Hacia una subjetividad editorial femenina

Alfredo Lèal
Instituto de Investigaciones Bibliográficas. UNAM

Szpilbarg, Daniela; Mihal, Ivana. Participación de las mujeres en el sector editorial latinoamericano [en línea]. Bogotá: Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe – Cerlalc, 2024. 61 p. <https://cerlalc.org/publicaciones/participacion-de-las-mujeres-en-el-sector-editorial-latinoamericano/>. [Consulta: 26.3.2025]. ISBN (PDF): 978-958-671-275-0. 

Presentado a la manera de un informe que da cuenta de la investigación piloto llevada a cabo en el sector editorial de Argentina, Colombia, Chile, Guatemala y Perú por las investigadoras Daniela Szpilbarg e Ivana Mihal, este trabajo dista mucho de limitarse a ofrecer una somera descripción de la Participación de las mujeres en el sector editorial latinoamericano, mostrándose más bien como, cuando menos, un inmejorable punto de partida para ulteriores investigaciones en el campo de los estudios del libro y la edición. Empleando herramientas sociológicas, principalmente encuestas y gráficas, tanto como un enfoque metodológico comparativo fuertemente anclado en la teoría feminista, con especial atención al modo en que en ésta se ha pensado, por ejemplo, en la categoría de trabajo, Szpilbarg y Mihal le ofrecen al lector y la lectora –especialista o no en temas de edición– un diagnóstico crítico en torno a la importancia de entender, documentar y, por supuesto, transformar las condiciones de la mujer en el sector editorial de América Latina.

De los cuatro apartados, el primero le sirve a las investigadoras para plantear sus hipótesis de trabajo, sustentadas en un diálogo horizontal con otras investigaciones que hoy día, a pesar de ser ciertamente recientes, resultan centrales en el desarrollo del estudio de los modos y alcances, materiales tanto cuanto simbólicos, del trabajo de las mujeres en el sector editorial, como lo son los trabajos de Marina Garone (Las mujeres y los estudios del libro y la edición en Iberoamérica, Universidad de Los Andes, 2023) o Ana Gallego Cuiñas («Femedición: hacia una práxis editorial feminista en Iberoamérica», Iberoamericana, 2022). Luego de establecer el estado de la cuestión, Szpilbarg y Mihal plantean que «el género determina no solamente las condiciones de trabajo en las editoriales, sino que también influye [en] otros aspectos que se expresan en las decisiones y políticas editoriales» (p. 14), por lo cual «es necesario considerar [a las editoras] como agentes intelectuales y, en esa medida, es preciso indagar por la experiencia de las mujeres en tanto editoras, frente a la tarea de selección e intervención sobre los textos» (p. 14).

De este modo, los datos que arrojan las encuestas realizadas son fundamentales para que, en las secciones 2 y 3, se establezca el soporte empírico sociológico para la sección 4, por mucho la más interesante del informe, sobre todo por el modo en que los números y porcentajes diagramados en gráficas adquieren, si no un rostro, sí una cierta familiaridad para todxs quienes investigan los procesos y políticas editoriales en América Latina. De esta manera, en un apartado que «recupera las opiniones, percepciones y experiencias con base en sus trayectorias como mujeres editoras, las cuales revelan una compleja interrelación entre los aspectos laborales y personales de las editoras, y ofrecen una visión rica y matizada de las condiciones de trabajo en el sector editorial» (p. 34), las investigadoras nos ofrecen un documento sociológico para lo que, con base en su texto, podríamos denominar la subjetividad editora femenina.

La definición de dicha subjetividad no es, creemos, asunto menor. Por el contrario: entenderla, documentarla y problematizarla resulta harto necesario en un ecosistema donde los libros de Carlos Barral, Jorge Herralde o Guillermo Schavelzon son mercancías que casi de inmediato encuentran su público lector –constituyendo, de paso, un género específico de las memorias culturales, como lo proponen Ana Gallego Cuiñas y Jorge J. Locane, coordinadorxs del dossier «Poéticas de editor/a: aproximaciones críticas para la demarcación de un género» de la Revista de Estudios Hispánicos, 2024–, mientras que nombres como Carmen Balcells, Esther Tusquets o Beatriz de Moura siguen más bien asociándose con el boom, es decir, con el éxito comercial de cuatro escritores hombres, cuatro «machos alfa», para usar la expresión que al respecto diera Roberto Bolaño. Baste decir que, de las tres, sólo Tusquets es autora de un libro de su experiencia como editora: Confesiones de una editora poco mentirosa (RqueR, 2005), desde cuyo título se perciben empero los ecos dieciochescos de aquellas mujeres que, en los salones literarios, se posicionaban en un campo controlado por los hombres.

