Significado procedimental
Los marcadores discursivos carecen de un significado referencial o denotativo, conceptual. Son elementos con un significado procedimental. Esto es, los marcadores discursivos codifican una instrucción destinada a guiar la interpretación del texto en el que aparecen. A menudo, los marcadores discursivos añaden un significado subjetivo, plasmación en el texto de la opinión del hablante.
Los marcadores discursivos como elementos cohesionadores
Los marcadores discursivos son elementos carentes de una función sintáctica; constituyen enlaces supraoracionales especializados en la cohesión textual y en favorecer la interpretación de los enunciados.
Morfología
Desde un punto de vista morfológico, los marcadores discursivos se caracterizan por ser unidades lingüísticas invariables, pertenecientes a categorías gramaticales diversas.
Clasificación de los marcadores discursivos
No existe unanimidad a la hora de establecer la nómina de los marcadores discursivos. En buena medida, la dificultad viene determinada porque se intenta definir como clase categorial lo que es una clase funcional. En efecto, los elementos que funcionan como marcadores pertenecen a clases de palabras diferentes, no siempre bien establecidas en las taxonomías gramaticales existentes. Lo que sí comparten es una función. Así pues, los marcadores discursivos forman una clase funcional, no categorial, es decir, lo que les une no es la categoría gramatical a la que pertenecen sino la función que desempeñan.
Las clasificaciones que existen de los marcadores del discurso a menudo se basan en listados muy exhaustivos que tratan de recoger todos los matices significativos expresados por los marcadores discursivos. Otras, en cambio, tratan de hacer agrupaciones generales. Así lo hacen Portolés y Zorraquino (1999), autores de la clasificación más extendida para el castellano. Portolés y Zorraquino (1999) proponen una clasificación basada en la función discursiva que atribuyen a los marcadores discursivos. Así distinguen entre:
Estructuradores de la información (elementos que permiten organizar la información dentro del texto)
- Comentadores: pues, pues bien, así las cosas, etc.
- Ordenadores: en primer lugar/en segundo lugar; por una parte/por otra parte; de un lado/de otro lado, etc.
- Digresores: por cierto, a todo esto, a propósito, etc.
Conectores (que vinculan un miembro de discurso con otro previo o con una suposición contextual)
- Aditivos: además, encima, aparte, incluso, etc.
- Consecutivos: por tanto, por consiguiente, por ende, en consecuencia, de ahí, entonces, pues, así, así pues, etc.
- Contraargumentativos: en cambio, por el contrario, por contra, antes bien, sin embargo, no obstante, con todo, etc.
Reformuladores (especializados en introducir una nueva formulación de lo que se ha enunciado en el discurso previo)
- Explicativos: o sea, es decir, esto es, a saber, etc.
- De rectificación: mejor dicho, mejor aún, más bien, etc.
- De distanciamiento: en cualquier caso, en todo caso, de todos modos, etc.
- Recapitulativos: en suma, en conclusión, en definitiva, en fin, al fin y al cabo, etc.
Operadores (marcadores que no conectan dos unidades y que condicionan las posibilidades discursivas del segmento en el que se incluyen)
- Operadores de refuerzo argumentativo: en realidad, en el fondo, de hecho, etc.
- Operadores de concreción: por ejemplo, en particular, etc.
Marcadores conversacionales (propios de la lengua conversacional)
- De modalidad epistémica: claro, desde luego, por lo visto, etc.
- De modalidad deóntica: bueno, bien, vale, etc.
- Enfocadores de la alteridad: hombre, mira, oye, etc.
- Metadiscursivos conversacionales: bueno, eh, este, etc.
Una clasificación más reciente es la expuesta por Loureda y Acín Villa (2010), quienes basan su clasificación en los elementos que intervienen en el hablar, a saber, hablante, oyente y discurso. Así distinguen entre:
Modalizadores discursivos (que explicitan la actitud del hablante): a decir verdad, desde luego, sin duda, por lo visto, bien, etc.
Marcadores propiamente dichos
- Formuladores: es decir, esto es, etc.
- Organizadores de la información: por un lado/ por otro lado, pues, etc.
- Conectores:sin embargo, no obstante, por lo tanto, en cambio, etc.
- Operadores argumentativos: bien, casi, un poco, etc.
- Focalizadores discursivos (modifican un estado mental previo del oyente, al eliminarlo, al confirmarlo o al ampliarlo): ni siquiera, al menos, por lo menos, incluso, etc.