En este sentido, es importante lo que el estudio de Szpilbarg y Mihal nos demuestra, en tanto la mujer editora, si la entendemos en cuanto subjetividad, se construye a sí misma: «es con el paso del tiempo que las mujeres fueron habilitadas o se habilitaron a sí mismas a tomar un rol que, más allá́ de lo ejecutivo o resolutivo, conllevaba tomar decisiones en cuanto a la construcción del catalogó, por medio de contratación de textos o adquisición de textos de otras lenguas para publicar traducciones» (p. 36). Historiar la subjetividad editora femenina implica, primero, debatir todo argumento que pretenda que dicha habilitación no es restrictiva de las mujeres. Por ello resulta indispensable, como lo hacen ver las autoras del informe, constatar «la confirmación de la feminización del trabajo editorial […] [la cual] se visualiza en el elevado número de mujeres que forman parte de los equipos editoriales, incluso en los grandes grupos empresariales» (p. 37), pero sobre todo en la medida en que, como lo demuestra el testimonio de varias de las editoras entrevistadas, «la feminización de la labor en la edición contemporánea se asocia a la precarización laboral, y como consecuencia de condiciones económicas menos redituables» (39). 

Así pues, mientras que, en palabras de una entrevistada, «los hombres hablan siempre en singular», siendo quienes, al final, se quedan con los créditos ante el público por los logros de una u otra editorial o sello, es un hecho que, en la voz de otra editora: «el mundo editorial en América Latina no ha sido nunca un mundo de hombres, sino un mundo lleno de mujeres, pero son los hombres los que salen en la foto. Eso ha cambiado, pero no en el mundo corporativo» (p. 43). Esto nos permite vislumbrar algunos derroteros críticos, por ejemplo, para el ámbito de las investigaciones –y ni qué decir en reseñas de índole más bien periódica– donde pocas veces se considera que una mercancía editorial que, ante el público, aparece como producto del borrado y la superación de las desigualdades de género, tiene, en su proceso productivo, una dinámica propiamente patriarcal. La oferta masificada de autoras, por ejemplo, de la literatura latinoamericana –Luiselli, Scweblin, Enriquez…–, no sólo no logra subsanar dichas instancias desigualmente construidas en la trastienda editorial, sino que de algún modo las replica vis a vis con otras mujeres cuyas obras se editan en editoriales significativamente más pequeñas y menos poderosas que Planeta o Random House.

De esta manera, en palabras de una de las entrevistadas, así como «los superjefes son varones» (p. 44), ¿podemos decir que las «superautoras» producen un efecto de feminización hacia aquellas que publican en editoriales medianas o pequeñas, convirtiendo el salto al gran conglomerado de sellos –absorbidos, por cierto, mediante una lógica que no puede sino concebirse en términos de neocolonialidad, en el sentido en que, como afirma Maurizio Lazzarato, «el primer botín del colonizador es la lengua del colonizado»– en otro techo de cristal? ¿Cómo pensar los casos de la mexicana Brenda Navarro, la ecuatoriana Mónica Ojeda o la uruguaya Fernanda Trías? Nos parece sumamente revelador que esta feminización sea incluso enunciada en la opinión de una editora chilena, quien afirma que hay menos mujeres en el catálogo a su cargo porque «a las mujeres hay que perseguirlas para que envíen manuscritos, en cambio los hombres envían y envían. Las mujeres, quizás por miedo, vergüenza o menos determinación que los hombres, envían mucho menos» (p. 48). Recuperamos las palabras de las propias Szpilbarg y Mihal, para quienes «resulta significativo que una de las editoras entrevistadas mencione que las mujeres no envíen tantos materiales por “miedo o vergüenza”, ya que en algunas otras entrevistas se habla de que las mujeres, por su dedicación a las tareas del hogar, necesitan de más tiempo para finalizar obras para presentar a las editoriales» (p. 48).

Si partimos, pues, del hecho de que una autora publicada en un sello trasnacional tiene, generalmente, un compromiso por más de una obra, mientras que una autora que publica, por ejemplo, en una editorial independiente –la chilanga Polilla Editorial o la madrileña Piezas Azules–, tiene la opción de firmar sólo por dicho material, cabe preguntarse por los problemas sistémicos que persisten en la consideración y el lugar que se le da a unas y otras obras en la crítica. Las autoras del informe lo sintetizan en este cuarto apartado, en el que se evidencia que, allende los resultados cuantitativos, siguen persistiendo «dinámicas de poder que jerarquizan los géneros aún en el presente, sobre todo, en el ámbito corporativo» (p. 50). Entender estas dinámicas resulta fundamental para la crítica, que, a pesar de la extensa oferta editorial, comúnmente toma como casos paradigmáticos sólo aquellas obras de los grandes sellos. 

El hecho de que en el informe se insista en que es el ámbito corporativo –que, recordemos, para el caso de la literatura latinoamericana, está poco menos que monopolizado por los capitales de Bertelsmann y Lara Hernández– donde persisten estas dinámicas de poder, razón estructural de la desigualdad, nos tiene que ayudar a, por lo menos, visibilizar que mientras la finalidad de la edición sea, como lo es bajo el sistema capitalista neoliberal –y, hoy día, bajo el modelo del capital en la nube o «tecnofeudalismo» propuesto por Cédric Durand y Yanis Varoufakis, en consonancia con el «capitalismo de la vigilancia» de Shoshana Zuboff–, la generación de plusvalor, ya sea mediante la ganancia o mediante la renta, la participación de la mujer en los ámbitos productivo y consuntivo no dejará de estar mediada por una instrumentalización de «la mujer» propiamente patriarcal. En suma, debemos cuestionarnos si lo que se nos vende como inclusivo o a veces hasta abiertamente «feminista» lo es en realidad. Y esto lo decimos haciendo eco de Szpilbarg y Mihal, quienes cierran su informe indicándonos la importancia de que «los diagnósticos [de su informe] contribuyan a emprender acciones que sirvan para cerrar las brechas, asimetrías y desigualdades que todavía persisten» (p. 57). Propongo una primera acción: leer y difundir este trabajo de Daniela Szpilbarg e Ivana Mihal. 

 

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En Europa las bibliotecas avanzan: inspiración basada en hechos reales

Angelina Cabré i Ametllé
Directora de la Biblioteca Sagrada Família - Josep M. Ainaud de Lasarte
Biblioteques de Barcelona


European Cultural Foundation (2024). How libraries thrive: A guide for librarians... and everyone else). Amsterdam: European Cultural Foundation. Disponible a: <https://www.flipsnack.com/57E7D7EEFB5/how-libraries-thrive.html>. [Consulta: 19.3.2025]. 


How Libraries Thrive: A Guide for Librarians... and Everyone Else in Europe es una publicación de la European Cultural Foundation (Fundación Cultural Europea), una organización sin ánimo de lucro fundada en 1954 con el objetivo de promover la cultura y fomentar la cooperación entre los países europeos. En concreto, recoge la experiencia de decenas de bibliotecas públicas implicadas en “The Europe Challenge”, un programa anual para bibliotecas y sus comunidades para diseñar, probar y ofrecer soluciones a problemas locales que puedan extrapolarse al resto de Europa. 

En Europa, las bibliotecas públicas están viviendo cambios drásticos y desiguales. Mientras algunas se han convertido en centros comunitarios de primer orden, otras se enfrentan a la amenaza de cierres. La obra nos invita a reflexionar sobre la diversidad de roles que pueden asumir las bibliotecas públicas y cómo pueden evolucionar para afrontar los retos actuales. Ofrece una visión esperanzadora e inspiradora para quienes buscan un modelo de biblioteca que desempeñe un papel activo en la construcción de la sociedad del futuro, centrándose en su contribución democrática, en la gestión del cambio climático y en el acompañamiento de las personas desde una perspectiva interseccional. 

En un ámbito más práctico, en el informe se presentan cincuenta recomendaciones concretas para bibliotecarios, responsables políticos y otras partes implicadas en la gestión cultural para afrontar los retos actuales de las bibliotecas públicas en el continente. Esta variedad de iniciativas nos ayuda a entender mejor las bibliotecas como espacios dinámicos e interconectados, adaptados a las necesidades cambiantes de sus comunidades. 

Se incluye el recopilatorio de casi un centenar de iniciativas concretas de bibliotecas de veintiséis países europeos. Entre ellas encontramos proyectos de tres bibliotecas catalanas —Terrassa, Sant Boi de Llobregat y Vilafranca del Penedès— que han participado en “The Europe Challenge”.

Otro punto sobre el que hace énfasis el documento son los programas de lectura de verano. Estos programas, generalizados en bibliotecas anglosajonas y del norte de Europa, son, a mi parecer, una herramienta educativa, de entretenimiento y de acceso igualitario a la cultura de primer orden. Fomentan el hábito lector, mantienen a niños y jóvenes conectados con la lectura durante las vacaciones y ayudan a prevenir la pérdida de conocimientos durante el verano. Sería importante llevarlos a cabo en nuestras bibliotecas, no mediante iniciativas municipales, sino con un programa coordinado a escala de país. 