Marcadores de control del contacto
- Toma de turno: fíjate, etc.
- Deseo de control de la recepción del mensaje: ¿me entiendes?, etc.
- Petición de confirmación: ¿no?, etc.
- Expresión de la actitud del oyente ante lo que oye: ¡vaya!, ¿de verdad?, ¿qué (me) dices?, ¡no me digas!, etc.
- De función fática: siií; ¡ah!; ¡ajá!; sí, sí, etc.
Los conectores y los marcadores discursivos. Los límites entre conectores, conjunciones y operadores pragmáticos
Ha sido objeto de debate la posición de los conectores dentro de los marcadores discursivos. Para unos autores (Portolés y Zorraquino 1999), los conectores son un subgrupo de los marcadores discursivos, pero otros (Schriffin 1987) circunscriben la denominación de marcador discursivo a lo que en Portolés y Zorraquino (1999) se denomina marcadores conversacionales, es decir, elementos vacíos de contenido, frecuentemente monosilábicos (eh, bien, pues…), que funcionan en la interacción conversacional.
Tampoco resulta fácil establecer unos límites claros entre los elementos que conforman la clase de los marcadores discursivos. Ni entre estos y otras clases de palabras, como, por ejemplo, las conjunciones. Así, por ejemplo, la diferencia entre conjunciones y conectores viene establecida por el alcance de unas y otros. Las conjunciones tienen como alcance las oraciones. Los conectores, en cambio, enlazan oraciones o párrafos. Pero en la práctica no resulta fácil mantener esta distinción. Así, las conjunciones y – o, admiten usos que las sitúan en el ámbito de los marcadores discursivos:
(6) -Ayer Lola me dijo que se quería separar
-¿Y tú que le dijiste?
(7) Díselo de una vez. O es que le tienes miedo.
En (6), y marca la continuidad respecto del primer enunciado, propiedad característica de los marcadores discursivos, y en (7), o introduce una justificación argumentativa. Así pues, las conjunciones pueden tener un funcionamiento discursivo que las vincula a los marcadores del discurso.
Tampoco está siempre clara la línea divisoria entre conectores y operadores. La definición de estos últimos los caracteriza como marcadores discursivos que condicionan la interpretación del enunciado del que forman parte. La diferencia con los conectores estriba en que los operadores no enlazan miembros discursivos entre sí. Sin embargo, nuevamente, en la lengua conversacional se encuentran ejemplos en los que un elemento prototípicamente conectivo presenta el funcionamiento característico de un operador:
(8) Quiero unos pantalones, pero Levis
En (8) pero no enlaza miembros discursivos entre sí, sino que condiciona la prosecución del discurso al subrayar la especificidad de la marca de pantalones que el hablante exige.
Conceptos relacionados
Análisis del discurso
Lingüística del texto
Teoría de la argumentación
Enlaces de interés
http://cvc.cervantes.es/ensenanza/biblioteca_ele/diccio_ele/diccionario/marcadoresdiscurso.htm
Bibliografía básica
Briz, Antonio - Pons, Salvador y Portolés, J. (2008), Diccionario de partículas discursivas del español, en http://www.dpde.es
Fuentes, Catalina (2010), Diccionario de conectores y operadores del español, Madrid, Arco Libros.
Portolés, J. - Martín Zorraquino (1999), “Los marcadores del discurso”, en Bosque, I. y Demonte, V. (dirs.), Gramática descriptiva de la lengua española, Madrid, Espasa Calpe, capítulo 63.
Bibliografía complementaria
Loureda, Óscar y Acín, Esperanza (coords.) (2010), Los estudios sobre marcadores del discurso en español hoy, Madrid, Arco Libros.
Martín Zorraquino, M.ª A. y Montolío, E. (coords.) (1998), Los marcadores del discurso. Teoría y análisis, Madrid, Arco Libros.
Montolío, E. (2001), Conectores de la lengua escrita, Barcelona, Ariel.
Portolés, J. (1998), Marcadores del discurso, Barcelona, Ariel.
Santos Río, L. (2003), Diccionario de partículas, Salamanca, Luso-Española.
Schiffrin, D. (1987), Discourse Markers, Cambridge, C.U.
Bibliografía comentada
Melgarejo Torres, Carolina. Marcadores discursivos
González Kañetas, Erandi Siratzeni. Marcadores discurisvos conversacionales