Hay que poner en valor el diseño del documento, vibrante y moderno, que complementa perfectamente la lectura del texto y ayuda a hacer más accesible el mensaje. Este enfoque visual no solo refuerza las iniciativas presentadas, sino que también facilita la comprensión y lo atractivo del contenido, logrando que los lectores puedan conectar mejor con la información y el propósito del libro. 

Es interesante la idea que transmite el documento de que las bibliotecas deben cambiar tal como cambia el mundo, pero es importante tener claro que la biblioteca del futuro es diferente en cada país y en cada ciudad. No deben ser réplicas unas de otras. 

Por mi experiencia en una biblioteca pública de una gran ciudad, he encontrado tan inspiradora como realista la historia que explica una trabajadora de la London Public Library relacionada con el trato a usuarios sin hogar o en situación de soledad no deseada, que escribe palabras como estas: “[...] trabajar en una biblioteca pública del centro de la ciudad no es idílico, ni es infinitamente deprimente. Es la vida real [...]”. 

En definitiva, este es un texto recomendable para todos aquellos bibliotecarios que buscan inspiración basada en hechos reales y especialmente interesante para los creadores de políticas públicas, que, lejos de la gestión más local, pueden ver la relevancia de las bibliotecas públicas como espacios dinámicos, interconectados y vitales para el bienestar cultural y social de las comunidades en Europa. 

 

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Tendencias en la venta de libros a escala mundial

Anna Villarroya
Facultat d’Informació i Mitjans Audiovisuals
Universitat de Barcelona (UB)


International bookselling markets [en línia]: report 2023. Brussels: European and International Booksellers Federation - EIBF, 2024. 17 p. <https://europeanbooksellers.eu/system/files/2024-09/2023%20EIBF%20International%20Bookselling%20Markets%20report%20_0.pdf>. [Consulta: 8.2.2025]. 


Este es el cuarto informe consecutivo elaborado por la European and International Booksellers Federation (EIBF en adelante), en el cual se resumen las tendencias actuales en la venta de libros en el mundo. Antes de adentrarnos en los contenidos y principales conclusiones del informe, es importante comenzar destacando el papel clave de las asociaciones del mundo editorial al poner al alcance del sector –pero también de las administraciones públicas y del gran público– información sobre la economía, las necesidades y las tendencias que caracterizan la industria. Es esta información la que permite establecer objetivos, estrategias y, sobre todo, la toma de decisiones para un futuro próspero y sostenible para el mundo del libro y, en especial, para sus libreros. En este sentido, hace unos meses en este mismo blog se publicaba una reseña sobre un informe reciente acerca de las librerías y la sostenibilidad, promovido también por la EIBF. 

Los resultados del informe que hoy presentamos se basan en la información aportada por 24 asociaciones nacionales de libreros, miembros asociados de la EIBF y socios de un total de 21 países, entre los cuales se incluyen: Alemania, Bélgica, Canadá, Corea del Sur, España, Estados Unidos, Finlandia, Francia, Irlanda, Italia, Kirguistán, Letonia, Noruega, Nueva Zelanda, Países Bajos, Portugal, Reino Unido, Rumanía, Sri Lanka, Suecia y Suiza. Además, incorpora datos de ventas de libros de fuentes de terceros países como: Australia, Brasil, Colombia, Dinamarca, India, México y Sudáfrica. 

El informe gira en torno a dos temas principales: la evolución de la facturación en el último año y las políticas en torno al libro. 

En cuanto a la facturación, se observa un incremento respecto al año anterior en 16 de los 26 mercados encuestados (el 62 % del total). Sin embargo, en 11 de estos mercados el crecimiento fue solo nominal (producido por el aumento del precio de los libros como respuesta al incremento de los costos de la cadena de suministro) y no real (resultado de una mayor compra de libros). En esta línea, más de la mitad de los mercados analizados señalaron la inflación como el principal factor determinante de la facturación en 2023. En España, sin embargo, en 2023 se registró un crecimiento en las ventas (5,1 %) y también en el número de libros vendidos. 

Asociaciones de libreros en Estados Unidos, Noruega o Corea del Sur atribuyen este descenso en la facturación real a la fuerte disminución de los índices de lectura, especialmente entre los lectores jóvenes, así como a la inflación, que ha tenido un gran impacto en los hábitos de compra de libros. 

El informe también señala que las librerías físicas continúan siendo el principal canal de venta en la mayoría de los mercados analizados. A esta estabilización han contribuido los modelos de venta híbridos, que se han ido consolidando en muchas librerías independientes. Sin embargo, el informe destaca el desafío que representa hoy en día la competencia de los grandes proveedores en línea, como Amazon. 

La demanda de libros en otros formatos, como audiolibros y libros electrónicos, ha seguido creciendo en el 80 % de los mercados analizados. Entre los países donde los libros digitales han ido ganando popularidad se encuentran España, además de los Países Bajos, Reino Unido, Estados Unidos y Alemania. El informe señala que la accesibilidad de estos formatos, ya sea por la facilidad de uso o el precio de los modelos en streaming, es la principal razón de este crecimiento. A esto también ha contribuido la familiaridad de los lectores más jóvenes con las nuevas tecnologías. Aunque países como Noruega, Suecia y Finlandia han experimentado una disminución en la venta de libros en formatos digitales, siguen liderando este mercado, con Suecia a la cabeza (33 % del valor comercial total). 

El informe también dedica una sección a los desafíos financieros y legislativos del sector. Por un lado, destaca que el IVA de los libros sigue siendo una preocupación importante en la mayoría de los países. A lo largo de 2024, se han producido aumentos en Suiza y Sri Lanka, y se prevén posibles cambios fiscales en Finlandia, Eslovaquia y los Países Bajos, que podrían afectar gravemente a la industria. En el caso de los Países Bajos, por ejemplo, se propone un aumento del IVA del 9 % al 21 %. En sentido contrario, el sector del libro en Bélgica está luchando por una reducción o incluso un IVA cero para los libros como estrategia para sostener el sector. Desde el punto de vista legislativo, el informe recoge diferentes iniciativas. Por ejemplo, en relación con las políticas sobre el precio fijo del libro, a principios de 2024, Noruega aprobó una nueva ley, aún pendiente de desarrollo. De hecho, en estos momentos se está discutiendo una regulación adicional sobre el control del margen dentro de esta ley, lo que ha generado preocupaciones entre los libreros, quienes consideran que esta medida restringiría drásticamente la flexibilidad de precios y dificultaría su capacidad de responder a los cambios del mercado. En el caso de los Países Bajos y Portugal, se prevé una revisión de sus leyes sobre el precio fijo del libro. En España, según la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (CEGAL), las reformas introducidas por la nueva ley de educación (LOMLOE) continúan beneficiando la venta de libros escolares a través de las librerías. 

El informe concluye señalando los esfuerzos que se deben realizar y que ya se están llevando a cabo para garantizar un futuro saludable para el sector. Por un lado, se enfatiza la necesidad de alfabetización y promoción de la lectura en un contexto de disminución de los hábitos lectores a nivel mundial. Por otro lado, se destaca el papel de las librerías en la defensa de valores como la diversidad, la equidad y el bienestar dentro de la comunidad de libreros, así como en la lucha por la protección y salvaguarda de la libertad de expresión. Finalmente, el informe menciona la importancia de la formación de los libreros, la realización y difusión de estudios sectoriales, así como el desarrollo de soluciones digitales para los profesionales del sector. 

 

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Divisando la tercera revolución. La inteligencia artificial y la comunicación científica

Jordi Prats
Responsable d’Iniciativa Digital Politècnica (IDP)
Universitat Politècnica de Catalunya (UPC)

X: @JordiPrats
BlueSky: @jordiprats.bsky.social


Bergstrom, Tracy, Oya Y. Rieger, and Roger C. Schonfel. The Second Digital Transformation of Scholarly Publishing: Strategic Context and Shared Infrastructure. New York: Ithaka S+R, 2024. DOI: https://doi.org/10.18665/sr.320210. Disponible a <https://sr.ithaka.org/publications/the-second-digital-transformation-of-scholarly-publishing/>. [Consulta: 25/02/2025].

Bergstrom, Tracy, and Dylan Ruediger. A Third Transformation?: Generative AI and Scholarly Publishing. New York: Ithaka S+R, 2024. DOI: https://doi.org/10.18665/sr.321519. Disponible a <https://sr.ithaka.org/publications/a-third-transformation/>. [Consulta: 25/02/2025].


Se puede considerar que la primera gran revolución que se dio en la comunicación científica fue la transición del papel al formato digital. Esta primera revolución no significó grandes cambios en las estructuras de los procesos de edición y comunicación académica, los cuales se mantuvieron prácticamente iguales que en el contexto analógico. Actualmente, sin embargo, sí que se pueden observar cambios relevantes en los procesos de edición, así como en el acceso y consumo de la literatura científica. De ahí que, actualmente, podamos considerar que nos encontramos ya en la segunda revolución.

Esta segunda revolución viene marcada por una fuerte incorporación de la comunicación académica en el contexto digital. Toma relevancia la disponibilidad de infraestructuras y servicios comunes, como pueden ser la disponibilidad de identificadores persistentes comunes (como pueden ser el DOI o el ORCID), el surgimiento de servicios editoriales compartidos, la mejora en el descubrimiento de la literatura científica o su preservación, entre otros. Hablamos de infraestructuras que, a menudo, un único proveedor de información no podría ofrecer, por los altos costos de despliegue que tienen. En qué punto se encuentra esta segunda revolución y cuáles han de ser las estrategias para abordarla es lo que el primero de los informes citados, realizado a partir de 49 entrevistas a diferentes proveedores de servicios de distinta naturaleza, trata de averiguar.

Como no podría ser de otra manera, en este primer informe ya se indica que la irrupción de la inteligencia artificial generativa puede tener en los próximos años un fuerte impacto en los diferentes flujos y procesos propios de la comunicación científica. Si la cadena de valor de la comunicación científica se basa en el lenguaje escrito, potencialmente la IA generativa puede afectar todos los aspectos relacionados con su creación y comunicación, y se vislumbra que posiblemente nos encontramos a las puertas de una tercera gran revolución. Es en este aspecto en el cual se centra el segundo de los informes citados hoy y elaborado a partir de un número más reducido de entrevistas.

Como ya se indica en el primer estudio, la comunicación académica se encuentra en un momento en el que los procesos editoriales tradicionales transitan hacia el desarrollo de plataformas de servicios integrales para sus autores. Cada vez más, el descubrimiento, el acceso y la creación de nuevos contenidos y conocimientos son procesos en los cuales las fronteras se difuminan y no hay duda de que la IA puede tener un papel relevante.

Algunos de los impactos más evidentes que han tenido las IA en los procesos de comunicación académica ya los tenemos sobre la mesa. Se trata del uso que pueden hacer los investigadores como herramienta de apoyo en la redacción de sus trabajos. Estos usos no siempre pueden ser deseados,1 pero usados y referenciados correctamente pueden ser de gran utilidad como herramienta de apoyo a la escritura y a la estructuración y creación de ideas. Ya son muchas las editoriales académicas que no se oponen al uso de las IA en la redacción de trabajos, pero sí que se reconoce que es necesario establecer un marco claro sobre qué papel han de jugar y cómo han de estar referenciadas.2 Por no mencionar el valor que puede tener esta tecnología en un marco donde el inglés es el idioma por defecto, y las capacidades demostradas en traducción y mejoras en la redacción pueden facilitar la exposición de ideas a aquellas personas que no disponen de conocimientos avanzados en este idioma.

También se observan oportunidades en otros procesos, como puede ser la revisión por pares de los artículos u otros documentos. Se reconoce que, por los tiempos que conlleva, se trata de uno de los cuellos de botella en la comunicación científica. Las posibilidades que ofrece la IA pueden reducir los tiempos de revisión, aportando revisiones previas o indicando si, por ejemplo, el resumen se corresponde o no con el contenido del texto presentado.

Las posibles amenazas también están presentes en el estudio. En un contexto en el que grandes grupos editoriales dominan el mercado y en el que se están haciendo esfuerzos importantes para buscar formas de acceso más equitativas, los altos costos de implementación de estas tecnologías pueden generar distancias aún mayores entre los diferentes agentes que participan en los procesos de comunicación. Es sabido que las IA son entrenadas con los contenidos que localizan libremente en Internet, mayoritariamente disponibles en acceso abierto. Pero ya hay casos en los que grandes grupos editoriales están licenciando sus contenidos a grandes empresas que desarrollan IA, obteniendo un beneficio económico que la publicación en acceso abierto no obtiene, situándola en una clara desventaja competitiva. En este marco, se puede prever también la posibilidad de que fabricantes de IA irrumpan en el mercado editorial, posicionándose frente a otras empresas más tradicionales.

Uno de los riesgos que más se pone de manifiesto es el de preservar un sistema de comunicación científica que sea fiable. Si bien se aportan ejemplos de posibles beneficios, aún queda la duda de hasta qué punto se debe confiar en estas tecnologías o si es necesario tener en cuenta una revisión por parte de los humanos. Algunos estudios3 apuntan claramente en esta línea, observando la importancia de las IA como herramientas de trabajo, pero acompañadas, para sacar el máximo rendimiento, del conocimiento y la experiencia humana. Pero, ¿qué confianza nos puede generar un sistema cuyo funcionamiento desconocemos, con qué contenidos ha sido entrenado, si respetará o no la confidencialidad que merecen los documentos con los que trata? Su fiabilidad es un concepto que se repite a lo largo de todo el informe. Si bien los beneficios son conocidos, también se reconocen las carencias o limitaciones actuales que tiene, asumiendo que aún hablamos de herramientas de apoyo o de ampliación, pero no de sustitución del trabajo humano.

Nos encontramos en un entorno en el que todavía hay muchas dudas e incertidumbres por resolver. Las IA avanzan muy rápidamente y es difícil seguirles el ritmo. Su capacidad en el procesamiento y tratamiento del lenguaje representa, sin ninguna duda, una oportunidad, pero tampoco se pueden descartar los riesgos. No tenerlas en cuenta es un escenario que no se contempla, pero una adopción demasiado rápida o poco medida puede conllevar también cometer errores importantes.

 

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1 https://www.academ-ai.info/ 

https://guies.bibliotecnica.upc.edu/intelligencia-artificial/publicacio-academica

3 Aidan Toner-Rodgers. (2024). Artificial Intelligence, Scientific Discovery, and Product Innovation. https://arxiv.org/pdf/2412.17866

La fragilidad del patrimonio cultural y los retos de su preservación

Jorge Franganillo
Facultat d’Informació i Mitjans Audiovisuals
Universitat de Barcelona (UB)

Bluesky: @franganillo.es


Messarra, Luca; Freeland, Chris; Ziskina, Juliya (eds.). (2024). Vanishing culture: a report on our fragile cultural record. <https://blog.archive.org/wp-content/uploads/2024/10/Vanishing-Culture-2024.pdf> [Consulta: 25/01/2025].


En una era marcada por la abundancia y la inmediatez, el informe Vanishing Culture, compilado por Luca Messarra, Chris Freeland y Juliya Ziskina, nos recuerda una verdad inquietante: lo que parece inmutable, ya sea en la red o en los formatos tradicionales, puede desvanecerse fácilmente. Y es que, aunque podamos pensar que los recursos digitales son eternos e inagotables, su naturaleza intrínseca los hace muy frágiles, y esa vulnerabilidad amenaza con borrar fragmentos significativos de nuestra historia cultural. 

El informe nos hace reflexionar sobre la responsabilidad que tenemos en la construcción de un futuro en el que el pasado no caiga en el olvido. Curiosamente, incluso la estética pixelada del documento refuerza ese mensaje. Esta estética retro no solo evoca, con cierta nostalgia, la idea de software obsoleto y perdido, sino que ilustra la transformación de los soportes en los que hemos depositado la memoria colectiva a lo largo de la historia: de la arcilla al pergamino, de este al papel y, ahora, al píxel. Ahora bien, este cambio de soportes es más que un cambio tecnológico: implica una profunda transformación en cómo preservamos y accedemos al conocimiento. El informe nos propone entonces un ejercicio de arqueología digital y nos invita a redescubrir la importancia de aquellos elementos del pasado digital que, pese a parecer insignificantes a primera vista, configuran una parte fundamental de nuestro legado tecnológico y cultural. 

Estructurado en dos partes, además de un prefacio (p. 1–2) y una sección de líneas de investigación futura (p. 127–128), el documento examina la problemática desde diversas perspectivas. La primera parte, centrada en la preservación de los soportes y de la memoria pública, analiza la transición del modelo de propiedad al de licencias y streaming. En el contexto de la nueva economía capitalista, poseer un producto se ha vuelto una idea casi anticuada. Ahora prima el acceso a un servicio. Este cambio, impulsado por intereses corporativos, tiene consecuencias profundas: no solo amenaza el derecho a poseer y preservar la cultura, sino que además pone el patrimonio cultural colectivo a merced de las plataformas digitales y de sus algoritmos de recomendación, no siempre neutrales. 

Esta primera parte presenta datos preocupantes sobre la pérdida de contenido web y la progresiva desaparición de software y juegos históricos. Y arroja un dato dramático: casi el 90% de los juegos anteriores a 2010 son hoy inaccesibles sin recurrir a la piratería o a mercados de segunda mano (pág. 20), lo que dificulta la búsqueda y el disfrute de este patrimonio digital. El informe, lejos de simplificar la pérdida de cultura digital con una única etiqueta, la aborda desde varias perspectivas y emplea términos como vanishing culture (cultura desvaneciente, p. 2) para enmarcar el problema global; web vanishing (desaparición de sitios web, p. 13) para referirse específicamente a la pérdida de contenido web; endangered URLs (URLs en peligro, p. 20) para alertar sobre la precariedad de las páginas no archivadas; y commercial unavailability (indisponibilidad comercial, p. 25) para destacar el papel de la industria en la desaparición de videojuegos. Esta variedad terminológica refleja la complejidad del fenómeno y la necesidad de abordarlo desde distintos ángulos. Sin una acción decidida por parte de individuos, instituciones y legisladores, advierte el informe, esta fragmentación digital conducirá a la pérdida irremisible de grandes partes de nuestra historia cultural (p. 29–31). 

La segunda parte del informe, articulada en una serie de ensayos, toma un cariz más personal. Varios especialistas en preservación comparten experiencias y reflexiones sobre la pérdida y la salvaguarda del patrimonio cultural, en una amplia variedad de formatos y soportes, como libros olvidados (p. 37–39), filminas educativas (p. 84–87), publicaciones en medios sociales (p. 103–106) o tarjetas perforadas para tejer (p. 110–116). Estas historias dan un rostro humano a la problemática y la conectan con nuestro día a día. Resulta especialmente impactante la reflexión de Katie Livingston sobre la preservación de los libros de cocina (p. 47–50), que revela cómo estos objetos, aparentemente banales, pueden convertirse en una ventana abierta a la historia y la identidad de las comunidades. En conjunto, estos ensayos nos recuerdan que la preservación no sólo es una cuestión de datos y tecnologías, sino también de personas, recuerdos y emociones. 

El informe no se limita a diagnosticar y describir el problema, sino que además propone soluciones. Subraya la importancia de los archivos digitales, como Internet Archive, que, pese a sus limitaciones, se convierte en un bastión contra la desaparición del patrimonio digital. El ciberataque que sufrió esta biblioteca digital en octubre de 2024, durante la elaboración de este informe (como se explica en el prólogo), demuestra la vulnerabilidad de estas instituciones y la necesidad urgente de protegerlas. Además, el documento llega en un momento clave: estas amenazas digitales evolucionan constantemente y ya no tienen suficiente con bloquear el acceso a la información, sino que, encima, atacan a los sistemas que permiten su preservación. Esto abre un nuevo frente en la batalla por la salvaguarda de la cultura. 

Se pone énfasis, además, en la importancia de la legislación y la regulación, alentando a la ciudadanía a participar activamente en la preservación. Apoyar los archivos públicos (p. 29) y publicar las propias obras con licencias Creative Commons (p. 31), como se ha hecho con este mismo informe, son dos formas de contribuir a la salvaguardia del patrimonio cultural. Cabe destacar que, tal y como apunta el apartado sobre líneas de investigación futura (p. 127–128), la magnitud de la pérdida cultural, tanto física como digital, todavía no se ha cuantificado del todo. Se necesita investigar más para comprender el impacto de la falta de políticas de preservación digital a gran escala en bibliotecas, archivos y otras instituciones, y estas páginas ofrecen algunas ideas para futuras investigaciones. 

Para profesionales de la archivística y la preservación digital, Vanishing Culture es una lectura imprescindible que ofrece información valiosa e ideas para reflexionar. Deja bastante claro que preservar la cultura va más allá de digitalizar, sin más; requiere un enfoque más amplio que tenga en cuenta el contexto, el acceso, la interpretación y el valor del contenido digital. No podemos dejar que nuestra historia digital se diluya en un océano de datos olvidados o desorganizados. 

Este informe es, en definitiva, un toque de atención sobre el futuro de la memoria colectiva. Es una lectura esencial para cualquiera que se preocupe por la cultura, la historia y el conocimiento en la era digital. ¿Qué queremos legar, pues, a las futuras generaciones? Es probable que todo lo que consideramos esencial para la humanidad acabe encontrando su camino hacia la posteridad. 

Pero quizá también hay que asumir que la pérdida, el olvido y la reinvención forman parte del ciclo vital de la cultura. Como declaró Pierre Boulez, con su habitual contundencia, reivindicando el presente y cuestionando el peso del pasado: «Vivimos en un siglo de bibliotecas, ahogados por montañas de documentos. […] Condenan a los talibanes por destruirlo todo, pero se destruyen civilizaciones para poder seguir adelante». Tal vez la clave, entonces, no esté solo en acumular y preservar, sino también en saber desprenderse, para que lo nuevo florezca de los restos de lo desaparecido. 

 

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